La mitad de los universitarios, diez años después de acabar sus estudios, cobran menos de 1.500 euros
Nos cuesta 5 años más que al resto de europeos lograr un puesto de trabajo digno
Publicado el
7 min lectura
5 de cada 10 universitarios que acabaron su carrera hace 10 años cobran menos de 1.500 euros. Es la dura realidad del mercado laboral español. Según datos del Informe CYD, España es el país de la Unión Europea con mayor porcentaje de trabajadores graduados que no trabajaban en los puestos que les correspondían por sus estudios y preparación. Tardamos, al menos, un lustro más que nuestros homólogos europeos en alcanzar el puesto de trabajo para el que nos preparamos.
La importancia de los estudios
Todos pensamos que pasar por la universidad nos ayuda a lograr una mejor empleabilidad.
De hecho y a pesar de que cada vez hay menos jóvenes por la baja de la natalidad en España, la población universitaria ha crecido un 6 por ciento según el estudio CYD. La preferencia por cursar estudios universitarios se ha incrementado desde el 24 por ciento de 1998 hasta el 34 por ciento de 2020. Somos menos población joven, pero con más ganas o posibilidades de tener estudios universitarios.
Durante la crisis de 2008 se hizo viral en España un dicho sobre la Universidad cómo una fábrica de parados. Pero los datos del INE, lo desmienten.
Entre 2008 y 2019, se crearon 1,5 millones de empleos para trabajadores con titulación superior, mientras que se destruían cerca de 3 millones para los que tenían una formación inferior. Una tendencia que hemos visto se ha vuelto a repetir con la crisis del COVID. Según el INE, entre 2018 y 2020 se han creado 437.000 empleos con formación superior.
Y es que no hay ninguna duda de que la formación superior protege contra la crisis y el desempleo. Si nos centramos en los datos de paro, la tasa se reduce un 44 por ciento en los graduados, hasta un 49 por ciento entre aquellos que tienen un máster con respecto a quienes no han completado la educación secundaria.
¿Estamos sobrecualificados para los puestos que ocupamos?
Podemos afirmar que es cierto. Pero no es problema nuestro, sino de la debilidad estructural del mercado laboral español, donde es normal prolongar excesivamente los contratos temporales y los salarios bajos.
Según el último informe de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas, CRUE, en el mercado laboral español, las empresas pueden contratar inicialmente a un licenciado en Administración y Dirección de Empresas con categoría de administrativo para desempeñar un trabajo de técnico y mantenerlo en esa categoría durante algunos años, desarrollando un prolongado “periodo de prueba” en el que se le van mejorando paulatinamente su retribuciones mediante variables, pero sin cambio de categoría.
“A los universitarios españoles les cuesta más alcanzar el nivel de retribución acorde a su nivel de formación que a sus homólogos europeos. Luego ya sí, pasados unos 5 años, consiguen ponerse al nivel que les corresponde desde un inicio”, explica José Antonio Pérez, profesor de la Universidad Politécnica de Valencia y uno de los autores del informe.
De ahí que no sea raro que muchos de nuestros mejores estudiantes acaben trabajando en el extranjero: allí reciben ofertas de trabajo y las comparan con las de España, y clarísimamente las condiciones son mil veces mejor allí”. Para Pérez, es normal que decidan comenzar su vida laboral fuera de nuestras fronteras, cuando vuelven, si es que vuelven, lo hacen con mejores condiciones, evitando los primeros años de inserción laboral española.
¿Qué pasa con el empleo en España?
Al mercado laboral español le cuesta catalogar los empleos en el nivel de la categoría que le corresponde al trabajador. Según Pérez esto se debe a que: “tenemos una tasa de paro elevado, lo que genera un ejército de reserva.... si tienes mucha gente en paro, baja el precio de los que tienen trabajo”.
De hecho y según el informe de CRUE, casi el 32 por ciento de los de los trabajadores que acabaron sus estudios hace 5 años están en una situación de precariedad laboral, tanto si hablamos de estudios de Grado como de Máster.
