El submarinista español que rescató a los niños de Tailandia y no quiso ser héroe

Fernando Raigal ha recibido este jueves un homenaje por su labor durante aquellos angustiosos días

El submarinista español que rescató a los niños de Tailandia y no quiso ser héroe

Carmen Labayen

Publicado el - Actualizado

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No lo dudó. Cuando los Navy Seals de la Armada estadounidense le contactaron para ayudar en las labores de rescate de los niños atrapados en la cueva tailandesa de Tham Luang cogió el primer avión. Es Fernando Raigal y hoy el Gobierno le ha condecorado con la Cruz de Oro de la Orden Civil de la Solidaridad Social. Él lo agradece, pero asegura una y otra vez que no es un héroe y que si lo lograron fue por toda una labor de equipo, con 1.100 personas, de ellas 100 buceadores y por una buena organización.

Con ellos, a los que ahora considera hermanos y con los que no dudaría en plantearse una nueva aventura, trabajó sin descanso durante 10 días hasta culminar con éxito su misión. Hubo muchos momentos de incertidumbre mientras se diseñaba la estrategia para el rescate, explicaba a los periodistas tras recibir el premio en el Ministerio de Sanidad de manos de la ministra Maria Luisa Carcedo.

“Había que estar abierto a posibilidades, había que estar preparado para un final no tan feliz, pero había que ser optimista” asegura Raigal a pocos metros de sus padres y de su novia que le acompañan en el día de su condecoración.

El mejor momento fue, asegura, cuando salió la última persona, que fue el entrenador de los niños. Sin duda, un momento emocionante, aunque en se momento no hubo posibilidad de celebrarlo debido al cansancio del equipo de rescatadores tras 10 días de trabajo sin contar las horas. Tampoco su cumpleaños, que tuvo lugar durante los complicados días del rescate.

No ha vuelto a ver a los doce niños a los que rescataron por no haber podido participar en encuentro organizado por la Casa Real de Tailandia, pero ha seguido sus historias y la del entrenador que los mantuvo con vida en la cueva en los medios de comunicación.

No los olvida. Tampoco a Samam Guman, el submarinista que falleció en el rescate. A él le dedica el premio. También a todos los voluntarios españoles que trabajan en lo que creen y por su puesto a sus padres. Rosa, auxiliar de enfermería, y Juan Antonio, camionero, no ocultaban hoy su sonrisa y orgullo paterno al ver a su hijo condecorado. Y, es que según nos contaban, antes incluso de saber nadar Fernando ya buceaba.

Hoy es su profesión y la desempeña en plataformas petroleras. Vive en Bangkok con su novia y asegura que está feliz con su vida y sus padres con él.