Informe COPE: Huérfanos de violencia machista desamparados en buena parte de España

56 niños se vieron afectados por esta situación en 2023, es la cifra más alta desde que se tienen registros en nuestro país

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Sefi García explica el abandono a estos jóvenes de algunas comunidades autónomas y el ejecutivo

Sefi García

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56 niños se han quedado huérfanos el año pasado, víctimas de la violencia machista. Es la cifra más alta desde que se tienen registros en nuestro país. Según recoge el último informe COPE los últimos 10 años 433 menores han perdido a su madre asesinada a manos de su pareja o ex pareja. Solo 7 de las 17 comunidades autónomas tienen ayudas muy desiguales entre sí para estos hijos de madres asesinadas por sus parejas o ex parejas. Muchos de ellos tienen que salir adelante con pensiones que no superan los 800 euros.

Hace algo más de 15 años tres pequeños de 3 años, dos años y 5 meses se quedaron sin madre. Su padre la asesinó a puñaladas. Almudena, tía de los pequeños tenía entonces 22 años. “Mi hermana fue asesinada. Era muy joven. No dudamos en ningún momento mi madre y yo. Ni lo pensamos. Los niños se vinieron con nosotras”. Como en caso todos los casos, es la familia materna la que se hace cargo de los pequeños.

El cambio de vida fue brutal. “yo entonces trabajaba y estudiaba por la noche, y hacía vida de esa edad, de casi adolescente, entraba y salía con mi novio, más centrada en ti, en la diversión, en tu crecimiento personal. Y de repente llegaron tres niños muy pequeñitos a casa y cambión todo, se transformó todo. Nos cambió la vida por completo a mi madre y a mí”.

Los pequeños estaban acostumbrado a visitar a la familia, “aquí tenían su espacio, sus juguetes, conocían cada rincón de la casa para ellos no fue tanto shock como si hubiera sido una casa extraña, aunque no dejaba de ser un sitio al que venían de visita o a dormir alguna vez, pero echaban en falta a su madre, todos los días preguntaban cuando venía su mamá”.

Por desgracia en ningún momento tuvieron que explicarles qué había ocurrido porque presenciaron el asesinato. “Fueron ellos los que nos contaron a nosotras lo que había ocurrido, porque nosotras no sabíamos lo que había pasado. Nos contaron lo que vieron ellos y como supieron interpretarlo, porque eran muy pequeños”.

Y ahí empezó el segundo calvario para la familia, la víctima invisible de un horrendo asesinato.

Almudena es la voz de las familias de 443 menores que han perdido a su madre a manos de su padre en los últimos 10 años.

Pero hay muchas más víctimas: hay jóvenes huérfanos mayores de edad todavía más olvidados que estos niños.

Según datos recogidos por el Informe Cope del consejo general del consejo general del poder judicial, en la última década el total de huérfanos fue de 738, 377 menores y 380 mayores de edad. A los que hay que sumar los 56 menores de 2.023, lo que nos deja 813 huérfanos. El observatorio contra la violencia de género dependiente del organismo judicial, publicó en el año 2.020 un informe sobre los 1000 primeros casos de víctimas mortales por violencia de género en el ámbito de la pareja o la ex pareja: desde 2003 el número de hijos que habían perdido a su madre asesinada, según el organismo ascendía a 1.494. En 2.018, el 25% de los huérfanos mayores de edad vivían y dependían económicamente de la madre.

El apoyo familiar y la soledad

Nada de ayudas en aquel momento, ni económicas, ni asistenciales, ni siquiera de asesoramiento por parte de las administraciones. Al mayor de los hermanos, al de 3 años, lo atendió una vez un psicólogo de la seguridad social y en dos ocasiones más “lo llevamos a la cruz roja”. A su madre le dieron unas cuantas citas para psicología. Pero nada más. Tiraron como pudieron, tiraron como familia dependiendo solo de los recursos que podían aportar y llenando de amor a esos niños que habían presenciado el asesinato de su madre a manos de su padre.

Hoy son adolescentes y se comportan como adolescentes, pero Almudena nos confiesa que “realmente yo no se todavía si ellos van a arrastrar algún trauma de lo que les ocurrió. Puede que sí. Ahora es difícil de evaluar porque están con las hormonas disparadas, con miles de duda con respecto a su futuro, pero hasta ahora, no parecía. Nosotros, como el resto de las familias que han acogido a huérfanos víctimas de violencia machista, nos estamos volcando, dándoles todo, para que no sientan carencias”.

Desde ANAR nos cuentan que muchos de estos menores o sus familias de acogida les buscan. Diana Díaz, directora de las líneas de esta fundación asegura que estos menores se enfrentan a “la vivencia de experimentar un doble duelo. La falta de la madre y pierden también al padre porque ya no es una figura de vínculo, a lo que hay que sumar la estigmatización que supone ser hijo o hija de una persona que ha llegado a cometer un asesinato. Van a experimentar enormes secuelas psicológicas y posibles traumas como consecuencia de los hechos vividos y presenciados. Es una sensación de indefensión absoluta. Necesitan mucho apoyo familiar que les devuelva un entorno estable, cálido, porque tienen que superar ese doble duelo que están atravesando”.

