Antonio Jiménez detrás de El Cascabel: "Con Herrera tengo muchas experiencias. Es el padrino de mi hijo"
Antonio Jiménez presenta 'El Cascabel' en TRECE y colabora en 'Herrera en COPE' junto a Carlos Herrera
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Antonio Jiménez es un reconocido periodista de nuestro país. Tras formarse en la Universidad Complutense de Madrid, en la facultad de Ciencias de la Información, comenzó a desarrollar una amplia trayectoria como periodista.
En 1987, se incorporó a COPE, donde se hizo cargo del informativo Primera hora y Mediodía. Años después, dio el salto a la televisión y, desde el 2005 y hasta el 2013, fue director de Radio Intereconomía y también presentador de El gato al agua, a la vez que estaba en Intereconomía TV.
Actualmente, se encuentra al frente de 'El Cascabel' en TRECE, programa que presenta desde hace casi una década. De la misma manera, desde 2015, se ha convertido en un colaborador habitual de 'Herrera en COPE', donde, además de profesionalidad, se muestra la complicidad entre ambos por la relación de amistad que mantienen desde hace años, ya que han vivido "muchas experiencias y momentos divertidos". Así lo ha contado el exitoso periodista para COPE.es.
¿Cómo tienes las rodilla?
Mal porque eso ya no te deja igual. Desgraciadamente, cuando sufrimos un accidente de esas características... Ni los futbolistas se recuperan al nivel que han tenido antes de la lesión. Y los ciudadanos normales, que podemos sufrir cualquier tipo de accidente doméstico, pierden mmovilidad y pierden la confianza. Yo no me he recuperado.
¿Cómo ocurrió?
Fue una de esas mañanas en la que te levantas con la somnolencia habitual porque fue un madrugón a cuenta de la tertulia de Carlos Herrera. Bajé las escaleras con cierta habilidad o rápidez porque quería hacerme un café antes de que Carlos estuviera en disposición de conectar conmigo en la tertulia. Resbalé y me pegué un leñazo importante. Me rompí los tendones de la pierna derecha, al nivel de la rodilla, y eso me obligó a hacerme una intervención quirúrgica. Me recuperé y no he perdido la movilidad. Puedo moverme y eso es muy importante. Todo este tipo de lesiones, al final, te dejan siempre quebrantado desde el punto de vista de la salud. Ya no es lo mismo. Antes era un tipo al que le gustaba más caminar, era más ágil... Estaba más dispuesto a pasear y huía del coche la medida de lo posible. Ahora, me cuesta porque me duele la pierna.
Hay muchos periodistas que cuentan con una etiqueta ¿Consideras que tú tienes alguna?
Siempre tenemos una crítica positiva. Normalmente, quienes te ven en la calle, te saludan y te reconocen, son gente agradecida. Y yo se lo agradezco a ellos. Si me piden una foto, un autógrafo o me saludan cariñosamente y dicen que están muy satisfechos con lo que hacen. Eso es lo más satisfactorio que puede haber para un profesional, que es el reconocimiento público. Los que estén en contra de lo que haces, te critiquen y consideren que eres un tipo peligroso desde el punto de vista mediático, esos felizmente no se te acercan. En la distancia te maldecirán y te pondrán verde, pero no se te acercan a molestar. Lo que yo rambién agradezco. Hay que ser educados y civilizados.
Por 'El Cascabel' han pasado muchos tertulianos que ahora son altos cargos del Gobierno o de la oposición, ¿Quién te ha sorprendido más en su evolución?
A mí me hubiese gustado que la trayectoria política de Pablo Casado no se hubiera cortado de raíz. En su caso, creo que Pablo tenía una trayectoria muy positiva, un futuro bastante prometedor en ese sentido y todo eso se ha ido al garete. DIgo esto porque Pablo fue uno de los tertulianos habituales de mis programas en mi anterior vida televisiva. Él comenzó conmigo y, además, tiene una edad casi de niño. Pablo es un tipo que se ha formado muy bien desde el punto de vista dialéctico y con presencia para debatir en los programas de televisión. Tuvo buenas escuelas. Siempre me ha agradecido personalmente el estar conmigo en esos años en los que empezaban a surgir este tipo de debates en televisión. El caso de Pablo Casado me entristece porque también es amigo personal. Pero la vida es como es y, ahora, tiene que dar el paso a otra situación, a otro líder. Él tendrá que esperar a una segunda oportunidad y ojalá que la tenga.
