Paquito Fernández Ochoa: su forma de afrontar el cáncer y la carta que recibió de Juan Carlos I antes de morir
El 6 de noviembre de 2006 fallecía nuestro gran campeón olímpico de los Juegos de Invierno a causa de un cáncer linfático
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Francisco, Paquito Fernández Ochoa puso el esquí en el panorama deportivo de los españoles: "que yo ganase una medalla olímpica en esquí era como si un austriaco saliera por la puerta grande en Las Ventas", solía decir cuando hablaba de los Juegos Olímpicos de Invierno celebrados en Sapporo en 1972. Medalla que le abrió la puerta del olimpo del deporte español, y por la que su nombre está escrito en el panteón de ilustres que han llevado la bandera de España por todo el mundo. Formaba parte de ese grupo de elegidos que hicieron camino al andar y abrieron la puerta a los que venían detrás en disciplinas en las que no teníamos tradición como Severiano Ballesteros, Ángel Nieto, Federico Martín Bahamontes, Mariano Haro o Manolo Santana (él único que aún tenemos entre nosotros de aquella generación).
De los 37 esquiadores que consiguieron terminar la prueba aquella mañana gélida del domingo 13 de febrero en la estación de esquí de Teine, Paco, Paquito, fue el más rápido en las dos mangas del slalom -la prueba más técnica del esquí-. Con 109 segundos y 27 centésimas, el esquiador español se impuso a las grandes estrellas del momento como el italiano Thoeni y el francés Augert.
Su impresionante bajada le convirtió en un héroe nacional. Cientos de personas se agolparon en el aeropuerto de Barajas para recibir al campeón olímpico, que parecía entre la gente una gran estrella del rock.
Incluso fue recibido en El Pardo por Franco que quiso mostrarle su admiración por la hazaña. De aquel momento, Paco siempre contaba que el entonces Jefe del Estado le había dicho que "España necesitaba más jóvenes como él" y, aunque le siguió hablando, aseguraba que no entendió nada más de lo que le dijo "porque Franco hablaba demasiado bajo".
En sus 18 años de carrera deportiva, Paco Fernández Ochoa participó en cuatro Juegos Olímpicos de Invierno: Grenoble (Francia), Sapporo (Japón), Innsbruck (Austria) y Lake Placid (Estados Unidos). En el Campeonato del Mundo de St. Moritz fue bronce en el slalom. Consiguió en Zakopan (Polonia) su única victoria en una prueba de la Copa del Mundo y fue tercero en Vysoke Tatry (Checoslovaquia). A nivel nacional obtuvo 39 títulos.
En 1982, cuando su hermana Blanca comenzaba a despuntar entre las mejores, decidió retirarse, pero sin desvincularse del deporte, por ello, en 1989 se incorporó al Comité Olímpico Español.
El cáncer linfático, el último "slalom" de su vida
'La vida, un slalom', así quiso Paquito que se titulara el libro autobiográfico (que escribió con el periodista Pedro Simón), y que no llegó a ver publicado porque un cáncer linfático se lo llevó el 6 de noviembre de 2006.
No se quería morir, pero sabía que era inevitable. Bromeaba sobre ello con los oncólogos que le atendieron desde que le detectaron el melanoma porque Paco era, por encima de todo, simpático, alegre, bromista y, dicen quienes le conocían bien, muy, muy inteligente. Su filosofía de vida era la "pacoterapia": "El que se asusta, el que lo ve todo negro, el que se deprime, ése se está muriendo ya" solía repetir.
"Cada amanecer no es un día menos; cada amanecer es un día más" dejó dicho en las cintas grabadas con las conversaciones, confidencias, risas y momentos de mucho dolor que compartieron el deportista y el periodista. "Un día más para estar con los tuyos, charlando, disfrutando de lo que se pueda. Estamos enfermos y sanar no depende de uno. ¿Por qué no pensar que va a salir bien? Y si no, pues habrá que morir. Pero perder la vida, no".
En los momento de terrible dolor, Paco, hombre de fe, rezaba a sus santos. El Arcángel San Gabriel, San Pancracio, Santo Tomás...eran algunos de los santos presentes en un pequeño altar que tenía en su mesilla de noche [contaba hace unos años Emilio Pérez de Rozas. El Periódico]. Pero era habitual ver a algunos de ellos cara a la pared; si se le preguntaba a Paco el porqué se encontraban así, respondía que "se habían portado mal". Eso sucedía cuando Paquito les pedía, en momentos de desesperación en la enfermedad, algún favor y los santos no se lo concedían o, al menos, eso creía.
Todo Cercedilla y el mundo del deporte acudió a su entierro, así como el entonces Príncipe, Felipe VI, como reconocimiento de toda la Familia Real, muy amigos de Paco que había sido instructor del Rey Juan Carlos.
