COPA CHENEL

Adame triunfa en un derroche de bravura de Fraile de Valdefresno y Buenavista en San Martín de Valdeiglesias

El mexicano cortó dos orejas con un lote de toros premiados con la vuelta al ruedo. Oreja para De Julia y Pacheco.

Luis David Adame en su salida a hombros este domingo en San Martín de Valdeiglesias

Sixto Naranjo Sanchidrian

Publicado el - Actualizado

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Tarde de bravura en el segundo festejo clasificatorio de la segunda fase de la Copa Chenel con dos ganaderías que brillaron por su casta y tres toreros que, cada uno con sus armas, mostraron sus credenciales para estar por merecimientos en las semifinales del certamen. Será el jurado quien decida qué dos estarán en el bombo de la siguiente fase.

La tarde comenzó con un animal de José Enrique Fraile de Valdefresno que dentro de su contado poder saco nobleza y clase y siempre fue a más por su fondo encastado. Rafael de Julia, que se fue a portagayola, instrumento varias tandas en redondo de empacado temple. Hubo gusto y reunión en los embroques. Pero falló la espada.

Con el duro y exigente quinto de Buenavista, el madrileño se superó y dejó tres naturales para enmarcar por delicadeza en la conducción y profunda resolución. La oreja premio al conjunto.

Luis David Adame se llevó el lote de la tarde. El primero, un enclasado y encastado toro de Fraile de Valdefresno que hacía el avión con celo en la búsqueda del engaño. El mexicano dejó una faena algo deslavazada, siempre por las afueras y más templada que profunda. Se eternizó con la espada y no hubo opción de puntuar. Al que se premio fue a “Pituso” con una merecida vuelta al ruedo.

El quinto de Buenavista fue un toro bravo en todos los tercios. Empujo con fijeza y riñones en el puyazo que tomó y embistió con humillada entrega a la muleta de un Adame que ahora sí apostó por embrocarse más con el toro y condujo con más mando sus embestidas. Metió la mano con habilidad y paseó el doble trofeo mientras a “Lujoso” se le premiaba con la vuelta al ruedo póstuma.

Miguel Ángel Pacheco, que se fue a la puerta de chiqueros, enlotó un “lisardo” de Fraile de Valdefresno encastado al que toreó con encaje y largura en un trasteo que fue a más y que culminó de una estocada cobrada al segundo intento. La oreja aquilató lo realizado.

El sexto fue un toro complejo y de comportamiento cambiante. El gaditano supo torearle con ligazón en la primera parte del teatro y supo después ganarle la acción cuando el de Buenavista quiso salir suelto de la muleta. Hubo una tímida petición y todo quedó en silencio.

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