Las drogas no son cosas de mujeres
Los estereotipos de género prevalecen en el consumo de drogas. Se normaliza en los chicos y se penaliza cuando quien consumen son ellas
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Las mujeres son según los estudios las que más consumen drogas legales (tabaco y alcohol) mientras que el consumo de sustancias ilegales está protagonizado por los chicos. A pesar de estas cifras, un estudio demuestra que el discurso mayoritario de los jóvenes es que las drogas no son cosa de mujeres. Se normaliza en los hombres como “algo típicamente masculino”, algo de lo que se puede alardear sin ser juzgado. Sin embargo, cuando es la chica la que consume se la somete a un juicio social con ideas del tipo de es “una mujer descontrolada”, “poco femenina” o que “busca algo más”.
Así se desprende del estudio cualitativo que ha realizado la FAD y la fundación Reina Sofía sobre adolescencia y juventud. Han trabajado con grupos de jóvenes de entre 16 y 24 años y sus familias para entender qué hay detrás de las cifran cuantitativas que ya manejaban desde la Encuesta sobre uso de drogas en Enseñanzas Secundarias en España 2016/2017. Ahora se trataba de saber cómo y qué piensan los jóvenes y sus familias.
“Hay un discurso compartido por chicos y chicas que tiene que ver con como el consumo es algo indisoluble a un cierto tipo de ocio, el de marcha de fin de semana. Tiene que ver con un consumo de sustancias normalizadas como es el cannabis y el alcohol”, como explica Anna San Martín del Centro Reina Sofía, que ha presentado el estudio. Se desprende también de él que los jóvenes creen que “aporta diversión deshinibición y permite disfrutar más de las relaciones sexuales”. Esta percepción normalizada se admite siempre y cuando el consumo no salga del ámbito del fin de semana, por la noche; los jóvenes creen que lo contrario implica sobrepasar los límites y es ahí donde puede haber problemas. Mientras tanto, todo es normal.
Ahora bien, los problemas no se perciben igual si el que consume es un chico que una chica. Las conclusiones de los paneles -50 jóvenes y 20 progenitores- ponen de manifiesto que el consumo en el hombre es aceptado y consentido. Ellos temen meterse en peleas, mientras que a ellas, lo que les preocupa por encima de todo es una agresión sexual. El estudio revela que las jóvenes se culpabilizan mucho más y se responsabilizan del consumo.
Atendiendo a los datos, se percibe que se teme más las consecuencias del consumo, que el propio consumo de sustancias en sí, que han dejado de percibirse como algo peligroso para la salud, al margen de las consecuencias que acarrea el descontrol,
¿Qué pasa en la familia?
La realidad que preocupa a los expertos es que las familias no hablan de drogas en casa, y si lo hacen también están sometidas a los estereotipos sociales, aunque se demuestran preocupados por los ambientes que frecuentan los hijos. Los padres, por ejemplo se muestran más protectores con las hijas, mientras que son permisivos con los hijos varones. Si hay familias con hijos de distinto sexo, las hermanas tienen menos libertad que los hermanos. Ellas soportan más los límites que normalmente marcan los padres.
Dentro de la familia se ve normal que el descontrol en el consumo sea implícito al hombre, mientras que es inconcebible en una joven porque ven riesgo de agresión sexual en chica que consume de manera incontrolada. Ellas mismas consideran que el riesgo de consumir drogas afecta a su imagen. A pesar del discurso y el posicionamiento de unos y otros, no hay una iniciativa de diálogo en las familias como explica Ana Sanmartín: “eluden hablar de consumos, sólo se habla de alcohol porque no asumen que puedan consumir otras sustancias”, y lo más increíble “ los padres no conciben que haya intencionalidad por su parte”, es decir, creen que si lo hacen es por la presión del grupo o porque alguien le ha puesto alguien en la copa, no por iniciativa propia.
Sanmartín pone el foco en un aspecto importante que los padres explican: “Hay padres que hablan de iniciarlos en ese consumo; cuando escuchamos eso de que 'prefiero que consuma conmigo que lo haga por ahí'. Eso, en las chicas, no se concibe. Es curioso porque los padres nos dicen que toda su tarea es que aprendan a decir que no, pero más allá de esto no se habla del día a día, si mi hijo viene borracho miro para otro lado. Hay un pacto de no abordaje. Todos tienen hijos esplendidos que no consume drogas”.
Beatriz Martín Padura, directora de la FAD, ha explicado que este estudio aporta muchos datos “para poder abordar la prevención con una perspectiva de género”.