De hecho, la relación más que de profesor-alumno entre don Juan Carlos y Paquito, era de verdaderos amigos. No solo esquiaban juntos sino que jugaban al squash en Cercedilla o Paco y su familia pasaban fines de semana con los Reyes, el entonces Príncipe Felipe y las Infantas Elena y Cristina en Baqueira.
Estando ya muy enfermo, Paco recibió un homenaje en Cercedilla al que asistieron las Infantas Elena y Cristina entre otras muchas personalidades. El Rey no pudo asistir, pero le envió una carta en la que recordaba su gran amistad y que terminaba con un "siempre estarás en nuestra memoria". Esta frase hizo sacar a Paco su vena bromista, "vaya, otro que me está enterrando por adelantado" [Contaba su hermano Juan hace unos años en El Confidencial].
Chus, su gran amor y el equilibrio al llegar a la meta
Un año después de Sapporo y en el momento cumbre de su carrera deportiva, Paquito pasa por el altar. El 29 de septiembre de 1973 contrajo matimonio con María Jesús (Chus) Vargas en el Valle de los Caídos. Una boda que levantó una gran expectación como no podía ser de otra manera.
Con María Jesús tuvo tres hijos: Bárbara, Paula y Francisco a los que, como cuenta Paula en sus charlas motivacionales en entornos de alta competición, "siempre nos enseñó que el deporte es una metáfora de vida. Decía que la vida es como un slalom, siempre habrá que ir sorteando puertas, pasando curvas, cambios de peralte, lo más difícil son los descensos... pero que jamás, jamás, hay que rendirse. Él no sólo no se rindió, sino que ganó y ganó el oro. Esta lección la extrapolo al trabajo y al día al día en cualquier ámbito de mi vida".
Paula siempre pone a su padre como ejemplo, "murió de cancer con 56 años. No tenemos control de la duración de la vida, pero sí de la intensidad con que queremos vivir. Él nos lo dijo. Supo vivir y supo morir. En su última quimioterapia nos dijeron, 'Paco, no te la vamos a dar, te vas a morir, no hay nada que hacer'. Y él respondió: 'Ni en broma. Me podrán quitar la vida pero perderla jamás. A mí dadme la quimioterapia porque voy a luchar hasta el último momento'. Y así lo hizo".
Los Fernández Ochoa, toda una institución en el deporte del esquí
Paquito, Ricardo, Juan, Blanca, José María, Jesús, Luis y Dolores, los ocho hermanos, han tenido vinculación con la nieve y el esquí desde que sus padres, Francisco Fernández y Dolores Ochoa decidieron dejar el barrio de Carabanchel para trasladarse con la familia a la estación de esquí de Navacerrada.
No sospechaban los progenitores de los Fernández Ochoa, (el padre, conserje en la Federación Española de Esquí y la madre, cocinera de la institución), las alegrías que les iba a dar la nieve y el deporte de las pistas blancas. Aunque hay quien dice que la intensa nevada que cayó el 25 de febrero de 1959 (día en que nació Paquito), en Cercedilla, era un presagio de lo que estaba por venir.
Después de Paco, la siguiente en destacar fue Blanca, que consiguió la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Albertville de 1992. Pero ellos no fueron los únicos de la familia vinculados al esquí. Juan y Ricardo también fueron olímpicos junto con Paco en los Juegos Olímpicos de Innsbruck (Austria) en 1976. Dolores (Lola), también defendió los colores nacionales en los Juegos de 1988 en Calgary (Canadá). Y casi todos tienen alguna vinculación con el esquí o bien trabajan en la Federación Española de Deportes de Invierno o se dedican a negocios relacionados con la venta o el alquiler de esquíes.
La abuela Lola, la madre que ha sufrido la terrible pena de enterrar a dos hijos
En septiembre de 2019, Dolores Ochoa -la madre de la saga-, tenía que afrontar, por segunda vez en su vida, la dolorosa pérdida de uno de sus hijos. En este caso, era la muerte de Blanca, cuyo cuerpo era localizado sin vida en los elevados riscos de La Peñota (cerca de Cercedilla), después de 11 días desaparecida. Toda la familia, los hermanos y los hijos de Blanca -Olivia y David-, participaron en las batidas para intentar encontrar lo antes posible a la campeona olímpica.
Pero había alguien que sufría todo el proceso sin poder hacer nada, Dolores Ochoa, que a sus 93 años tenía que aguardar las noticias en su casa. La muerte de Blanca era un nuevo zarpazo de la vida para la progenitora de los Fernández Ochoa que primero sufrió la pérdida de su esposo, y después la tremenda enfermedad de Paco. El pasado 25 de mayo, la matriarca de los Fernández Ochoa cumplía 95 años y como dice su nieta, Paula, hija de Paco: “Las uvas crecen en racimos, porque son como una familia; crecen juntas, se necesitan y se ayudan a madurar. A veces una se pone pocha y no dejan que se caiga porque son una familia”
Este sábado 6 de noviembre hace 15 años que no contamos entre nosotros con Paquito, Francisco Fernández Ochoa, todo genio y figura.