España, un país que se resiste a reducir el consumo de agua pese a la sequía
Los expertos abogan por subir el precio de este recurso cada vez más escaso
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Casi 9 millones de personas se han visto afectadas este verano por alguna limitación con el uso de agua por la sequía, cerca del 15 por ciento del territorio está en emergencia por escasez de agua y las reservas se sitúan un 25 por ciento por debajo de la media de la última década. La crisis es evidente y la correcta gestión de un recurso cada vez más escaso exige, según los expertos consultados por COPE, medidas tan impopulares como subir el precio del agua para lograr una reducción real del consumo en España.
Sobre todo, en Cataluña, pero también en Andalucía, Extremadura, Galicia, Baleares y Aragón han vuelto a vivir restricciones en el uso del agua este verano; un tercio del territorio nacional está en alerta de sequía, este último año hidrológico ha llovido un 17 por ciento menos de lo habitual y los embalses están al 36,8 por ciento de su capacidad. Ni siquiera la última DANA ha provocado un aumento generalizado de las reservas de agua y hay consenso en los analistas de que por los efectos del cambio climático la disponibilidad de agua va a ser cada vez menor en España.
Este verano ha sido el tercero más lluvioso del siglo XXI, pero, a las puertas del otoño, España continúa en sequía meteorológica de larga duración según datos de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) que sitúa este último verano como el tercero más cálido desde que ha registros.
Frente a este panorama y de cara al futuro, aprovechar mejor el agua cada vez más escasa que tengamos es una de las estrategias en las que trabajan las administraciones, pero las reticencias tanto de los políticos como de los ciudadanos son bastante mayores ante la otra posibilidad de actuación, cuando de lo que se trata es de recortar el consumo y, no digamos, de aumentar el precio de este recurso.
Es urgente reducir el consumo tanto en hogares como en el campo
“Tenemos que darnos cuenta de que el agua es esencial y fundamental y que cada vez tenemos menos y con menor disponibilidad cuando realmente lo necesitamos, es decir, que tenemos que consumir menos y esto es un cambio en el paradigma de nuestro uso general del agua. La solución es consumir menos agua en todos los procesos productivos y en nuestro día a día y es muy difícil porque estamos acostumbrados a abrir el grifo y obtener toda el agua que queremos. Para afrontar una situación que se recrudece, tenemos que cambiar. Si pagásemos más por el agua seguramente que la valoraríamos más” explica a COPE Victoria Rodríguez que colabora en el Máster de Energías Renovables de la Universidad Europea de Canarias.
También favorable a aumentar el precio del agua se muestra Estanislao Arana, director académico del Foro de la Economía del Agua: “nos puede parecer que pagamos mucho pero realmente no estamos cubriendo con las actuales tarifas la complejidad y lo caro que es la gestión del agua en la actualidad. Pensábamos que el agua que es un bien gratuito no costaba nada y poco a poco vamos viendo como no basta con llevar el agua limpia a nuestra casa, sino que luego tenemos que devolverla al medio ambiente una vez que está depurada y esto también ha provocado un aumento del coste”.
Consumimos menos agua que Europa, pero mucho más barata
Cada persona consume 133 litros de agua al día en España, según los últimos datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística y corresponden a 2020 y son cifras similares a las registradas 2 años antes cuando se hizo el anterior estudio. Por tipo de usuario y según reflejan estos datos, el consumo de agua en los hogares aumentó en este periodo un 0.9 por ciento mientras que la utilización del uso del agua por parte de los sectores económicos se redujo un 2,1 por ciento y los consumos municipales disminuyeron un 5,9 por ciento. El coste unitario del agua se situó, de media en España, en 1,92 euros por metro cúbico, lo que supuso un 0,5 por ciento más que en 2018.
Los datos varían ligeramente en otro informe de 2022 que cifra en 131 litros el consumo de agua diaria en España por persona en aumento sobre los 128 litros registrado en 2021, pero uno de los más bajos de Europa, y con un precio medio de 1,97 euros por metro cúbico que refleja el XVII Estudio Nacional de Suministro de Agua Potable y Saneamiento 2022 elaborado con una muestra de casi 36,5 millones de habitantes que representan tres cuartas partes de la población española.
Refleja además como los hogares españoles pagan por el agua uno de los precios más bajos de Europa. La factura equivale a menos del 1 por ciento del presupuesto familiar, lejos del 3 por ciento que recomienda la ONU. Y, de nuevo, sus autores abogan por una subida “escalonada, controlada y progresiva” en la próxima década hasta alcanzar niveles similares a la media europea y cumplir así con la Directiva Marco del Agua.
