El riesgo de obesidad aumenta cuando dormimos poco o mal

Cada vez más jóvenes padecen problemas de peso asociados a un inadecuado descanso

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El riesgo de obesidad aumenta cuando dormimos poco o mal

Carmen Labayen

Publicado el - Actualizado

4 min lectura

Los adolescentes que duermen menos de 8 horas tienen más riesgo de sobrepeso u obesidad según un estudio del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC). Acumulan más grasa y por ello son más propensos a sufrir sobrepeso y obesidad, porque durmiendo poco, nuestras ganas de comer cambian y nos volvemos más inactivos. Con ello los riesgos aumentan y, de hecho, son cada vez más los jóvenes con problemas de peso asociados a un inadecuado descanso.

La repercusión del insomnio en el metabolismo ha sido fruto de diferentes estudios, entre ellos uno del CNIC elaborado durante 4 años con chicos que transitaron de los 12 a los 16. Estudiando sus patrones de sueño, confirmaron que dormir poco aumenta hasta un 72% las posibilidades de tener obesidad y complicaciones relacionadas como diabetes, hipertensión y riesgo cardiovascular.

Dormir 8 horas es un hábito saludable para nuestro cuerpo, pero por debajo de este umbral ya aparecen factores de riesgo no solo de sobrepeso sino también de enfermedad cardiovascular. Es un círculo vicioso: dormir poco de manera habitual implica menos energía durante el día, menos actividad física y solo por ello también ganancia de peso. Pero es que además esa falta de contribuye a desregular el apetito y la sensación de saciedad.

Los jóvenes, cada vez más proclives a la obesidad

Aunque las posibilidades de padecer obesidad y sufrir alteraciones del sueño aumentan con la edad por el estrés, sobrecarga de trabajo y también influyen los hábitos de vida, la genética y el nivel socio económico, cada vez más jóvenes padecen de obesidad por problemas con el sueño. ¿Los culpables? No jugar dinámicamente, no salir a la calle, ser menos activos. Los hiper-estímulos de pantallas como móviles u ordenadores nos crean adicciones. Una hiperconectividad que debe cuidarse especialmente antes del momento de descansar. Incluir sesiones de respiraciones también ayuda. Es la recomendación de Neus Rodríguez. Ella es técnico superior en dietética, y recomienda que ante cualquier duda se pida cita a alguien de su especialidad, o bien a un nutricionista o médico de cabecera.

Su vocación profesional se debe a la obesidad que padeció de adolescente. Heredó problemas de sobrepeso por genética familiar. A los 17 años alcanzó el grado de obesidad tipo III (también denominada mórbida) y fue operada. Se trata de una operación drástico que elimina el 90% del estómago. Con los años volvió a ganar peso de nuevo, y en el proceso para tener una vida normal, regular el sueño para contener la obesidad fue fundamental. Atribuye una quinta parte de su bienestar a un sueño y descanso adecuado a diario. Y considera que “cuando más descansas, todo funciona mejor, tienes más energía y cambia también tu forma de comer y de gestionar el estrés”.

Las consecuencias de no dormir bien

El apetito y la saciedad son fundamentales a la hora de ganar peso y el sueño impacta en estas variables. El doctor Camilo Silva, endocrinólogo y especialista de la Unidad del Sueño de la Clínica Universidad de Navarra, explica en COPE que las hormonas que regulan el apetito y la saciedad, la leptina y la grelina, se ven alteradas en la falta de sueño. De ahí el comer más de lo debido, tener apetito por alimentos de peor calidad o una mala distribución de la grasa en el cuerpo. Además, por el déficit de sueño se tiende a elegir alimentos de peor calidad.

Uno de los trastornos más representativos de la asociación obesidad-sueño es la apnea del sueño, muy frecuente en población con obesidad según el doctor Silva. Más del 85% de las personas con una relación peso/talla o Indice de Masa Corporal (IMC) por encima de 35 padecen esta alteración provocada por parones en la respiración nocturna.

Recomendaciones: ¿la siesta es un remedio?

Recomendar dieta a según qué paciente no quita de que existan recomendaciones generales, como evitar cenas copiosas antes de dormir, porque el organismo no está relajado para el descanso. En cuanto al alcohol, induce al sueño, pero empeora su calidad. El doctor Silva recomienda la higiene de sueño necesita de horarios estables, modular el estrés, no cenar tarde ni mucho, ni hacer ejercicio antes de dormir, controlar el peso y seguir una dieta mediterránea.

En cuanto a las siestas, hay quien con ellas logra completar los 4-5 ciclos de sueño necesarios para un buen descanso, puede servir para compensar siempre que no genere insomnio nocturno. El doctor Camilo Silva asegura que es mejor aguantar las ganas de dormir mucho después de comer, aunque las cabezaditas se salvan si las necesitamos.

Herrera en COPE

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