CONTAMINACIÓN LUMÍNICA
Astrónomos proponen topes a la luz nocturna y las constelaciones de satélites
La luz artificial nocturna y las megaconstelaciones de satélites dificultan la observación del cielo. Un grupo de astrónomos pide hoy que ambas sean objeto de regulación, proponen una estrategia de límites y considerar la posibilidad de prohibir los grandes conjuntos de satélites.
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La luz artificial nocturna y las megaconstelaciones de satélites dificultan la observación del cielo. Un grupo de astrónomos pide hoy que ambas sean objeto de regulación, proponen una estrategia de límites y considerar la posibilidad de prohibir los grandes conjuntos de satélites.
Nature Astronomy publica una serie de estudios y artículos de opinión en los que se analiza el problema del aumento de la luz artificial nocturna y de la proliferación de satélites en las órbitas terrestres bajas, que tienen un impacto negativo en las observaciones astronómicas y los cielos oscuros.
Un comentario firmado por cinco autores, entre ellos Fabio Falchi, de la Universidad de Santiago de Compostela, y Salvador Bará, de la Agrupación Astronómica Coruñesa Ío, hace un llamamiento a los científicos para detener el deterioro del cielo nocturno por la luz artificial y los satélites.
El artículo concluye que ahora es el momento de considerar la prohibición de las megaconstelaciones y de promover una reducción significativa de la iluminación artificial nocturna y de la consiguiente contaminación lumínica.
Los autores consideran que debería aplicarse una estrategia de límites, una forma utilizada con éxito desde hace décadas para controlar la mayoría de los contaminantes, tanto para la producción de luz artificial como para los satélites en órbita.
Al acercarse a estos topes, deberían tomarse medidas para volver a entrar en ellos y se ya superan los límites razonables, como parece tanto en la contaminación lumínica como en la contaminación por satélites, deberían tomarse medidas para remediarlo.
La luz artificial nocturna es un contaminante antropogénico con consecuencias negativas sobre el comportamiento y la fisiología humana y animal, que a veces es un subproducto inevitable de una cosa necesaria.
Los firmantes consideran que seguramente debería ser obligatorio para los gobiernos tomar medidas inmediatas para limitar y reducir la cantidad total de luz artificial nocturna de forma similar a lo que hicieron para controlar otros contaminantes atmosféricos.
En cuanto a los efectos de los satélites de órbita terrestre baja en el cielo nocturno y la ciencia, estiman que es igualmente ingenuo esperar que la economía espacial se autolimite, "si no se ve obligada a hacerlo", para contrarrestar las nuevas cuestiones ambientales y de seguridad planteadas por las nuevas megaconstelaciones de satélites privadas.
La explotación de las megaconstelaciones incluye transacciones financieras especulativas superrápidas y la gestión del campo de batalla. Esta escalada sin precedentes debería detenerse desde el principio y regularse.
Sin embargo, apuntan que entablando un diálogo con las empresas, en lugar de dialogar con los Estados (o exigirles) o con las entidades reguladoras internacionales, estamos permitiendo que la parte interesada se autorregule, sustituyendo el papel de un Estado regulador, que debe garantizar el bienestar de las sociedades.
Así, reflexionan que en la balanza de los beneficios y perjuicios inmediatos o a largo plazo, para la sociedad, y a pesar de la popularidad de las megaconstelaciones de satélites, no debemos rechazar la posibilidad de prohibirlas. Por el contrario, creemos que los impactos y los riesgos son demasiado altos como para descartar esta posibilidad.
Hay algunas acciones clave que los astrónomos de todo el mundo pueden adoptar, como recordar que estos problemas son de naturaleza sociopolítica, no tecnológica, y actuar en consecuencia.
Además, destacan que deberían tomarse medidas decididas en todos los países, con mayor urgencia en aquellos que tienen una mayor parte de responsabilidad en el actual proceso de deterioro del cielo nocturno mundial. EFE
cr/cc