De la gasolinera al diseño de videojuegos: la historia de un giro laboral en plena pandemia

Conocemos la historia de Jordi Millán, que ha cambiado radicalmente su vida profesional

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De la gasolinera al diseño de videojuegos, un giro laboral en plena pandemia

Carmen Labayen

Publicado el - Actualizado

4 min lectura

A Jordi Milán el gran salto profesional le ha llegado en plena pandemia. Llevaba ocho años trabajando en una estación de servicio y tras un curso intensivo de tres meses que comenzó en febrero justo antes de la irrupción del COVID ha logrado reconvertirse y cambiar radicalmente su vida profesional. Ahora trabaja en una empresa tecnológica en el diseño de aplicaciones para videojuegos.

“Es el mejor trabajo que he tenido hasta la fecha” asegura Jordi que explica que después de 20 años en diferentes sectores “siempre me ha gustado trabajar, pero disfrutar como ahora, pocas veces”.

Con 37 años a Jordi siempre le había interesado el diseño gráfico y algunos proyectos como autónomo en el sector contribuían a redondear su sueldo a final de mes. También y según explica a COPE intentó montar su propia empresa “me gusta emprender y fui cofundador de una startup que luego tampoco funcionó precisamente por la pandemia”.

Se sentía estancado en su vida profesional y decidió hacer un parón y reconvertirse apuntándose a un bootcamp sobre diseño de interfaces. Se inscribió en enero y terminó en abril. Una formación intensiva en diseño digital tras la que logró un trabajo nada más terminar mejor pagado y más flexible.

“Ya no solo en calidad de horarios y de vida porque también puedo trabajar en remoto, sino que mi salario ha aumentado en unos 8.000 a 10.000 euros anuales y estamos creando productos que son muy muy innovadores en el mundo de los videojuegos. Además, mi hijo mayor tiene 10 años y yo puedo jugar con él”, explica Jordi.

Y es que, aunque también habla maravillas de su trabajo en la gasolinera porque según subraya le encanta la atención al cliente, su empleo actual en una empresa tecnológica es todo un salto cualitativo y también de perspectivas.

“Ojalá que no falte el trabajo y sigamos hacia delante, yo confío en que va a ser así porque es un sector que está moviendo muchísimo dinero y ofertas cada día y la verdad es que estoy contentísimo con la decisión que tomé. Por ello animo a todo el mundo a hacerlo y también porque el mundo está cambiando y tenemos que cambiar con él” asegura.

Puso todo de su parte

Una vez tomada la decisión de formarse para poderse reciclar profesionalmente Jordi dejó su trabajo para centrarse en el curso intensivo y sacarle el máximo partido. Estudiaba día y noche y volvió a retomar los idiomas para poder optar a puestos internacionales.

“No había tenido nunca entrevistas en inglés y por el solo hecho de buscar trabajo también fuera de España y en plena pandemia se abrían otras posibilidades de trabajar en remoto para empresas por ejemplo de San Francisco o de Reino Unido y para tener abiertas cuantas más puertas mejor” señala.

También optó por un peculiar modelo de financiación. Y es que según cuenta Jordi “me llamó mucho la atención esta propuesta de empezar a pagar en el momento en el que encuentras empleo”.

Acuerdo de ingresos compartidos

En su escuela de formación le propusieron la posibilidad de financiar el curso y Jordi optó por firmar un acuerdo de ingresos compartidos que consiste en lograr un adelanto del dinero de la formación y lo pagas solo cuando tienes trabajo y de forma gradual hasta completar el importe del curso con un porcentaje bruto del suelo mensual y con un tope máximo.

A esta labor se dedica en España StudentFinance.

Mariana Gonzalez es directiva y cuenta a COPE que su labor de financiación “está limitada a sectores con alta empleabilidad como el tecnológico donde el 90 por ciento de las personas obtienen trabajo” y que están asociados con más de 30 escuelas de formación en nuestro país.

Entre quienes optan por sus servicios, explica, hay dos perfiles mayoritarios, profesionales de mediana edad en activo, en un ERTE o parados que buscan reciclarse profesionalmente y jóvenes universitarios que no encuentran trabajo o no universitarios que optan por una formación práctica y rápida como la que proporcionan muchas de esas escuelas.

“La diferencia con un banco es que si el beneficiario de la financiación no tiene empleo o por debajo de unos ingresos mínimos los pagos quedan congelados y, por ello, nuestra financiación es accesible para todo el mundo”, explica González.

Además de adelantar el dinero del curso en StudentFinance hacen un estrecho seguimiento de cada uno de los candidatos y también les ayudan con la inserción laboral. Llevan un año y medio en España y en este tiempo han financiado los estudios de 300 estudiantes.

“Yo semanalmente recibía unas 50 o 60 ofertas de trabajo que ellos iban encontrando y que se adecuaban un poco a lo que yo estudiaba tanto en España como en el extranjero” subraya Jordi, encantado con el apoyo recibido tanto para la búsqueda de empleo como para mejorar en las entrevistas o incluso emocional para lograr el cambio deseado.

Finalmente, su actual empleo lo encontró por su cuenta, pero según explica le tranquilizaba saber que a su propia búsqueda se unía la que efectuaban sus financiadores y en su escuela de formación.

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