Adelgazar después de Navidad: qué son las dietas milagro y por qué no utilizarlas

Rebajar los 4 kilos que de media engordamos de forma saludable lleva tiempo y esfuerzo

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Diego Pinilla explica por qué hacer una dieta milagro es la peor solución para bajar de peso tras las fiestas

Diego Pinilla

Madrid - Publicado el - Actualizado

5 min lectura

Tras pasar el roscón y las cenas copiosas de las fiestas, ahora toca adelgazar y volver a la rutina, pero ojo porque no hay milagros. A pesar de que son muchos quienes recurren a dietas milagro como la de la sopa, la de la piña o la del tomate, según los expertos consultados por COPE esto es un error. Tienen carencias nutricionales y pueden provocar cansancio, irritabilidad o dolor de cabeza, sin contar con el posterior efecto rebote. Aunque pueda resultar más aburrido, perder peso y poder conservarlo, pasa siempre por mantener una dieta equilibrada, reducir cantidades y hacer más ejercicio.

Según constata el Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO), los españoles engordamos una media de cuatro kilos durante las fiestas navideñas y son muchos quienes recurren a las famosas dietas milagro. El problema es que estas dietas de lo más variopintas tienen carencias nutricionales y pueden provocar síntomas físicos y emocionales. Adelgazar de forma saludable, según los expertos consultados por COPE, lleva tiempo e implica un esfuerzo por nuestra parte.

“El objetivo principal con una dieta milagro es algo numérico. Se consigue perder peso de forma rápida, pero sin control. Lo considero un error porque no tiene nada que ver con un aprendizaje en nutrición o con la formación necesaria para controlar la ansiedad que a algunos les genera la comida”, explica a COPE el nutricionista Guillermo Rodríguez.

¿Qué empuja a la gente a hacer una dieta milagro después de Navidad?

Durante las fiestas se ingieren grandes cantidades de comida y se abusa de los azúcares dejando de lado las frutas y las verduras, y, por tanto, las vitaminas y los minerales, se ingiere más alcohol, se reducen las horas de sueño y se dedica menos tiempo a nuestro descanso, mermando los niveles de melatonina, y se realiza menor actividad física diaria. Un cóctel que favorece la ganancia de peso.

Pasadas las semanas la báscula no engaña y queremos volver a nuestro peso. A ello hay que sumarle los propósitos de año nuevo que nos impulsan a querer mejorar nuestra condición física y nuestro estado de forma. Ahí es cuando entran en juego las dietas milagro, cuyos objetivos son muy peligrosos. Prometen bajar de peso rápidamente sin tener en cuenta el estilo de vida de cada persona, un factor clave a la hora de mantener una dieta equilibrada.

Dietas variopintas y peligrosas

Hay dietas milagro cuya alimentación como las basadas en proteínas que, aunque a priori pueden parecer inofensivas, a la larga deterioran los riñones y el hígado. Otras, como la de la piña, consisten en comer solamente ese alimento durante tres días, dañando el sistema inmune.

Los expertos y el portal de alimentación y salud, InfoAlimenta, avalado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, las clasifican en cuatro grandes grupos:

- Dietas hipocalóricas desequilibradas, que suponen un déficit calórico extremo. Producen déficits de determinados nutrientes si se mantienen en el tiempo y otros síntomas físicos como cansancio o dolor de cabeza y emocionales.

- Dietas disociadas. En estas dietas no se pueden mezclar en una misma comida alimentos ricos en hidratos con otros ricos en proteína o grasa. Algo ilógico, según los nutricionistas, y sin evidencia científica, aunque si separamos la carne de los hidratos y solo tomamos carne, por ejemplo, pueda resultar menos calórico, pero a la larga también es dañino por ser desequilibrado.

- Dietas excluyentes. Basadas en eliminar algún macronutriente de la alimentación como por ejemplo los hidratos de carbono, las proteínas o las grasas. Aunque se pierde peso, son contraproducentes porque favorecen la pérdida de masa muscular.

- Monodietas. Solo se puede comer un mismo alimento durante todo el día, por ejemplo piña, tomate o alcachofa. Contribuyen a eliminar líquidos, pero mantenidas en el tiempo las carencias nutricionales son enormes.

El impacto emocional de las dietas milagro

A la larga las dietas milagro tienen en común el que ninguna funciona. A la larga hay efecto rebote porque es difícil mantenerlas en el tiempo. A su impacto físico se une el emocional. Y es que, según cuenta a COPE Sonia Cobos, psicóloga del Centro Psicoabreu de Málaga: “crean culpa, frustración, estado de ánimo bajo y apatía”.

Aunque pueda resultar más aburrido, los expertos aconsejan mantener una dieta equilibrada, reducir cantidades y hacer más ejercicio a quienes quieren perder peso. Para eso es necesario saber cuántas calorías debemos ingerir al día y la respuesta no es exacta. Depende del sexo, la edad y el estilo de vida de cada uno.

Tampoco logramos reducir peso de la noche a la mañana. El nutricionista Guillermo Rodríguez ha explicado para COPE que el proceso tiene que prolongarse en el tiempo hasta que estos pequeños pasos se convierten en un hábito “los nutricionistas tenemos que hacer una formación de cómo llevar una alimentación saludable para que los pacientes tengan un aprendizaje y eso, evidentemente, lleva tiempo. El objetivo final es que ellos, a la larga, puedan mantener una dieta equilibrada por sí mismos”.

Aun así, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció un cálculo genérico en una nota descriptiva: Entre 1.600 y 2.000 calorías diarias para las mujeres, y entre 2.000 y 2.500 para los hombres.

La hoja de ruta para bajar de peso pasa por ponerse en contacto con un profesional y seguir sus consejos para lograr hábitos alimentarios saludables hasta convertirlos en nuestra forma de vida. Todo sin olvidarnos que la dieta mediterránea, basada en las cocinas tradicionales de Grecia, Italia, Croacia y otros países que bordean el mar Mediterráneo como España, es la mejor dieta del mundo según la prestigiosa clasificación que elabora todos los años la revista estadounidente 'US News & World Report'. Tenemos los medios, pero debemos aplicarlos.