Pornografía: de la curiosidad a la adicción

7 de cada 10 jóvenes recurren a ella de forma habitual

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Pornografía: de la curiosidad a la adicción

Carmen Labayen

Publicado el - Actualizado

6 min lectura

España es uno de los países del mundo con mayor porcentaje de consumo de pornografía. La edad de iniciación es cada vez más temprana y 7 de cada 10 jóvenes recurren a ella de forma habitual, algo con consecuencias no solo para ellos sino también para su entorno. El 8 por ciento genera una adicción de la que es difícil salir. Es un proceso silencioso que puede llevar años.

El primer acceso a la pornografía se produce, según un estudio de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD), entre los 8 y los 12 años en nuestro país. Para el 30 por ciento de estos niños es la única fuente de información sobre sexualidad y en 9 de cada 10 casos los padres no saben que están viendo este tipo de contenidos en sus móviles. Entre los 13 y los 17 años el consumo online es ampliamente mayoritario.

En la adolescencia el 93 por ciento de los hombres ve porno y el 62 por ciento de las mujeres según los datos recogidos por la asociación de terapia y ayuda psicológica Dale Una Vuelta. Allí trabaja María Contreras psicóloga y sexóloga que considera que en su mayoría “quieren aprender sobre sexo y lo que aprenden es un sexo distorsionado, que cosifica a las personas y muchas veces agresivo que luego pueden querer trasladar a su vida real”.

“Lo normal es que el primer contacto con la pornografía se produzca a los 13 o 14 años pero luego hay niños bastante más pequeños de 5, 6, 7 u 8 años que también están accediendo con los teléfonos de sus hermanos y lo que ven les impacta muchísimo porque no están preparados, no se explican lo que han visto y quieren volver a verlo para tratar de obtener respuestas” explica en COPE Contreras.

De un consumo esporádico algunos pasan a un acceso más frecuente. La pornografía se convierte en un hábito y para el 8 por ciento de los chavales termina en una adicción de la que, según Contreras, es “muy difícil salir porque este acceso excesivo y obsesivo se pueden mantener en secreto durante muchos años, décadas incluso”.

La espiral infernal de la adicción a la pornografía es algo que conoce bien Daniel, de 31 años. Se inició cuando tenía 8 años con una revista y con la implantación de Internet su problema se disparó. Con poco más de 20 años su dependencia era casi total.

“Con 16 años empecé a tener un consumo más habitual pero la tecnología no estaba tan avanzada por aquel entonces, yo no la tenía tan al alcance. A los 21 ya sí, y, acentué considerablemente mi consumo. A los 24 años, 12 meses después de casarme, caí en una profunda adicción a la pornografía. Fue todo un proceso que se inició poco a poco pero que cada vez iba a más con diferentes tipos de contenidos cada vez más crudos, cada vez peor”, explica a COPE Daniel.

Considera que en la cuesta abajo hacia el enganche a los contenidos pornográficos “cambia tu manera de mirar, cambia tu manera de pensar y cambia tus fantasías, tus pensamientos. Lo cambia todo porque todo se sexualiza, todo se cosifica, todo a tu alrededor se vuelve objeto para tu placer. En verdad te cambia la vida, te cambia la mentalidad y como pareja tuvo un impacto muy fuerte porque la pornografía no te vende precisamente un modelo de pareja, te vende un modelo egoísta”.

Fue precisamente su mujer Susana quien descubrió que estaba totalmente enganchado a la pornografía. Explica a COPE que “al principio me negaba incluso que estuviera consumiendo pornografía. Pero encontré sus historiales en Internet y tuvo que acabar por reconocer que tenía un problema”.

Ya antes de ese momento ella notaba “en muchos momentos él estaba muy ausente, distante, vivía en su propio mundo interior, se desconectaba totalmente de mí, entre nosotros no había mucha comunicación y había, en cambio, mucha falta de intimidad”. Tras conocer lo que sucedía y en pleno deterioro de su relación matrimonial Susana cuenta que se sentía “sola, engañada, dañada. Sentía que estaba perdiendo a mi marido”.

A petición suya e inicialmente contra su voluntad, Daniel tuvo que internarse en un centro de rehabilitación. Susana volvió a casa de sus padres. Después de meses en tratamiento y de terapia individual y conjunta consiguieron que él dejara atrás la pornografía y las recaídas del pasado. La confianza se fue restableciendo poco a poco.

“Para sentir que realmente había salido tardé por lo menos dos años ó dos años y medio” afirma Daniel quien reconoce que fue mucho lo aprendido durante el proceso, de sí mismo, de la forma de afrontar algunas carencias afectivas de su pasado y de cómo relacionarse con los demás.

A pesar de que hace ya unos cuantos años de que Daniel dejó atrás el pozo de la adicción hoy sigue guardando algunas precauciones. “Yo no veo la televisión si estoy solo, sólo la veo si está mi mujer y si no pues leo un libro o hago otra cosa. Fuera de mi trabajo no tengo teléfono. Y no tengo miedo de volver a caer ni estoy todo el día preocupado ante esa posibilidad porque sé que estoy sano pero sigo teniendo esas precauciones”, señala.

A quienes están en esta misma situación “sean hombre o mujer” Daniel y Susana les recomiendan que pidan ayuda “para dejarse cuidar y tratar”. Ellos mismos colaboran con la asociación Dale Una Vuelta para ayudar a personas o a parejas que atraviesan su misma situación. Si lo hacen aseguran es para evitar a otros lo máximo posible el sufrimiento de su experiencia.

Tras superar la adicción de Daniel, juntos han tenido un hijo que aún es pequeño. Saben que se encontrará con la pornografía o que “más bien la pornografía le encontrará a él como sucede en tantos casos” pero confían en que nunca le atrape y para ello se emplearán a fondo en su educación, también en la parte afectivo-sexual.

Por esta formación tanto en casa como en el colegio aboga también Contreras. Cada vez llegan más casos de adicción a la pornografía a su consulta ,asegura, y entre las consecuencias subraya está la disfunción sexual en personas cada vez más jóvenes. “Su cuerpo y su cerebro se ha acostumbrado a excitarse sexualmente ante una pantalla ante determinados estímulos que son los cuerpos y respuestas sexuales que allí se presentan. Entonces luego ante una persona real, con un cuerpo más normal con unas características más normales su cuerpo no es capaz de reaccionar. Y esto es algo que estamos viendo cada vez más en las consultas”, subraya Contreras.

Son bastante más hombres que mujeres los que se enganchan a la pornografía. Hay factores de riesgo que hacen más probable la adicción explica esta sexóloga, entre ellos, el haber sido víctima de abuso sexual en la infancia o personas con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). El tratamiento deberá adaptarse a cada persona, a cada caso. Y sí que es posible salir pero “es más difícil incluso que de las drogas o de las máquinas porque, en este caso es preciso aislar a las personas de las pantallas”.

Es importante actuar, zanja, porque seguir en la espiral de la adicción a la pornografía lleva a algunos a acudir a “la prostitución o a chats de cibersexo de pago o a otras prácticas sexuales de riesgo”. Hay quien lo pierde todo, insiste, la pareja, el trabajo y también muchísimo dinero, el mismo que se embolsan una industria poco transparente difícil de controlar.