Para impulsar el turismo o ganar en tranquilidad: por qué los inversores extranjeros prefieren comprar pueblos

La despoblación ha acelerado la aparición de nuevas localidades sin habitantes que se han puesto a la venta al mejor postor

00:00

Para impulsar el turismo o ganar en tranquilidad: por qué los inversores extranjeros prefieren comprar pueblos

Rafa Molina

Publicado el - Actualizado

3 min lectura

En España, los pueblos vaciados están siendo cada vez más numerosos. Aunque los movimientos frente a la despoblación se ha hecho notar los últimos años, la realidad es que hay núcleos poblacionales que no paran de quedarse desiertos. Según las estimaciones, hay cerca de 3.000 localidades que están abandonadas. Y aunque algunas de ellas no tienen nadie que las reclame, hay otras que están en venta.

Varias inmobiliarias se dedican a operar con este tipo de fincas. Elvira Fafián es la gerente de Aldeas Abandonadas, un portal de venta de pueblos y aldeas: “Tenemos en cartera 50 pueblos”. “Donde hay más despoblación, hay más pueblos a la venta”, aclara la responsable. Las provincias en las que más se encuentran estos territorios son Burgos, Soria, Ávila, Pamplona.

Normalmente, en cada pueblo suele haber entre 14 o 15 edificios, de los cuales no todos son casas. “La gente ya no compra una casa”, explica Fafián, “compra tres o cuatro y que tengan tierra”. La razón que arguye es que estas personas “son ya de una edad” y que “quieren traer a sus hijos alrededor”.

Un propietario es Carlos, tiene una finca con un molino en la provincia de León. “Está en una localidad muy tranquila”, cuenta. Se trata de una edificación del siglo XIX. Lo consiguió “por herencia” y lo vende “porque en estos momentos no pueden afrontar su mantenimiento”. Ahora mismo, Carlos reconoce que “normalmente están interesadas personas que pretenden establecer un negocio turístico hotelero para lo cual se presta totalmente”.

Este es un ejemplo claro del tipo de vendedores que tienen estos pueblos. Apunta Fafíán que suelen ser “herederos que están vendiendo, empresas que han comprado el pueblo para hacer una actividad turística o rural”. También hay otros, como los “empresarios autónomos que quieren vivir en el campo y que quieren vivir esa cercanía de los productos para que el coste sea cero”. Y por supuesto, añade en la lista a personas con dinero “que tiene un pueblo en su propiedad y quiere venderlo”.

Los propietarios habituales se desprenden de estas aldeas porque “esas costumbres ya no están”. “No existen personas al lado”, los vecinos que antes las poblaban han desaparecido y ahora tienen “un coste tremendo”.

Clientela extranjera

En el otro lado están las personas interesadas en estos pueblos. “El 75% es el cliente extranjero porque viene con dinero y compra”, aclara. Y la razón es que “viene a España y no quiere vivir en la gran ciudad”.

Pero también hay “gente que quiere vivir en el campo con su familia o los hijos pequeños” y aprovecha para comprar una aldea y “crear su propia empresa y tirar para adelante con su vida”, detalla la gerente de Aldeas Abandonadas.

El coste de estas propiedades puede llegar a ser bajo en comparación con un piso. Fafián detalla que “tenemos aldeas de 3 o 4 edificaciones que vale 69.000 euros”. El problema es el coste al que puede llegar una reforma.

Aunque mucha gente cree que han crecido las ventas con la pandemia, Fafián matiza que aunque “mucha gente nos demanda vivir en el campo”, no se ha materializado en compras: “Ha habido mucha más demanda y más información pero no todo el mundo encaja en lo rural”. Principalmente, porque “es costoso”. Y este es el factor más importante, explica la gerente, porque “el que viene a invertir, el concepto que mira más es si el coste de la reforma es muy alto para él”. Pero sobre todo, “si esa aldea le va a devolver esa inversión que ha hecho en su momento”.

Fafián enfatiza en la diferencia entre pueblo y aldea. La aldea solamente tiene partes privadas, mientras que el pueblo “tiene partes comunes”. Tales como iglesias o cementerios. Esas son las más problemáticas, por lo que puede llegar a tardar “de un año a seis meses en recabar toda la información”. Adquirir un pueblo no es una compra para todo el mundo.