Los comedores sociales continúan con su labor pese al coronavirus
El comedor social que la Orden de San Juan de Dios tiene en Ciempozuelos (Madrid) es un claro ejemplo de que la solidaridad resiste a todo tipo de crisis
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Han tenido que adaptar sus horarios y también la forma de entregar los alimentos, pero el comedor social que la Orden de San Juan de Dios tiene en la localidad madrileña de Ciempozuelos sigue cumpliendo con su función de lunes a domingo, 365 días al año y así desde hace una década. Allí continúan muy activos en pleno Estado de Alarma por el coronavirus.
Tras las medidas decretadas por la emergencia sanitaria, son los trabajadores del centro, y ya no los voluntarios como antes, los que se encargan de repartir las provisiones a las 80 personas que acuden diariamente a la cita.
Para ello, Begoña Fernández, que es trabajadora social, acude, como María, cada día para iniciar la distribución que llevan a cabo entre las 12h y las 13.30h. Para llevar a cabo esta labor solidaria en beneficio de los colectivos más vulnerables, dejan por ese espacio de tiempo a un lado el teletrabajo que llevan a cabo el resto del día para acudir al Centro de Ciempozuelos y posibilitar el reparto.
“Antes podíamos ofrecer una comida caliente con primer plato, segundo plato y postre”, explica a COPE Begoña, que lleva el área de desarrollo solidario en este Centro de San Juan de Dios. “Ahora les damos dos bocadillos (uno para la comida y otro para la cena), bebidas y postres”. Además de otro tipo de productos alimentarios, como “leche, galletas, conservas, azúcar, galletas ó arroz”.
Los bocadillos los elaboran en el centro y el resto de los alimentos proceden del banco de alimentos, del Fondo de Ayuda Europeo para los más necesitados FEAD y de donaciones privadas. Es un supermercado a pequeña escala, con alimentos donados, el que tienen ahí montado “de forma excepcional” y que incluye también, cuando se requieren, medicamentos.
Seguridad, pero ante todo solidaridad
Todo se entrega respetando las medidas de distanciamiento social previstas por Sanidad. “Tenemos un mostrador pequeño delante del comedor social y sobre él vamos dejando las bolsas con comida para que ellos las puedan ir cogiendo respetando la distancia necesaria”, subraya Begoña.
Junto a ella muchos días está María, también trabajadora social. Admite que, aunque muchas cosas han cambiado con esta crisis, ellas tratan de llegar al mayor número posible de gente.
“Siguiendo las medidas preventivas, somos nosotras quienes garantizamos el reparto en lugar de los voluntarios que lo hacían antes”, explica.
Las necesidades de las personas en situación vulnerable son las mismas que antes de que el COVID19 generase estragos. Desde el 15 de marzo, no han notado mayor afluencia de personas, pero sí, según explican a COPE, que vienen menos mayores.
“Atendemos a unas 70 o 80 personas al día y ha cambiado algo la composición de quienes vienen. Muchos mayores han dejado de acudir y son sus vecinos o conocidos los que les llevan la comida que aquí se reparte”, subraya Begoña.
Personas solidarias capaces de recibir y a su vez de dar, como las trabajadoras incansables de este comedor social que más que a comprar salen de sus casas a ayudar a quienes más lo necesitan.