2ª FERIA DE SAN ISIDRO

Apenas una oreja para Román con una brava corrida de Fuente Ymbro

El torero valenciano pasea la primera oreja de la Feria de San Isidro. Luxación de clavícula para Leo Valadez.

Román durante su actuación este sábado en la plaza de toros de Las Ventas

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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El diestro valenciano Román paseó hoy la única oreja, y primera de esta edición, en el segundo festejo de la feria de San Isidro, en el que se lidió una seria y brava corrida de Fuente Ymbro que exigió más entrega y acierto por parte de una terna de la que el peor parado fue el mexicano Leo Valadez, que sufrió una luxación de clavícula.

El conjunto del encierro gaditano, además de una excelente y seria presentación, fue todo un catálogo de bravura encastada, tanto la que exige mando y poder en los engaños como la que pide temple y calidad en las muñecas, matices que se vieron en contadas ocasiones a lo largo de la corrida.

Por ejemplo, asomaron en los compases finales de la faena de Román al segundo de la tarde, un ejemplar cornalón con el que tardó en asentarse y confiarse, a pesar de que repetía sus embestidas galopando muy descolgado y con amplio recorrido. Pero las primeras y largas pausas, tal vez motivadas por algunas rachas de viento, no fueron una medida muy aconsejable.

Aun así, fue más cerrado en tablas cuando el valenciano logró el acople necesario, logrando ligar los muletazos por ambos pitones con cierta ligereza pero también con más convicción ante un toro que lo puso casi todo hasta los vistosos remates finales. Tras una estocada trasera se generó una amable petición y concesión de esa oreja que el de Fuente Ymbro le ofreció por partida doble.

Claro que Román pudo haberse llevado ese segundo trofeo, que le hubiera abierto la Puerta Grande, de no haberse enfriado los ánimos del público por la tardanza del quinto toro en doblar después de una estocada trasera, pues desde los hoy más animados y benevolentes tendidos se tomó como heroica una faena entre dos aguas.

Las dudas iniciales que mostró Román hicieron que el ejemplar más exigente, y también el de menos cuajo, de la corrida desarrollara unas complicaciones que se hubieran evitado con mayor decisión, pisándole un terreno que el matador no acabó de ganarle en la primera parte del trasteo.

Crecido el toro desde el tercio de banderillas, cuando persiguió y volteó al subalterno César Fernández, se le vino muchas veces a Román antes de tiempo, intentando sorprenderlo por esas dudas que fue desechando a medida que avanzaba un pulso inquietante en el que, llevándolas con los vuelos de la tela a ras de arena, las embestidas del encastado animal parecieron mejores y menos peligrosas.

Tampoco puso mucho mando en su quehacer Leo Valadez con un tercero que, por un errado inicio de faena, sacándole la muleta muy por arriba, cogió el vicio de cabecear y puntear en cada embroque, sin que el mexicano, al no lograr evitar constantes enganchones, acabara de cogerle el sitio ni el ritmo.

Lo peor de todo es que tras una fea voltereta, en la que el toro le prendió por un tobillo sin herirle, Valadez acabó con una luxación de hombro, que aun se antojó como resultado milagroso tras el fortísimo golpe que también sufrió en la estocada, cuando el testuz del de Fuente Ymbro le levantó más de un metro en el aire.

Por este percance, y como director de lidia, El Fandi tuvo que matar tres ejemplares, y a los tres los desaprovechó clamorosamente. Tras banderillearlos con muy escaso ajuste en la reunión, con el mansote y facilón primero se metió sin rubor alguno en la ventaja de la pala del pitón, asfixió en la distancia corta y con la muleta como pantalla la calidad del cuarto y con el claro y dulce sexto, enlotado como segundo de Valadez, desplegó todo un catálogo de destemplada vulgaridad.