¿Por qué Jesús se vio obligado a expulsar a los mercaderes del Templo?

Hasta en dos ocasiones se vio obligado a expulsarles 

¿Por qué Jesús se vio obligado a expulsar a los mercaderes del Templo?

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Jesucristo permaneció durante siete años en Egipto y otros 23 en Nazareth llevando una vida contemplativa. Tras ser bautizado y sufrir tentaciones del demonio en el desierto, inició su vida pública haciendo su primer milagro en Caná. Recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas, expulsando demonios, curando ciegos, leprosos, paralíticos y otros enfermos.

Galilea, en tiempo de Jesús, era una región rica. Como todas las ciudades o aldeas palestinas, poseía una sinagoga. En Jerusalén había unas 450, además del Templo. El interior de este templo estaban separados entre hombres y mujeres.

Aproximándose la fiesta de la Pascua, Jesús se dirigió con sus discípulos a Jerusalén. Todo judío era obligado a participar de esa fiesta en el Templo de la Ciudad Santa. El edificio contaba con tres patios, uno para los sacerdotes, y los dos restantes, como hemos comentado, para los hombres y las mujeres. En medio de estos espacios, se encontraba el Patio de los Gentiles.

Al entrar en el Patio de los Gentiles, el Divino Maestro observó cómo un gran número de personas vendían aves, animales y cambistas de monedas, haciendo un alboroto antisacral. Por ello, fabricó un látigo de cuerdas para expulsar a todos del Templo, junto a los animales. Además, esparció las monedas y derrumbó las mesas de los cambistas: “No hagáis de la Casa de mi Padre una casa de comercio”, afirmó.

Dos años más tarde el Señor vivió un segundo episodio similar, teniendo que expulsar nuevamente del Templo a los que compraban y vendían, lo que es contado como uno de sus mayores milagros. Pues, aunque en otras ocasiones lo hubiesen menospreciado, en esta ocasión todos huyeron sin defenderse, a pesar de ser muchos. Él sólo expulsó a todos, armado apenas de unos cordeles. Los expulsó porque, con sus compras y ventas, deshonraban al Padre exactamente en el lugar donde Él debía ser mas honrado.

Volvió a derribar las mesas de los que cambiaban las monedas y los estantes de los vendedores de palomas. Y les dijo: Está escrito: "Mi casa será llamada casa de oración. Vos sin embargo, hicisteis de ella un centro de ladrones".

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