SEVILLA

50 años del rabo de Ruiz Miguel en Sevilla: "Me abrió las puertas de la profesión"

Aula Taurina de Sevilla rinde homenaje a Ruiz Miguel cuando se cumple medio siglo del último rabo que se cortó en la Real Maestranza.

Ruiz Miguel, arropado por los ganaderos Antonio y Eduardo Miura

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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La asociación sevillana para el fomento de la Fiesta entre la juventud, Aula Taurina, celebró este jueves 16 de diciembre la segunda jornada de la XX edición de su ciclo anual de ‘Lecciones Magistrales’ que, patrocinadas por la Real Maestranza de Caballería, se celebró en el Salón de Carteles de la plaza de toros de Sevilla.

La nueva sesión, estuvo dedicada al matador de toros Francisco Ruiz Miguel, con objeto de repasar su trayectoria en los ruedos y conmemorar que se han cumplido 50 años desde que cortara el último rabo un torero a pie, en la Real Maestranza en el año 1971. El acto fue presidido por el presidente de Aula Taurina, Miguel Serrano y estuvo conducido por el periodista Emilio Trigo.

El 25 de abril del citado año, Ruiz Miguel, que estaba en su segunda temporada como matador de toros, se enfrentó al toro “Gallero”, nº 100, de 521 Kg, de la ganadería de Miura, al que le hizo una faena emocionante con arte y valor, para después matarlo de una estocada en la suerte de recibir, le cortó las dos orejas y el rabo. “Era la primera vez que toreaba ese hierro y ese triunfo me abrió las puertas de la profesión”.

Ruiz Miguel repasó sus comienzos, el día que se tiró de espontáneo en un novillo de ‘Paquirri’ en un festival en Cádiz, “Motivo por el que en cuatro festejos posteriores se anunció con el nombre de Paquito Ruiz ’El Espontáneo”. Ahondó en su relación con el gran torero de la Isla de San Fernando, Rafael Ortega, que "me enseñó a realizar la suerte suprema y me recomendó que no le mirara el hierro a los toros de Miura”.

La tarde de su triunfo sevillano, en la que sustituyó a José Martínez ‘Limeño’, “Me cambió la vida”. A raíz de aquello llegaron los triunfos y su encuentro con quien sería el segundo apoderado de su vida: Pepe Luis Segura. Antes, lo había apoderado Paco Ortega. Así se forjó la vida de un luchador que llegó a lidiar “100 corridas de Miura, 89 de Victorino Martín, 39 de Pablo Romero, y 50 de Murteira Grave”, además de los hierros más encastados y duros del campo bravo. El maestro “Le decía al miedo en el hotel: Ya vendré a recogerte quédate aquí. No te vengas conmigo a la plaza”.

‘El Cañaílla’ -como le llaman los más íntimos- tenía una enorme seguridad en sí mismo. “Yo competía conmigo mismo, no rivalizaba con nadie puesto que yo era mi gran rival. Además me creé una propia tauromaquia para sobrevivir a las corridas duras”.

En el homenaje intervinieron los hermanos Eduardo y Antonio Miura, que elogiaron "la capacidad lidiadora del torero de San Fernando”, así como su mítico apoderado Pepe Luis Segura, el hombre que “Se peleó con las empresas para poner a Ruiz Miguel en el lugar que le correspondía”.

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