Un sistema basado en radiocirugía se presenta como alternativa de tratamiento en pacientes con anorexia grave
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La cingulotomia con Gamma knife, un procedimiento basado en la radiocirugía, ha permitido una mejoría funcional importante en más de la mitad de las pacientes con trastornos más graves de anorexia cuando "se agotan otros medios terapéuticos", según ha expresado el jefe de la Unidad de Endocrinología y Nutrición del Hospital Ruber Internacional, Gonzalo Martín Peña.
Según reconoce el especialista, el avance en las neurociencias y las técnicas de imagen con la resonancia magnética funcional han encontrado alteraciones en la función de algunas áreas cerebrales relacionados con la enfermedad y los trastornos psicológicos, estableciendo una fase funcional y anatómica que puede ser de importancia en el tratamiento de las enfermas más graves.
Estas técnicas, tanto la cingulotomia como la estimulación cerebral profunda, solo permiten una ganancia moderada en el peso, pero consiguen un mejoría importante en el estado emocional que alivia el sufrimiento de estas pacientes y mejora su situación anímica e intelectual, facilitando "una vida más normal" y poder "aprovechar unos años de vida críticos para su futuro que de otra forma serian irrecuperables", ha aseverado el especialista.
Los centros en los que se realizan estos tratamientos son muy específicos, ya que precisan un grado de especialización muy alto. El acceso a ellos es difícil en la medida en que, incluso muchos especialistas que tratan estos casos de forma inicial, desconocen esta alternativa; "es cierto que no estamos cerca de una solución definitiva para esta enfermedad, pero sin duda estos nuevos métodos de tratamiento ofrecen una esperanza para estas pacientes y sus familias".
CUANDO LOS CASOS NO SON GRAVES
Sin embargo, tal y como señala Martín, no todos los casos son graves, pues hay pacientes que se curan y, tras unos meses o pocos años, "se recuperan totalmente". Además, afirma que "algunas pacientes no tienen realmente una anorexia nerviosa, sino una situación estresante como la necesidad de alcanzar un rendimiento académico o laboral, o un cuadro depresivo o ansioso que se acompaña de pérdida de peso y que se resuelve al mejorar la situación que ocasiona la base del trastorno".
La anorexia nerviosa, continúa, tiene manifestaciones y gravedad muy variable, desde un trastorno "leve y pasajero" que solo dura unos meses con una recuperación completa, a los casos más graves que, excepcionalmente puede llevar a complicaciones que causen la muerte de estas personas.
En otras ocasiones, las pacientes se cronifican y algunas, aunque con un peso bajo, puede hacer "una vida normal". "Tratar de poner a estas pacientes en un peso normal puede ser contraproducente y llevar a desestabilizarlas, pues al fin y al cabo el peso es solo algo relativo y hay mujeres con bajo peso constitucional", ha explicado.
Sin llegar al extremo de los casos más difíciles, hay algunos casos de anorexia nerviosa en los que persisten "síntomas suficientemente severos para mantener un estado nutricional normal e impedir un adecuado desarrollo académico, social y profesional con la ansiedad y depresión que llevan asociada". En estas pacientes, el tratamiento clásico con técnicas psicológicas, psiquiátricas o con fármacos no consigue mejorarlas lo suficiente y son los casos que más sufrimiento originan en las pacientes, las familias y mayor frustración en los médicos.