Las Escuelas de Segunda Oportunidad, auténticas rescatadoras de Ninis
6 de cada 10 retoman los estudios o logran un trabajo
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Casi 8.000 jóvenes de entre 15 y 29 años estudian en las 43 Escuelas de Segunda Oportunidad que hay en España al rescate de jóvenes que ni estudian ni trabajan. Son chavales que no encajan ni en el sistema educativo, incluida la Formación Profesional, ni en el mercado laboral. Gracias a un acompañamiento personalizado a cargo de 900 profesionales en 9 Comunidades Autónomas, 6 de cada 10 logran un empleo o retoman los estudios.
El 78 por ciento de sus alumnos son chicos porque ellos presentan mayores tasas de abandono escolar que ellas. Cuando ingresan en una Escuela de Segunda Oportunidad lo que les espera es un acompañamiento personalizado e integral en el que se explora con ellos los sectores de formación que más les interesan y se tiene en cuenta aquello que hasta ahora les ha impedido integrarse en la formación reglada o lograr un empleo.
Como explica a COPE, José María Usón, coordinador de la Escuela de Segunda Oportunidad de la Fundación Federico Ozanam en Zaragoza, el funcionamiento de estos centros que operan en red para ofrecer a cada alumno los cursos que más les interesan y reforzar las competencias lingüísticas, matemáticas y tecnológicas de todos ellos para maximizar las oportunidades de estos jóvenes que mayoritariamente tienen entre 16 y 20 años.
“Hay equipos de trabajadores sociales, orientadores laborales y personales y psicólogos que van a ayudar a cada persona a tomar decisiones y hacer con cada uno de los alumnos una ruta distinta que en algunos casos puede durar meses y en otros casos años, hablamos de 4, 5 ó 6 años. El objetivo final es que puedan retornar a la formación reglada y si no es posible pues que aprendan un oficio y unas competencias transversales con las que puedan tener oportunidades de futuro” señala.
La posibilidad de crecer y de aprender algo que les gusta
A esta escuela llegó en octubre Imán Mehemri que ahora tiene 19 años. Tras dejar el instituto está estudiando mantenimiento microinformático, una formación que considera útil y que le ha hecho sentirse bien consigo misma al tiempo que ha despertado sus ganas de seguir aprendiendo después de una etapa escolar difícil porque según nos cuenta “cuando estudiaba no comprendían la falta de motivación ni las dificultades de aprendizaje y me pintaban el mundo como si no estudias y no apruebas no va a ser nadie en la vida. Yo tenía miedo de dejar el sistema porque pensaba que no llegaría a aprender nada ni a hacer nada. Por entonces nadie me habló de que existieran Escuelas de Segunda Oportunidad”.
“Aquí me he dado cuenta que la vida no son solo los estudios y los títulos, sino que es cuestión de tener ganas y que te puedes formar de muchas maneras diferentes en algo que te gusta. Y es que utilizo mucho lo que aprendo tanto en mi casa con mis amigos y me encanta esa sensación de poderles ayudar con cosas que ahora manejo y antes no como reparar sus móviles o sus portátiles. Lo que más me gusta de la Escuela de Segunda Oportunidad es que te tratan como persona adulta y que aquí he recuperado la motivación y la autoestima hasta el punto que voy a seguir formándome toda la vida. Antes ni se me hubiera pasado por la cabeza el estudiar nada solo quería irme a mi casa y quedarme encerrada”, nos cuenta.
Otro alumno de esta misma escuela en Zaragoza es Santi Cediel. Terminó la ESO, pero como Imán todo se torció en el instituto. Ahora tiene 20 años y lo que más destaca de su experiencia es la buena integración con el resto de sus compañeros y el salto que ha logrado en el dominio de la técnica.
“La verdad siento que mi vida ha cambiado bastante, me desenvuelvo mucho mejor y tengo la impresión de que estoy mejor preparado para la vida laboral” asegura.
Todos estos alumnos, según subraya Usón, “tienen una capacidad personal que hay que descubrir en cuestiones artísticas, manuales o tecnológicas” y, tras años de experiencia, lo que constata es que “hay dos grandes momentos la elección de algo que les interesa y en lo que piensan que se pueden desenvolver bien y el clic que hacen cuando su nivel de maduración personal les hace dar el paso hacia mayores cotas de responsabilidad. Cuando lo logran y es algo que, a cada uno le lleva su tiempo, se produce el cambio”.
Muy atento a las palabras de Imán y Santi está David como responsable del proyecto de microinformática en el que llevan formándose desde octubre. Explica a COPE que lo que más le gusta de su trabajo es “poder orientarles, acompañarlos y poderles echar una mano en este proceso de formación y con cualquier problema que tengan en casa o cualquier otra carga. Y es que yo entiendo que sin esa parte social, emocional y familiar completa, sacarte lo demás es muy difícil”.