La ayuda económica y el desamparo

Hasta 2.019 solo percibían pensión de orfandad aquellos cuya madre había cotizado a la seguridad social. Fue el fondo de becas Soledad Cazorla el que trasladó la necesidad de ampliar esa pensión a todos. Ahora, independientemente de la situación laboral de la madre asesinada, todos cobran una pensión de orfandad dependiendo de la renta de la familia que les acoge y que no supera los 800 euros.

Solo 7 de las 17 comunidades autónomas tienen ayudas económicas para los huérfanos.

Aragón, aprobó en 2.020 una ayuda mensual de 420 euros que perciben hasta los 18 años.

Asturias desde 2.021 les hace un pago de 3.000 euros al año hasta que cumplen 26 años.

Castilla La Mancha desde 2.021 hace también pago único anual de 2.000 o 4.000 euros hasta los 18 años

Castilla León desde 2.018 les da acceso gratuito a la universidad y un pago anual de 5.000 euros hasta los 18 años

Cataluña, desde 2.020, una indemnización, el pago único que es 10 veces el indicador de renta de suficiencia mensual si son menores de 26 años

Valencia, una indemnización de 75 mil euros independientemente de su edad, desde 2012.

Galicia aprobó en 2.022 una indemnización de 7.000 euros si el huérfano es menor de 30 años

Illes baleares, aprobó en 2.019 una ayuda mensual del 80% del IPREM hasta los 22 años.

En Asturias, si se continúa estudiando, se puede recibir la ayuda hasta los 26 años. En Baleares la ayuda se extiende hasta los 25 años si se cursan estudios académicos o formativos.

Y fue el empeño del Fondo de Becas Soledad Cazorla el que consiguió que la pensión de orfandad se ampliase a todas los huérfanos víctimas y que se vayan extendiendo las ayudas en las distintas comunidades autónomas. El fondo fue creado por la familia de la que fue la primera mujer Fiscal de Sala Contra la Violencia de Género. Ella decía, nos cuenta su hijo Joaquín, que los huérfanos de la violencia machista eran las víctimas invisibles, los grandes olvidados, y por ello crearon la organización en 2016 “por la profunda y tremenda situación de desamparo en la que se encuentran tras estos crímenes-explica Joaquín García Cazorla, co-promotor del Fondo de Becas Soledad Cazorla- y esto deriva fundamentalmente en que en muchos casos no hay un escudo de protección que aplique a todos ellos a nivel estatal, no hay reconocidas para ellos unas ayudas específicas”.

El fondo ofrece ayudas de hasta dos mil euros, que pueden concederse hasta en cuatro ocasiones para financiar estudios, refuerzo educativo y ayuda psicológica, las necesidades más acuciantes que detectaron “para el buen desarrollo de las víctimas”.

La soledad de las víctimas

El desamparo de los huérfanos de violencia de género y de las familias que les acogen no es solo económico y desigual en función de dónde ocurra el asesinato. Falta información y ayuda. Se quedan solos preparando trámites y moviendo papeles sumidos en el dolor del trance reciente. “La situación de tremenda vulnerabilidad es económica, pero luego también es informativa. Tras los crímenes se abren multitud de trámites o frentes que tienen que abordar y muchas veces no saben cómo hacer- explica García Cazorla-Se abre el proceso penal, procedimientos civiles que tiene que ver con la situación de acogimientos, si quieren cambiar de apellido, qué ayudas tengo en mi comunidad, puedo o no solicitar la ayuda por delitos violentos… Lo que se abre es una situación de tremenda vulnerabilidad y desamparo en un momento en el que el dolor es terrible, pensar en cualquiera de estas cosas lo que supone para estar personas huérfanas o sus familias de acogida es terrible, es una situación terrible”.

Almudena acudió en su momento a la Fundación Fondo Becas Soledad Cazorla, que trabaja con la Fundación Mujeres. Desesperada por la falta de apoyo e información por parte de las instituciones. “Todo fue a base de luchar, de pelear, de llamar a puertas que nos cerraban en las narices, añadiendo el pesar del drama que tienes encima. No solamente nos encontramos con el duelo por el asesinato, si no que tenias también todo el papeleo institucional, recibiendo maltrato, porque no nos comprenden”.

De esto hace más de 15 años. Lo que sorprende que Almudena es que “todavía no exista una figura que se ocupe de nosotros. Es increíble como de pueblo a pueblo cambia, hay normas diferentes, ayudas diferentes, unos están mejor atendidos, otros peor”.

La pelea ahora está en que cese el abandono, que se cree una figura única formada, que todos tengan ayuda y el mismo trato. “Ellos (los huérfanos) son víctimas y nosotros también-recuerda Almudena-el asesinato nos cambió la vida por completo. Mi vida no era la que yo iba a vivir, y a todos se nos ha abandonado, sobre todo a los pequeños”.

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