Jóvenes adictos de los videojuegos. Cómo dejar atrás esta esclavitud

Conocemos la historia de Álvaro, que ha logrado superar sus adicciones

Jóvenes “yonquis” de los videojuegos y cómo dejar atrás la adicción

Carmen Labayen

Publicado el - Actualizado

4 min lectura

Con 23 años Álvaro ya ha superado una cadena de adicciones, primero a los videojuegos y después a la droga, breve paso por las apuestas online. No se considera ningún superhéroe pese al giro radical que ha experimentado su vida. De adolescente “yonqui” ha pasado a ser un joven con trabajo y ganas de ir a la Universidad. Ya en su niñez quería que la tierra le tragase, pasar desapercibido ya que tenía problemas, entre ellos un diagnóstico por déficit de atención, que no lograban resolver los psicólogos, neurólogos y terapeutas que junto a su madre visitaba Álvaro como adolescente. En esta situación llegó su primer problema de adicción, los videojuegos online. Antes de que se diera cuenta pasó de jugador social a estar encerrado y enganchado más de 14 horas diarias.

 

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“Les decía a mis padres que iba a misa y me iba a jugar con los amigos al cibercafé, pero incluso en esa época era más bonito porque quedabas con tus amigos y jugabas un par de horas. Ahora es totalmente diferente, estás solo encerrado en tu habitación. Cuando me regalaron un ordenador con 13 o 14 años es cuando empieza la hecatombe”, explica a COPE Álvaro León.

Su droga por aquel entonces no era una sustancia, sino un videojuego llamado League of Legends (Liga de las Leyendas). Un juego por el que llegó a no presentarse a Selectividad y por el que mentía a su familia para no tener que comer o cenar para poder seguir compitiendo en equipos en rondas que encadenaba de 40 minutos cada una. “Comía y cenaba delante del ordenador y la pizza era lo mejor por ser también lo más rápido porque no puedes pausar el juego. Cuando termina otra ronda, si has perdido, quieres volverlo a intentar y, si ganas, seguir acumulando puntos y subiendo en el ranking”, relata.

Así estuvo 7 años, 5 de ellos jugando de forma intensa en pleno bachillerato. Un descenso a los infiernos que iba a continuar o compaginar con la droga, principalmente marihuana y hachís, entre otras sustancias que llegó a consumir con cada vez mayor frecuencia. De vez en cuando también llevaba a cabo alguna apuesta online, se inscribió en todas las casas de juego usando el crédito inicial y “daba igual que fuera fútbol que hockey”. “No hacía nada, jugar, consumir y bueno, que pasaran las horas. Respiraba un poco por no morirme” señala Álvaro.

Hoy es otra persona. Junto a su madre, como ocurre en casi ocho de cada diez casos, decidió pedir ayuda. Acudieron a Proyecto Hombre e inició todo un proceso de rehabilitación cuando tenía 20 años. “Te mentiría si te dijera que no cuesta revisar tu estado emocional, aprender a decir que no, reconocer qué aficiones merecen la pena y cuales no y ser honesto contigo mismo” subraya Álvaro. Merece la pena, asegura, porque “he cambiado totalmente, vuelvo a tener familia, me levanto cada día y voy a trabajar con ilusión y he llenado también mi vacío existencial”.

“Yo lo digo con la boca llena. He ido a Proyecto Hombre para poner solución a mis problemas”, porque según constata este joven que se ha formado en el ámbito de la integración social, “de ti mismo es difícil escapar”. Ahora tiene trabajo. Tras ser voluntario le han fichado en la ONG Poblado Mundo en Jaén, donde reside, y sus amigos ya no son telemáticos. Lo único bueno, señala, es que gracias a sus contactos online conoció a su futuro cuñado. También Álvaro sueña con un futuro en pareja, trabajando y con mayor formación. Y se proyecta además viajando, algo impensable hace poco tiempo.

Y es que para quienes se los trabajan, los sueños tienen bastante más posibilidades de cumplirse. También lo aprendió en terapia. En junio viajará a Colombia para colaborar con el proyecto de cooperación que allí desarrolla la ONG para la que trabaja, la construcción de una fábrica textil para mujeres cabeza de familia. “Cuando la sociedad te da mucho, de alguna forma tú lo tienes que devolver” concluye bajo la mirada fraternal de su terapeuta en Proyecto Hombre, Pedro Pedrero, quien a su llegada para esta entrevista le da un abrazo que impresiona.

Superar una adicción, subraya Pedrero, es un proceso de más de un año que requiere de un abordaje integral, atendiendo a las diferentes áreas de la persona, incidiendo en los aspectos conductuales, cognitivos y emocionales. Se trabaja la adquisición de recursos que permiten cambiar y al mismo tiempo las habilidades sociales y también profesionales. Todo porque la mitad de las personas con una adicción acaban perdiendo su trabajo. "La rehabilitación comienza desde que franquean la puerta de la asociación", añade.