Y todo porque según señalan con un céntimo de euro, un ciudadano dispone en España de 5 litros de agua (abastecimiento y saneamiento) y por lo que cuesta un refresco pagamos el equivalente a dos días y medio de consumo en una vivienda de una familia de 3 personas. Las tarifas de agua urbana, que engloba uso doméstico, industrial y comercial, están en nuestro país un 45 por ciento por debajo de la media europea. El esfuerzo de las familias con respecto a sus ingresos es un 29 por ciento inferior a la media europea en agua cuando es un 23 por ciento superior en electricidad y un 25 por ciento en telefonía.
Y es que la tarifa actual, subrayan, solo cubre y, no siempre, los gastos operativos de servicios, pero no los que tienen que ver con las infraestructuras como la amortización, renovación y nuevas actuaciones para la mejora de las prestaciones o calidad del agua y servicio.
Subir el precio para rebajar el consumo es impopular
6 de cada 10 personas rechazan un aumento del precio del agua. Es la más impopular de todas las medidas para una mejor gestión hídrica en España según refleja la Encuesta sobre el Agua y la Sequía del Observatorio Ciudadano de la Sequía 2023.
A esto se suma que un tercio de los consultados rechazan tanto disminuir el consumo de agua total destinada a la agricultura que supone el 80 por ciento de los recursos de agua como disminuir las hectáreas de riego.
Y es que a pesar de que el 59% de los encuestados afirman que en España no hay agua suficiente, solo un 22% es partidario de reducir el consumo, mientras que para un 37% bastaría con no aumentarlo. En el lado opuesto hay otro 37% que considera que la disponibilidad de agua es suficiente e incluso un 8% señala que es posible seguir aumentando el consumo.
Mejorar las infraestructuras y la eficiencia del uso
“El 40 por ciento de nuestras infraestructuras tienen más de 40 años y esto hace que tengamos un 15 por ciento de fugas de agua en la red de abastecimiento. Y este es un gran reto que debemos afrontar, el seguir renovando y mejorando tanto nuestra red de abastecimiento como la de saneamiento”, señala Arana.
El Instituto Nacional de Estadística cifraba en 652 hectómetros cúbicos las pérdidas reales de agua por fugas, roturas y averías de suministro y otros 413 hectómetros cúbicos de pérdidas provocadas por errores de medida, fraudes o consumos no autorizados no medidos en 2020.
Según los autores del Estudio Nacional de Suministro de Agua Potable y Saneamiento 2022 es preciso tanto renovar infraestructuras como construir otras nuevas y mejorar una inversión en políticas hídricas. Cifran en 4.900 millones de euros anuales la inversión necesaria para garantizar la calidad, la sostenibilidad y afrontar los retos futuros. Actualmente rondamos los 2.500 millones de euros de euros y el aumento implicaría, calculan, pagar 53 euros más por persona en España.
Graves pérdidas para la agricultura y carestía de precios
Las restricciones de agua por la sequía han tenido un drástico impacto en el campo. La agricultura, la ganadería, los cultivos intensivos y los pastos son los sectores más perjudicados. A consecuencia de ello, el Gobierno calcula que la producción de cereales este otoño invierno caerá un 40 por ciento con respecto a 2022, la producción de cebada se ha reducido en un 39 por ciento, la de trigo blando en un 36 por ciento y la de maíz un 20 por ciento.
A consecuencia de ello España deberá importar 20 millones de toneladas para satisfacer la demanda tanto de consumo como de fabricación de piensos.
La falta de agua también ha supuesto una reducción del 30 por ciento de la superficie de girasol y colza. Y también se esperan menores producciones de leguminosas en grano, principalmente lentejas. También a la baja tanto por la falta de lluvias como por las restricciones para el riego, la producción de frutas. En Andalucía la superficie de tomate sembrada se ha quedado en un tercio de la habitual y solo para el olivar se espera una campaña algo mejor que la anterior.
En ganadería, la producción en extensivo, es la más afectada por la sequía. Además de la escasa disponibilidad de pastos, también se encarece las materias primas para la alimentación animal, aumentando los costes de producción. Una situación que como ocurre con la agricultura ha disparado los precios de los productos alimentarios del campo.
Hay más. Y es que la proliferación de fenómenos climatológicos adversos hará previsiblemente de 2023 el año con mayor siniestralidad en la historia del seguro agrario. Se estima que las indemnizaciones sobrepasarán los 1.000 millones de euros en el conjunto del año, casi la mitad destinados a cultivos siniestrados por la sequía.
“Parte de ese dinero si no todo debería dedicarse a inversiones para mejorar las infraestructuras y adelantarnos a este tipo de situaciones que sí o sí se van a volver a repetir” zanja Arana.