También tuve la oportunidad de conocer en ese mismo terreno a Albert Rivera, que también ha acabado muy malamente. Hemos visto que el pobre frustró también sus expectativas políticas. He tenido a gente magnifica en las tertulias como Rafael Escuredo, José Luis Corcuera, Paco Vázquez, Enrique Múgica, que en paz descanse. Gente muy interesante que, luego en las tertulias políticas, daban un juego extraordinario. Políticos que tienen un sentido común que valoran mucho los espectadores cuando les oyen porque no solo aportan experiencia y conocimiento, aportan sentido común, que es lo que más falta, en muchos casos, en este país por parte de los que están en las cúpulas dirigentes.
¿Hay algún político que hayáis querido tener en el programa y que a pesar de las invitaciones no ha ido?
Aquellos que no quieran venir, no se les fuerza. Se les invita porque, normalmente, en 'El Cascabel', el trato es de una esquisita educación. Cuando los periodistas recibimos a un entrevistado hay que recibirles con el mismo afecto, la misma disposición y cortesía que cuando invitas a alguien a tu casa. Luego, puedes hablar, subir el tono de la conversación, se puede discrepar... Pero siempre dentro de los cauces que marcan las normas de convivencia. Nosotros respetamos eso mucho. Algunos no quieren venir porque creen que les invitamos como una encerrona, pero allá ellos. Es verdad que se ha invitado a todos, del Gobierno a todos. Ha venido la ministra de Defensa, el ministro de Agricultura, pero no han querido venir otros. Las puertas las tienen abiertas. Pero si ellos no quieren, no les vamos a obligar. Sánchez incluido, por ejemplo.
¿Recuerdas alguna entrevista que te dejase totalmente bloqueado? Por alguna contestación o la actitud del entrevistado.
Yo lo he pasado alguna vez mal por un interviniente, no expresamente un político, sí compañeros que estaban participando en la tertulia y han subido los decibelios. Es feo, no me gusta la crispación. Creo que los debates deben plantearse de una forma sosegada, moderada, muy contundentes y, en la medida de lo posible, muy suaves. No creo que España esté para crispar más y, sobre todo, en una sociedad como la nuestra que está menos polarizada que hace meses. Quizás porque nos hemos dado cuenta de que no somos nada y, en cualquier momento, dependemos de un acontecimiento que nos pone a todos en un brete. Como está pasando ahora con la guerra de Ucrania y con la que vemos la atrocidad que supone una guerra. Por lo que no crea que sean buenos los debates en los se impone el griterío y las voces.
En esos momento, ¿Cómo logras que vuelva a reinar la calma en plató?
He sufrido ese tipo de experiencias y no es positivo, a mí no me ha gustado. Lo pasas mal, pero, sobre todo, por los espectadores. No tiene por que estar viendo a gente que se enfrenta hasta el extremo de insultarse. En esos casos, tengo que levantar más la voz y enfadarme. Parece que estoy entrando en esa crispación, pero lo hago para intentar rebajar. Hay que hacer todo lo posible para no crispar más. Es una forma de recurrir la situación para pararla de alguna manera.
Antes de comenzar a grabar una entrevista tienes unos minutos con el entrevistado ¿Cambian muchos los políticos cuando el piloto de la cámara se pone rojo?
No necesariamente. Las experiencias que hemos tenido aquí han sido buenas. Puede haber alguna pregunta que les moleste más o alguna cuestión que le incomode un poquito más. Pero, en general, aquí estamos para preguntar y que ellos respondan lo que quieran. Hay periodistas que consideran que a veces hay que actuar como fiscales y eso no se puede hacer. No tenemos que llegar a esos límites, pero tenemos que preguntar lo que nos apetezca. No hay preguntas inoportunas, siempre que sea desde el tono civilizado.
¿Cómo fue compartir plató con Rosa López?
