¿Influye lo que comemos en nuestro estado de ánimo?
La dieta mediterránea, la más protectora para nuestra salud mental
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¿Influye lo que comemos en nuestro estado de ánimo? La ciencia ha establecido un claro eje entre el intestino y el cerebro tras estudiar durante una década relación entre gastronomía y neurología. Aunque hay alimentos capaces de estimular más que otros el bienestar emocional, los expertos consultados por COPE recuerdan que lo que más protege nuestra salud mental es la dieta mediterránea.
Alimentos como el chocolate negro, las frutas y verduras, el aguacate, las nueces o el pescado influyen en la producción de neurotransmisores y hormonas en el cerebro, lo que, a su vez, repercute en nuestra salud emocional. Así lo explica a COPE Mariel Colmán, doctora en Alimentación y Nutrición y docente en el Barcelona Culinary Hub quien defiende la existencia de la llamada cocina de la felicidad o el mood food movimiento originario de Japón.
“Los alimentos sí influyen en nuestro estado de ánimo contribuyendo a liberar neurotransmisores como la dopamina, la serotonina o las endorfinas que hacen que se activen ciertas zonas del cerebro responsables de hacernos sentir con un estado anímico más alegre. Asimismo, cuando los tenemos en niveles muy bajos somos más propensos a estar tristes” subraya Colmán.
Uno de los productos más estudiado por sus efectos antidepresivos es el chocolate negro también generador de bienestar emocional, según explica, “a condición de que tenga más de 70 por ciento de cacao porque es el cacao el que activa los neurotransmisores”.
“Me da más felicidad comer chocolate que fruta, disfruto mucho comiendo y no tengo predilección por nada en especial, pero creo que la comida yo creo que, sí que beneficia emocionalmente”, subraya Laura Pla de 39 años.
Para Rubén Sanz la felicidad está “en el cocido que me comí el sábado pasado y que fue el primero de la temporada”. Otros como Carla de 34 años prefieren las hamburguesas aunque admite que también las verduras le hacen sentirse bien. Y a Laura, de 47 años, lo que más le gusta es el marisco y el jamón ibérico.
Sin embargo, no siempre a lo que recurrimos para sentirnos bien es lo más beneficioso para nuestra salud física y mental. Todo depende de lo que elegimos y también de la cantidad. Y es que los alimentos cargados de azúcar y con alto contenido en grasa que se nos suelen antojar cuando estamos estresados o bajos de ánimo, por reconfortantes que parezcan no son beneficiosos más que de forma puntual y en el corto plazo.
Sí resulta positivo el consumo de nutrientes como el triptófano -que se encuentra en alimentos como el plátano, los lácteos, huevos o carnes rojas- ayuda a producir neurotransmisores idénticos a los que segregamos cuando hacemos deporte como la dopamina y tiene, según Colmán, un efecto calmante frente a la ansiedad y la tensión. Pese a ello “la cantidad de triptófano que tomamos no es directamente proporcional con la producción de neurotransmisores porque el cuerpo también se autorregula de manera natural y solamente produce la cantidad que necesita, es decir que, no por consumir más vamos a producir más”.
Un concepto, el de “cocina de la felicidad”, que, en cambio, discute Isabel Varela, investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y coautora de “Las moléculas que comemos” que considera que precisamente la complejidad de los distintos mecanismos de autorregulación de nuestro organismo dificulta que podamos actuar eficazmente sobre ellos más allá de un buen equilibrio nutricional que garantice su óptimo funcionamiento o de reforzarlos en caso de algún tipo de déficit.
“No hay alimentos buenos y malos en la dieta mediterránea, el éxito está siempre en el equilibrio. Hay mucho negocio, empresas, marketing y publicidad en el mundo de la alimentación y es importante dejarse guiar únicamente por profesionales y acudir al endocrino si sospechamos que tenemos alguna carencia. Si tú incorporas de forma equilibrada los alimentos que estimulan los neurotransmisores vas a estar bien, pero no porque aumentes mucho de uno vas a mejorar. Tendrían antes que haberte detectado un déficit que necesites suplir”, subraya Varela.
Y todo porque, según explica, “aunque la alimentación influye en la composición de bacterias en el intestino que colaboran con el cuerpo para mandar señales organizadoras a muchos órganos, entre ellos, el cerebro y hay alimentos que son más ricos en las moléculas básicas que te permiten sintetizar en tu cuerpo los neurotransmisores, la cantidad que tendríamos que tomar para fomentar esa síntesis sería una burrada el equivalente por ejemplo a toneladas de brócoli”.
Tampoco sería necesariamente lo más útil ya que como subraya esta investigadora y química de formación, “nuestro organismo está bien pensado y bien diseñado y hay un equilibrio muy perfecto entre lo que genera, lo que almacena y cómo lo transforma. Pensar entonces que podemos intervenir desde fuera en estos mecanismos no es tan obvio ni tan fácil como nos lo están contando”.
Considera que hace falta más investigación dentro de la que ya se conoce como psiquiatría nutricional para ver, según señala Varela, “hasta qué punto regulando la alimentación podemos ser capaces de intervenir en nuestras emociones y reacciones cerebrales algo que es, sin duda, un campo de exploración muy interesante y poco invasivo”.