La otra vida de Albert Einstein: ¿Una historia de éxito?
La enfermedad de su hijo menor marcó profundamente la vida del físico
Madrid - Publicado el - Actualizado
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A la vez que la carrera profesional del que es uno de los científicos más importantes de la historia se desarrollaba, su vida personal no dejó de sufrir altibajos. Albert Einstein conoció a su mujer Mileva cuando estudiaba en el Instituto Politécnico de Zúrich. En 1902 antes de casarse, Mileva se quedó embarazada. En esa época estaba muy mal visto tener un hijo ilegítimo, de conocerse perjudicaría su carrera para siempre. Así que Mileva abandonó Suiza y volvió a casa de sus padres en Serbia, donde dio a luz a una niña.
Durante el embarazo, que vivieron a distancia, Einstein le prometió que se casaría con ella. En esos momentos él intenta conseguir un trabajo en la Oficina Federal de la Propiedad Intelectual mientras se anunciaba en el periódico para dar clases particulares de matemáticas y física.
Mileva volvió a Suiza para casarse con el físico un año más tarde, pero dejó a su hija con sus parientes. Lo último que se sabe de la pequeña es que contrajo la escarlatina con dos años. Einstein nunca habló de ella. Durante el matrimonio tuvieron otros dos hijos, Hans Albert y Eduard.
El diagnóstico que marcó su vida
A medida que la carrera de Einstein cobraba importancia, su vida familiar se resentía. Él empezó una relación con su prima Elsa y Mileva decidió volver a Suiza con sus hijos (se habían mudado a Berlín). Aun así él intentó siempre mantener una buena relación con sus hijos. Iba a verles a menudo, se los llevaba de vacaciones y los invitaba a Berlín. Cuando no estaban juntos la correspondencia con ellos era muy frecuente, especialmente con Eduard, con quien mantenía conversaciones de un alto nivel intelectual.
En 1932, su hijo más querido tuvo que ingresar en una clínica psiquiátrica en Suiza. Al año siguiente le diagnosticaron esquizofrenia. Para Enistein fue un duro golpe, como reconoció años más tarde a The Guardian: "Al más refinado de mis hijos, al que realmente consideraba de mi propia naturaleza, le sobrevino una enfermedad mental incurable".
Coincidiendo con el diagnóstico y ante el avance del nacismo, Einstein se mudó a Estados Unidos. Ya no volvió a verlo nunca. Fue Mileva la que se encargó de los cuidados de Eduard hasta que ella misma enfermó. Al morir la madre, Einstein se encargó de pagar un guardián legal para que hiciera las gestiones necesarias.
Su hijo Hans, "el proyecto al que renunció"
La relación con su hijo mayor, Hans, fue a la inversa, de menos a más. El físico no aprobaba la decisión de este de estudiar Ingeniería, pero a medida que fue teniendo éxito, le valoraba cada vez más. Se mudó también a Estados Unidos pero nunca volvió a vivir con su padre.Tuvo una prolífica carrera e incluso se creó un premio de Ingeniería Civil con su nombre. Einstein estaba muy orgulloso de que su hijo hubiera heredado "la característica principal de mi propio carácter: la capacidad de elevarse por encima de la mera existencia dedicándose persistentemente a lo mejor de su capacidad para lograr una meta impersonal".
En cualquier caso fue una relación con muchos altibajos, no solo en la adolescencia, también más adelante cuando Hans quiso casarse con la filóloga Frieda Knecht, lo que a pesar de la oposición de sus padres acabó haciendo.
Tanto a Hans como a Eduard les pesó siempre la fama de su padre. En una ocasión Hans reconoció que "probablemente el único proyecto al que renunció fui yo. Trató de aconsejarme, pero pronto descubrió que yo era demasiado terco y que perdía su tiempo".
Mileva, una física brillante
Mileva fue una mujer adelantada a su tiempo que acudió a la universidad cuando casi ninguna institución académica admitía a mujeres. A pesar de no haber recibido nunca reconocimiento, fue una científica brillante, que colaboró estrechamente con su marido en los primeros años de su relación.
Esos años coinciden con las publicaciones más importantes de Einstein. El año más prolífico para del físico, en el que publicó la teoría de la relatividad, fue 1905, cuando su hijo mayor tenía apenas un año y la colaboración con su entonces mujer era constante. De hecho, acordaron que si él ganaba el Nobel, ella se quedaría con el dinero. Aunque nunca sucedió porque cuando llegó el galardón ya estaban divorciados y Einstein se había vuelto a casar.
Tras su divorcio Mileva se dedicó en cuerpo y alma al cuidado de sus hijos, especialmente Eduard, que por su delicada salud requería más atención.