Catarsis eurovisiva: los eurofans españoles toman Lisboa

Las entradas para el festival se han agotado, la ocupación hotelera se acerca al 100% y miles de eurofans toman las calles de la capital portuguesa. Los seguidores españoles son los más numerosos este año. Muchos de ellos, van a disfrutar del festival por primera vez en directo

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Javier Escartín

Publicado el - Actualizado

5 min lectura

La fiebre por Eurovisión ha desbordado Lisboa. Miles de eurofans han tomado esta semana la capital portuguesa con motivo del certamen, que se celebra por primera vez en su historia en Portugal tras el triunfo en la pasada edición de Salvador Sobral y su sentimental balada "Amar pelos dois". Las previsiones de la organización se han quedado cortas: por primera vez en varias ediciones se han agotado las entradas de las dos semifinales, la ocupación hotelera se aproxima al 100% y los espacios habilitados para los seguidores del concurso se han visto desbordados por la avalancha de peticiones. Una locura en la que los españoles están jugando un papel muy protagonista. 

Según los organizadores, una de cada seis entradas para alguna de las galas del famoso concurso musical ha sido comprada por un fan español. Esto supone que un 16% de público del Altice Arena, sede del certamen, arropará a Amaia y Alfred en su participación en la gran final del concurso. Sólo los portugueses nos superarán en número. Y no serán más porque muchos fans españoles se han quedado sin entrada para la final por primera vez en varios años. "Todos los años hay problemas para conseguir una entrada para la final, pero en el último momento siempre la podemos obtener. Este año, literalmente, ha sido imposible", cuenta a COPE Víctor, que ya ha estado presente en otras cuatro ediciones del concurso. "Sí tenemos entrada para las semifinales y para el ensayo general del viernes en el que vota el jurado. Algo es algo", dice con media sonrisa. 

El caso de Víctor no es una excepción. Muchos eurofans españoles se quejan de la misma situación. "No entiendo por qué no han elegido un pabellón más grande, tal vez un estadio de fútbol, para hacer el festival sabiendo que muchas personas íbamos a venir", dice por su parte Adrián, también sin entrada para la final. La avalancha de peticiones desbordó a la propia OGAE España (el club de fans oficial del festival): hubo 806 solicitudes de entradas frente a una disponibilidad de 200. Y eso que su coste no es asumible para todos: la entrada más barata, que daba derecho a sentarse en una de las gradas situadas justo detrás del escenario con visibilidad prácticamente nula, costaba 35 euros. La entrada más cara, en el denominado 'golden circle', suponía pagar entre 200 y 300 euros. Pero dio igual: en la venta online, las entradas volaron en apenas minutos. "Yo me conecté al ordenador cuatro horas de que empezara la venta de tickets y cuando entré en la fila virtual tenía a 50.000 personas delante", explica Adrián.

Algunos fans españoles, incluso, acudirán este fin de semana a Lisboa sin entrada. Es el caso de Daniel, que junto a su pareja y dos amigos, han cogido un hotel a tres kilómetros del centro de Lisboa para vivir el ambiente de la ciudad en su día más importante. "Como sabíamos que era imposible obtener entrada, vamos a ir para ver la final en la pantalla gigante que pondrán en la Plaza del Comercio. No no importa no verlo en el estadio, lo que queremos es pasarlo bien", asegura a COPE. 

La saturación es tal que el eurocafé, el espacio nocturno habilitado por OGAE para que los fans bailen hasta la madrugada los éxitos del festival, tampoco ha podido cubrir todas las peticiones. Y buscar ahora una cama en el centro de Lisboa resulta casi imposible si no estás dispuesto a pagar casi 200 euros por una noche. Algunos, temiéndose la alta demanda, reservaron ya sus hoteles en verano. "En cuanto anunciaron que Lisboa iba a ser la sede, cogí el vuelo y el hotel. Sabía que después iba a ser todo mucho más caro", relata Samuel, que acude por primera vez al festival. En booking.com una alerta anuncia que un 96% de plazas hoteleras están ocupadas y en Airbnb, una opción cada vez más popular entre los eurofans, la disponibilidad es ya solo del 9%. "Nosotros hemos cogido un apartamento de cuatro personas y vamos a dormir siete. No hay camas para todos, así que algunos tendrán que dormir en sacos de dormir. Pero da igual, lo importante es que vamos a disfrutar del festival", asegura Josep, otro eurofan que debuta este año. 

La proximidad geográfica del país anfitrión con respecto a España ha sido el motor de esta locura. Desde 1969, cuando el festival se celebró en Madrid, nunca antes el concurso quedaba tan cerca. Ni siquiera el 'efecto OT', el fenómeno social televisivo a través del cual han sido designados nuestros representantes, ha tenido incidencia en esta avalancha española. "El éxito del programa se verá en la audiencia del festival, que probablemente va a subir muchísimo con respecto al año pasado. Pero los eurofans españoles que vamos a Lisboa no son fans de 'OT', sino de Eurovisión", relata Iván. 

Con o sin entrada, en mejor o peor alojamiento, la ilusión por el festival se dibuja en las caras de los eurofans, una comunidad muchas veces incomprendida y objeto de continuas bromas. "Mi familia y muchos de amigos no entienden que me guste Eurovisión. Se ríen y dicen que es de frikis. Pero después es uno de los programas más vistos del año. Nunca he entendido esta paradoja", nos cuenta también Iván. Su amigo, Jorge, habla de 'orgullo eurofan': "Me da igual que la gente se ría porque nos encante el festival. Es una experiencia increíble y conoces a mucha gente que merece la pena. Para mí, Eurovisión no es un hobbie. Es un estilo de vida"

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