Jóvenes médicos como Isabel confirman con la crisis del coronavirus su vocación profesional

Ese altísimo número de curados es el que como nos cuenta esta joven médico hace que el trabajo allí sea “más reconfortante”, explica Isabel a COPE

Jóvenes médicos como Isabel confirman con la crisis del coronavirus su vocación profesional

Carmen Labayen

Publicado el - Actualizado

3 min lectura

Cuando en el hospital madrileño de Getafe en el que trabaja como residente de segundo año Isabel Tornero pidieron voluntarios para ir a Ifema ella no lo dudó. Las ganas de ayudar en todo lo posible y de ser útil la llevaron a querer compaginar sus guardias nocturnas con una nueva labor en el hospital de campaña madrileño. Allí a sus 26 años está aprendiendo mucho, según explica a COPE. Con su trabajo en plena emergencia sanitaria por el COVID-19 ha confirmado que no se equivocó al estudiar medicina. Es su profesión y también su pasión.

Con 26 años y muchas ganas de mejorar, Isabel forma parte del turno de mañana en el hospital a donde acude en transporte público. Llegó allí hace ya tres semanas, por entonces entonces nos cuenta “el Ifema estaba aún en pleno montaje y organización y el trabajo se hacía difícil”.

La primera semana de la emergencia lo pasé muy mal porque era todo muy nuevo y nos enfrentábamos a un hecho sin precedentes” nos explica.

En la falta inicial de logística y de medios -ahora ya subsanada con todo tipo de máquinas de diagnóstico- Isabel vio una oportunidad. “Es un hospital al que cuando acudí casi no podíamos pedir ni una analítica ni nada y era medicina de batalla. Pero ahora pienso en que la exploración con el paciente, a pie de cama con él es la medicina más genuina, con la que aprendes a desarrollar el ojo clínico” afirma esta médico que estudió en la Universidad de Castilla La Mancha.

No se arrepiente de haber dado un paso al frente porque según señala la labor en Ifema está siendo “una buena experiencia” ya que “me estoy encontrando con gente muy trabajadora, muy entregada a la causa y estoy aprendiendo mucho. Son motivos por los que me ofrecí como voluntaria”.

Y todo porque aunque según reconoce “estoy aún en formación, yo creo que cualquier ayuda es buena y lo único en lo que he pensado es en ayudar”.

Su día a día transcurre en el control al que ha sido asignada y donde un equipo de profesionales exploran a unos 50 pacientes diarios y determinan si procede el alta médica o algún tratamiento previa petición de pruebas médicas.

En total y desde que se puso en marcha el hospital de campaña madrileño allí han ingresado más de 3.300 personas, de las que más de 2.300 han sido dadas de alta. Una proporción mucho mayor que en otros hospitales de España ya que aunque en estos momentos nueve personas estén ingresadas en las Unidades de Cuidados Intensivos de IFEMA y según subraya Isabel se tratan, en general, casos más leves.

Ese altísimo número de curados es el que como nos cuenta esta joven médico hace que el trabajo allí sea “más reconfortante” que la que se desarrolla en otros centros sanitarios y es también un motor diario.

La otra cara de la moneda son los que no logran superar la enfermedad. “También los hay” asegura con pesar "y entre ellos algunos bastante jóvenes". Con cada uno de ellos e independientemente de su edad Isabel se plantea el mismo interrogante de fondo“¿se pudo haber hecho algo más?”.

¿Miedo al contagio? le preguntamos y ella responde con naturalidad que no se lo ha planteado mucho hasta recientemente pero por precaución vive sola y no está viendo a su familia ni a su novio para no ser, a su vez, foco de extensión del coronavirus.

De toda esta crisis y como futura geriatra también le preocupa la situación de los mayores y la dejadez de muchos de sus familiares. Como persona reflexiva ya planea qué soluciones ofrecer a estas personas de de la tercera edad para mejorar de forma importante y decisiva la respuesta social en el futuro después del suspenso colectivo que ha supuesto el COVID-19 y su letalidad en los afectados mayores. 

El 85 por ciento de los fallecidos hasta el momento en España tienen más de 70 años y esto solo incluye a las personas que pudieron ser previamente diagnosticadas, es decir, de las que fueron atendidas en los hospitales y no a quienes han muerto en residencias públicas o privadas cuya cifra total sigue sin proporcionar el Gobierno.

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