El textil es la mayor lanzadera de empleo social en Cáritas

El objetivo lograr la plena autonomía de personas en exclusión

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Carmen Labayen cómo trabaja Cáritas para lograr la plena autonomía de personas en exclusión social

Carmen Labayen

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Lograr la plena autonomía de las personas en exclusión social -que tienen una tasa de paro 7 veces superior a la del resto de la población activa- es difícil pero no imposible. La demostración más palpable es que, con un acompañamiento personalizado, 2 de cada 10 participantes en los programas de inserción laboral de Cáritas logran incoporarse al mercado laboral, 3 de cada 10 cuando se trata del sector textil, toda una lanzadera de empleo social en España.

Llegar a la planta de clasificación Koopera Cáritas de Valencia impresiona por su tamaño, por el ruido de las máquinas y sobre todo por la cantidad de ropa apilada a la espera de ser procesada. Allí trabajan 70 trabajadores que cada día logran clasificar 20.000 kilos de ropa. En pocos segundos y con cada prenda deben decidir si tiene calidad suficiente para poderse reutilizar tal y como está, si por su composición se pueden reciclar para generar hilos con los que fabricar nueva ropa o si son residuos inservibles.

Gracias a que más de 4 de cada 10 prendas de segunda mano que se recogen para su reciclado o venta en España se tratan en las plantas textiles que tiene Cáritas en todo el país, Karla, Ibrahim, Dawda o Georgina y muchos otros tienen hoy un trabajo o están en un proceso de inserción laboral. Además de considerarlo una oportunidad para salir adelante aprecian formar parte de un proyecto con impacto social y medioambiental.

Son la gran familia de Moda-Re, la cooperativa de iniciativa social de tratamiento de residuo textil de Cáritas, que con la gestión anual de 44.000 toneladas de textil se ha convertido en el mayor operador en recogida y reciclaje de ropa usada en España y uno de los principales de todo el sur de Europa. En este proyecto trabajan 1.400 personas y la mitad en inserción, se trata de aprender a trabajar trabajando.

Un trabajo manual pero cada vez más digitalizado

Integrada en el equipo de calidad, la ecuatoriana Georgina Naverrete de 44 años nos explica cómo funciona la máquina con la que clasifica la ropa “se pone una prenda encima del sensor y en la pantalla nos aparece la composición de la prenda, si es por ejemplo 100 por 100 algodón, sintética o mezcla, una información que nos facilita el reciclado de toda esta ropa que no es posible reutilizar pero que si puede seguir sirviendo por ejemplo para la fabricación de hilo”.

La digitalización se ha ido incorporando en las plantas, con sistemas de voz para clasificar la ropa en función de su calidad, si es de mujer, de hombre o infantil y de la temporada. Incluso los 8.000 contenedores que tiene repartidos Cáritas por España están sensorizados con una tecnología láser que permite conocer en tiempo real cual es el volumen de llenado lo que nos facilita el diseñar las rutas más adecuadas y saber cuando acudir a los puntos de recogida minimizando la huella de carbono en el transporte.

La mayoría de la ropa recogida se puede reutilizar

El 68 por ciento de la ropa que llega a las plantas de Cáritas puede volver a utilizarse sin necesidad de reciclaje ya sea en España o en otros países. De recoger todo ese textil para valorar lo que con él puede hacerse se encargan Dawda, Ibrahim y Karla.

“Desde que llegué en plena pandemia desde Gambia a Canarias, Cáritas nunca me ha abandonado, estoy muy agradecico porque me han ayudado en todo. Mi trabajo ahora consiste en ir por los pueblos de Valencia para recoger la ropa y llevarla a la planta de clasificación, al almacén de Arropa que es la empresa para la que trabajamos o de su traslado para la reposición en tienda. Llevo más de 2 años en los que me he formado y he aprendido español” explica Dawda Jassey de 22 años.

Obtener el carné de conducir es el próximo reto para Ibahim Alhassan quien está en último año de su inserción laboral también en Arropa donde ha superado una formación de carretillero: “al llevar 3 años ya aquí me tengo que buscar otra puerta para dejar mi lugar a otra persona que lo necesite. Aquí trabajamos gente de muchas nacionalidades, hay de Gambia, de Ghana, de El Salvador, de Venezuela y españoles también”.

“Arropa significa abrigar pero en este caso no solo nos han abrigado con ropa sino con conocimiento que es poder. Participar en este programa hace que volvamos a sentirnos útiles que que podamos activar nuestras habilidades” señala por su parte la salvadoreña Karla González que lleva 2 años en España. Conduce camiones y furgonetas para el traslado del textil y espera poder trabajar en el futuro en el sector del turismo.

Entre 6 meses y 3 años de acompañamiento para lograr la autonomía

Del acompañamiento de quienes están en un proceso de inserción laboral se encargan personas como Carolina Fernández, su labor es velar por mejorar su empleabilidad mediante la adquisición de competencias profesionales (por medio de cursos y talleres) y sociolaborales (puntualidad, cumplimento de objetivos, avisar si por cualquier motivo no vas a poder acudir a tu puesto de trabajo): “estas empresas son lanzaderas para que puedan lograr un empleo ya sin red”.

“Esto es una gran familia y a nadie le gusta irse de un sitio en el que se siente protegido y en el que se atienden sus necesidades pero el momento más bonito de mi trabajo llega cuando a pesar de ello la persona ya se siente autónoma y capaz de poder salir de aquí, cuando se dan cuenta de que, a pesar del miedo que supone salir del nido, ya tienen alas para volar”, afirma Carolina.