Para mí fue una experiencia muy positiva y agradable. Es una chica mangífica. Es una mujer que representa lo que es. Se muestra ante las cámaras y ante la vida tal y como es. Esa forma tan sencilla, tan natural y espontánea de como reacciona cada vez que se le pregunta o se le dice de hacer algo. Eso es muy bueno porque, al final, esa química la compartes. No es una persona que esté impostando una actuación, una situación, una forma de mirar o de decir las cosas. Es totalmente sincera, llana, directa... Todo lo que hace es una reacción muy natural. A Rosa le tengo mucho cariño y le deseo todo lo mejor. Y ojalá poder repetir esta experiencia.
Te unen muchos años de amistad con Carlos Herrera, ¿Alguna anécdota que recuerdes con él?
Con Carlos tengo muchos momentos divertidos y muchas experiencias. Hemos compartido viajes, situaciones más delicadas... Hice un viaje con él a Estados Unidos y yo sufrí un cólico nefrítico. Él veló por mi integridad física hasta el extremo de verme en un hospital internado, encima de una camilla, una madrugada. Él pobre allí velándome como si estuviese yo más para allá que para acá porque yo estaba hecho unos zorros. Allí estuve esperando hasta que me dieron los remedios necesarios para paliar el dolor. Fue en California.
Además, yo soy el padrino de su niña Rocío y él es el padrino de mi hijo Alejandro. Y, profesionalmente, él es un tipo brillante. Uno de los mejores comunicadores que tenemos en España en estos momentos y líder en la radio. Además, como persona, es extraordinario. Es generoso, humano y un gran amigo.
¿Cómo recuerdas el momento el que te tocó cubrir el 23-F?
Con la inconciencia de la edad. La pandemia la viví con una sensación de inquietud y tensión mucho mayor que cuando pasaban cosas durante la transición. Imagino que porque somos más mayores, más conscientes, más responsables y tenemos más conocimientos, por lo que tenemos más miedos. Cuando somos más jovenes tenemos menos gente que conservar y menos de la que depender. Entonces, eso no lleva a vivir las cosas con menos determinación y menos miedos. Lo vivimos como un acontecimiento que podía acabar con la democracia, pero no era determinante. Nos echamos a la calle a buscar la información y con la esperanza de que acabara como acabó, felizmente.
¿Con qué político te irías a tomar un café?
Depende. Te diría más bien con quien no me iría a tomar un café. A las personas no podemos prejuzgarlas en función de lo que representan o dicen en la distancia. Hay gente que igual me considera un tipo egoísta, altanero, soberbio... Y, luego, sin embargo, te descubren en las distancias cortas y me dicen que soy un tipo campechano, amable y solidario. No descartaría a nadie, aunque no me tomaría un café con nadie de Bildu, a esos les tengo tachados totalmente. Y, probablemente, me costaría tomarme un café con aquellos que persiguen la ruptura constitucional de España. Los demás, con todos, izquierda o derecha. Charlaría con ellos y, probablemente, descubriría cosas que me llamaría la atención positivamente y otras que me reafirmarían mi crítica hacia esa persona.
La persona que dice que una guerra como la de Ucrania necesita una diplomacia de precisión, como por ejemplo Irene Montero, me parece un mensaje tan simple que, realmente, no sé si tiene algo más que aportarme. No me interesa. Hay políticos de la formación morada que no creo que me aporten nada porque ya conozco lo que dicen.
En referencia a la respuesta anterior, se ha comentado que Rufián en las distancias cortas no tiene nada que ver con lo que aparenta...
Políticamente, para mí es alguien irrelevante. La posición política de alguien no tiene nada que ver con la persona. Si me saluda Rufián, yo le saludaré. Pero no iré yo a saludarlo. Esa es la diferencia.
¿A qué persona, que consideres inalcanzable, te gustaría entrevistar?
Cualquier líder mundial que se precie, en los que no tengamos total interés ahora mismo. Por ejemplo, en estos momentos, me gustaría entrevistar a Ronald Reagan que a Joe Biden. Y no por su ideología. Aunque si me gustaría entrevistar a Putín para saber por qué se llega a esta situación y por qué es capaz de ordenar que se bombardeen edificios en los que hay personas inocentes.
¿Qué le preguntarías a Putin?
Lo primero que le diría es que cómo es posible que alguien como él sea capaz de dormir cada noche, sabiendo que sus bombas están asesinando a personas inocentes que, realmente, están sufriendo las consecuencias de una guerra que no sabemos por qué ha declarado.