Hay diferencias por comunidades autónomas. Destaca un elevado nivel de precariedad laboral en Extremadura, Andalucía, Murcia, Canarias, Cantabria y Castilla-La Mancha, donde más del 35% de los graduados trabajan como becarios o con un contrato temporal. Solo la Comunidad de Madrid y Cataluña presentan mejores valores.
Por sectores, destaca el sanitario casi el 40 por ciento de los trabajadores tienen contrato de becario o de formación en prácticas hasta 10 años después de finalizar sus estudios. Aunque medicina es un caso complejo: “tiene unas condiciones de temporalidad y precariedad importantes, y lo peor es que son empleos públicos”.
Pérez señala que: “aunque el periodo de inserción en un puesto de calidad es muy largo, al final saben que van a logar su puesto”. Al margen del ámbito de la salud, periodismo sería para Pérez uno de los ejemplos con más precariedad y más plazo para conseguir una posición estable: “si es que se consigue algún día”.
Por género, mientras sólo el 8,7 por ciento de los hombres tienen empleo a tiempo parcial, en las mujeres es casi 10 puntos superior, hasta el 18,4 por ciento.
Los empleos a tiempos parciales son abundantes en Artes y Humanidades donde representan prácticamente un cuarto del total y en prácticamente todas las ramas, salvo en Ciencias, mucho más intensos en mujeres que en hombres.
Todo esto tiene sus consecuencias económicas, 5 de cada 10 universitarios que acabaron su carrera hace 10 años cobran menos de 1.500 euros. Algo que incrementa hasta el 60 por ciento en aquellas personas que se dedican a las Artes y Humanidades, Servicios, Ciencias sociales, periodismo y documentación, y Ciencias.
¡Nos ha pasado a todos!
Los primeros años del mundo laboral han sido duros para todos. Sueldos bajos, condiciones laborables malas y muchas horas de trabajo.
Patricia comenzó trabajando en la administración de un almacén de helicópteros, le pagaban 13.000 brutos anuales, es decir, 1083 euros al mes: “es cierto que yo lo acepté, pero porque se suponía que iba a hacer las labores más sencillas de técnico de almacén”.
Sin embargo, pasadas unas semanas se quedó ella al mando del almacén, y le tocó tomar decisiones que no le correspondía por cargo ni sueldo: “me toco asumir responsabilidades de jefe de almacén y hacer labores por las que ni me pagaban ni me reconocían”. Tardaron 3 años en subirle el sueldo y su categoría a la que le correspondía por las labores que realizaba.
Santiago estudió comercio y trabaja en ventas. Tanto a él como a todos sus compañeros de universidad les pasó lo mismo en su primer empleo: “nos contrataban para ventas, pero realmente en el día a día hacia preventas y soporte postventas. Y hasta 3 o 4 años después no me subieron de categoría ni de sueldo. Al final lo conseguí y ahora sí, muy contento con mi trabajo y lo que hago”.
Marta es periodista. Trabaja en el sector del marketing, la publicidad y comunicación, en su empresa actual le han contratado como asistente de publicidad: “cobro como un asistente, aunque luego en mi día a día estoy realizando las funciones del superior del asistente que es el ejecutivo”. De momento su situación es esa y no tiene pinta de cambiar a corto plazo.
¿Qué podemos hacer para mejorar esta situación?
Hay que trabajar desde dos puntos de vista. Primero desde el lado de la oferta, que son las universidades y el sistema educativo en general. Hay que formar a los estudiantes desde una perspectiva más cercana a las necesidades de las empresas. Según Pérez esto significa que hay que mejorar en habilidades: “cuesta hablar en público, no existe dinámica trabajo en equipo, no hay habilidades de liderazgo, y estas con cosas que en las empresas se valoran mucho”.
Y desde el punto de vista de la demanda, es decir, en de las empresas: “no puedes pretender captar a un buen ingeniero y le ofreces un 50 por ciento menos de retribución que en Alemania o Francia”. Para Pérez la mentalidad del empresario de si no lo aceptas tú, lo aceptará otro, está cambiando: “se han dado cuenta de que si quieren conseguir un buen candidato deben ofrecerles unas condiciones laborables favorables. Se van dando cuenta que cuando lo hacen la gente trabaja más y mejor porque al final la productividad está ligada a tener un buen trabajo, buen salario y buen sueldo”.