El acompañamiento dura entre 6 meses y 3 años y una de las claves para que funcione es que sea personalizado.

De los tradicionales roperos a empresas de inserción laboral

Manuel León es el gerente de Moda RE y recuerda cómo el germen de una estructura que ahora tiene 141 tiendas en España y en la que participan 48 empresas de inserción se generó partiendo de la recogida de ropa en las parroquias al verse hace ya 40 años que esto podía ser una oportunidad de empleo para los beneficiarios. Fue así como se profesionalizaron los roperos.

Con las tiendas Moda -RE la entrega de ropa a las personas en situación de vulnerabilidad se ha dignificado y es que como señala León “ya no se trata de preparar un lote, sino de que la persona pueda ejercer como ciudadano y escoja la ropa que necesita y que pueda hacerlo en un espacio totalmente normalizado”.

A Mariángeles que hoy ha comprado 6 prendas por 28 euros la está atendiendo Yulieth Fonseca originaria de Colombia y en proceso de obtener la nacionalidad española. Explica que como dependienta no se aburre porque comprar textil de segunda mano se ha convertido ya en una moda y que a la tienda acuden todo tipo de personas: “algunas vienen con el cheque de parroquia para elegir aquí su ropa y gente que viene a comprarla porque la verdad es que tenemos de todo, de mujer, de hombre, de niños y hasta ropa de cama”.

Siempre innovando también de la mano de las grandes firmas

El proyecto sigue evolucionando de forma que la cooperativa social colabora ya con las grandes firmas del país como Zara que les pidió toneladas de un material determinado para fabricar un tipo de tejido llamado lopamida para hacer con él todo un abrigo desde las solapas a los botones, un ecodiseño que voló en las tiendas de Inditex y que en su día será fácilmente reciclable por estar fabricado 100 por 100 con el mismo material. El hilo que fabrican con cada vez un mayor número de tejidos a partir de prendas recicladas también ha interesado señalan desde Mango a Decathlon.

“Como no nos mueve un interés económico sino el interés de las personas todo lo que se nos pueda ocurrir son oportunidades de generar más empleo entonces nos metemos en cada vez más fregados porque si esto da oportunidad a nuevos Ibrahim para que estén trabajando pues estupendo y si además le hacemos un guiño al medioambiente pues doble alegría” subraya León.

Por un modelo económico alternativo y centrado en las personas

Cáritas acompañó en 2023 a 68.065 personas en la búsqueda de trabajo, un 4,9% más que el año anterior. Así lo refleja el último informe de Economía Solidaria publicado este viernes en vísperas del Día Internacional del Trabajo.

Cáritas dedicó el año pasado la cifra récord de 136,8 millones de euros a todas sus iniciativas de economía solidaria (programas de empleo, empresas de inserción, comercio justo). La suma es un 16,4 por ciento superior al año anterior (19,2 millones de euros más).

De ese total, 35,3 millones fueron destinados a itinerarios de inserción sociolaboral, que incluyen orientación laboral, intermediación con empresas y formación y, más de 100 millones a Economía Social. La economía social, de la que Cáritas es una de sus grandes impulsoras, representa en España el 10 por ciento del PIB.

“Abogamos por la necesidad de un cambio de modelo, un modelo económico que tenga valores en todas sus fases. Creemos que la economía debe estar al servicio de las personas protegiendo su dignidad y dando respuesta a su proyecto vital. Creemos en un modelo económico que busque el bien común por encima de los intereses individuales y que no deje atrás a las personas más vulnerables”, subraya explica Ana Heras, coordinadora de Economía Solidaria de Cáritas Española.

Aunque saben que el alcance de sus iniciativas son aún insuficientes, quienes apuestan por la economía social quieren demostrar que, como señala Heras, hay alternativa “que hay otra forma de hacer las cosas, queremos ser testimonio de que es posible una economía solidaria y de que, aunque es cierto que requieren más inversión, son más efectivas a largo plazo y tienen un efecto más recuperador de la persona”.

En la última década, Cáritas ha logrado convertirse en una de las mayores promotoras de empresas de inserción de España. Actualmente, cuenta con 68 iniciativas de economía social y 265 líneas de negocio en diferentes sectores económicos con una facturación total de 85,8 millones de euros. Esas actividades están relacionadas no solo con el reciclaje textil sino también con la gestión ambiental y de residuos, limpieza, transporte y mensajería y restauración. Estos proyectos generan 3.141 puestos de trabajo, de los cuales 2.348 fueron ocupados por personas en situación de exclusión en 2023.

“A través de estos programas, las personas ganan en autoestima, en reconocimiento social y en acceso a derechos, y además contribuyen de un modo activo al desarrollo económico común a través de su contribución en impuestos y en consumo”, apunta Ana Heras.

El comercio justo y las finanzas éticas son otros de los pilares de la economía solidaria que defiende Cáritas que apela al poder de los consumidores para “autoexigirnos una ética y optar por productos y servicios que impulsen la la consecución de objetivos sociales y medioambientales.

“Cuando nos referimos a la economía solidaria, pensamos en una economía que escucha, que cuida, que suma y que cambia. Esta es la economía que queremos”, asegura la coordinadora de Economía Solidaria de Cáritas Española.

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