Las secuelas para los hijos de un divorcio conflictivo son difíciles de superar

Para muchos de estos hijos la ruptura de sus padres supone no volver a ver durante años a su padre ó a su madre y con ello a la mitad de su familia

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Carmen Labayen

Publicado el - Actualizado

5 min lectura

Cada año en España hay 100.000 divorcios y separaciones y en los casos más conflictivos demasiados padres acaban anteponiendo irresponsablemente su odio, su resentimiento o sus intereses económicos al bienestar emocional de sus propios hijos. Los expertos creen que ocurre en 2 de cada 10 casos y copan el 90 por ciento de los procedimientos judiciales. Es un maltrato invisible, un secuestro emocional que pagan los niños y que es especialmente difícil de superar.

Para muchos de estos hijos la ruptura de sus padres supone no volver a ver durante años a su padre ó a su madre y con ello a la mitad de su familia. Es la situación en la que se encuentra en este momento Santiago. Lleva tres años y medio sin ver a sus hijos y no puede ocultar su emoción cuando recuerda que esta serán su cuarta navidad sin ellos.

Tras 18 años de matrimonio y de pensar que tenía una vida establecida y ordenada, un divorcio difícil le privó de la compañía de quienes más quería. Su hija mayor acaba de cumplir 18 años y sus otros hijos son mellizos y tienen 16. No pasa un día sin que Santiago piense en ellos. Lo que más desea es “fundamentalmente abrazarles, abrazarles, y decirles que les quiero. Que les echo de menos y que son para mí fundamentales”.

Toda una declaración de un padre que trata de seguir en contacto con sus hijos como puede y que lleva tras años y medio acudiendo a todas las reuniones del colegio y del instituto mientras pelea en los tribunales. Le rompe el corazón no poder ser cómo el dice un “padre normal” y que los pocos mensajes que recibe de sus hijos no sean precisamente positivos.

“Yo tenía una excelente relación con ellos, tenía muy buen contacto, podía hablar con ellos y ahora no puedo ni llamarles por teléfono. En algún momento tendrán que ver la verdad de las cosas y es que tienen un padre y una familia que les quiere aunque no les vea. Y por eso voy a seguir luchando para que esto cambie”.

Su situación la conoce bien Ana María. Dispone de tan solo una hora por semana para hablar con su hija de 13 años y sueña con que su hija pueda volver a casa pronto. Los tribunales le dan la razón asegura pero su ex marido incumple de forma sistemática las resoluciones sin que esto le haya supuesto más que alguna multa simbólica.

“En mi casa llevamos casi cuatro años que no se pone un solo adorno de Navidad, cuando nos reunimos la familia en Nochebuena, Navidad o Reyes, muchas veces y sin decir nada a nadie yo me tengo que levantar de la mesa porque se me saltan las lágrimas al pensar en mi hija y no quiero aguarles la fiesta al resto. Hay veces que cenando algo me recuerda a ella y pienso en las experiencias tan bonitas que se está perdiendo”. Mucho sufrimiento ante unos hijos subrayan que te llegan a odiar. Lo corrobora Natalia, sus padres se divorciaron y a ella le tocó en medio. Sigue tratando de superar una situación que le ha llevado a autolesionarse e incluso a intentar suicidarse.

“Mi infancia la tengo borrada toda, solo me acuerdo de algunas cosas, malas todas” asegura Natalia que tenía 6 años cuando sus padres se separaron. Ella pasó 5 años sin ver a su madre “yo le tenía muchísimo asco a mi madre, no quería ni que me tocara”. Ahora vive con su madre y ha logrado reconstruir el vínculo. “Yo también he tenido mi época rebelde y he estado inaguantable y por ello yo he pedido perdón a mis padres y a mis hermanas, pero ellos a mí no me han pedido perdón” señala Natalia que se refugia detrás de sus 25 tatuajes que resumen una historia, la suya, con demasiado sufrimiento.

Un sufrimiento que ha dejado atrás Cristina. Llevaba 20 años sin hablarse con su padre cuando su novio le dijo que antes de casarse le quería conocer. “Lo buscó, lo encontró, le pidió mi mano y allí se abrió una nueva luz y esperanza en la que yo decidió reiniciar la relación con mi padre”. Ahora Cristina tiene 53 años y si cuenta su caso es para ayudar a otros.

“En el caso de mi padre fueron casi 20 años sin Navidades, cumpleaños y esos momentos que la vida te va dando pero la vida es tan maravillosa que al final nos hemos podido decir todo lo que nos queremos y esto borra el dolor de tantos años” explica Cristina que con su marido ha adoptado a 4 niñas de Madagascar que también se benefician de pasar tiempo con el abuelo.

Abuelos que también sufren y mucho como Lucía que tiene clavado en su corazón que su nieto no pudo despedirse de su marido que falleció hace un año porque ese fin de semana no tocaba visita y su madre se lo llevó fuera de la ciudad. La lucha de Santiago, de Ana María o de Lucía es la de muchos otros padres, madres y abuelos que están en esta misma situación y la de muchos hijos quienes a veces años después caen como Natalia o Cristina en la manipulación de la que fueron víctimas.

Para ayudarles trabajan Fundaciones como Filia de Amparo al Menor y solo el año pasado recibieron 6.000 peticiones de apoyo. Denuncian este maltrato invisible que sufren los niños y quieren sensibilizar a la sociedad para que no miremos hacia otro lado. Además de medidas de mediación obligatoria por el bien del menor en divorcios conflictivos abogan por que se vele por el cumplimiento de las resoluciones judiciales y que se aplique si es preciso también el código Penal en los casos de incumplimiento familiar.

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