Carlos Herrera y Curro Romero, un mano a mano de radio y arte en Sevilla
El periodista de COPE y el maestro de Camas protagonizaron el 50 'Mano a mano' de la Fundación Cajasol con los toros y la radio como ejes de la charla.
Madrid - Publicado el - Actualizado
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El matador de toros Curro Romero y el locutor Carlos Herrera protagonizaron anoche una edición muy especial de los ‘Mano a Mano’ de la Fundación Cajasol, en concreto la número 50 de estos encuentros culturales que se celebran en Sevilla desde 2007, inaugurados precisamente por el Faraón de Camas junto con el cantaor José Mercé. En esta ocasión, además de los dos protagonistas, el acto contó con un epílogo flamenco del más alto nivel a cargo de la cantaora Marina Heredia y el pianista Dorantes, que sorprendieron al auditorio y a los propios participantes del mano a mano con dos temas de su espectáculo ‘Esencias’, un nombre muy apropiado para la ocasión.
El presidente de Cajasol, Antonio Pulido, fue el encargado de introducir este 50 Mano a mano, aludiendo a su ya dilatada trayectoria dentro de la programación cultural de la Fundación Cajasol y explicando que por ellos “han pasado los mas importantes toreros del presente y del pasado y las más importantes personalidades de las más diversas disciplinas”.
“¿Cómo estás Curro?” Preguntó José Enrique Moreno, director de Toromedia, creador, presentador y moderador de estos encuentros desde su nacimiento. “Regular ahora mismo –por la tensión del acto-, pero me alegro de haberles dado vida a estos encuentros y me alegro más de estar aquí otra vez”, espetó el maestro. Carlos Herrera no le fue a la zaga y entró en materia directamente. “Es que la radio siempre ha sido muy taurina”, señaló el conocido comunicador aludiendo al hilo conductor del encuentro: el toro y la radio.
“El maestro siempre ha sido un hombre de pocas palabras” explicó Herrera recordando un programa de televisión, hace 26 años, en el que también participaron Curro, Camarón, Rocío Jurado y Tomatito. Diversos problemas técnicos obligaron a repetir las tomas una y otra vez demorando la aparición del torero. “Carlos Herrera, esto te lo vas a llevar tú porque es el último que hago en toda mi vida”, replicó el Faraón.
“En mi casa no había radio ni nada; lo que había era mucho trabajo y mucha alegría; no había penas” señaló el camero recordando sus tiempos, siendo casi un niño, de cobrador de la peña Carlos Arruza. “En la peña había una radio e íbamos allí a escuchar a Matías Prats retransmitir las corridas”, evocó el torero que en esa época aún no había podido ver los toros en la plaza de la Maestranza. “Yo decidí ser torero para que mi familia no pasara las fatigas que yo pasaba trabajando en el cortijo de Queipo de Llano; me gustaba el campo y el ganado pero los cochinos me daban mucha lata y mi abuela me buscó un trabajo en una farmacia. Me dejaron una bicicleta y decidí ser torero. Como el que coge un puesto de camarero... La suerte que he tenido ha sido impresionante. Sevilla me ha dado el pasaporte para el mundo entero…”
“Pero usted ha sido torero de Madrid también, le han sacado siete veces a hombros en Las Ventas”, le replicó Herrera. “Y una vez más que salí corriendo para que no me cogieran a hombros”, respondió Curro. “¿Y cómo eran las tardes más aciagas?”, insistió el locutor. “Me tiraban de todo, venían los guardias con los parapetos para sacarme y yo me preguntaba qué había hecho…” Curro arrancó las primeras carcajadas respondiendo sus propias preguntas: “agradecérmelo, que me lo he quitado de en medio”.
Herrera recordó aquellos tiempos en los que Curro Romero viajaba entre el éxito y el fracaso. “No eran petardos, era quitarme de en medio un animal que no me valía”, precisó Curro. “Cogí una racha terrible, estaban deseando que aquello no saliera nunca y me tiraban rollos de papel, escupideras…”.
El público ya había entrado de lleno en el meollo de una charla repleta de anécdotas. Romero llegó a confesar un momento en el que pensó abandonar y se fue a ver a un amigo pintor, Juan Lara, “que hablaba de toros como un torero”, y él le dijo: “Curro, no te preocupes, te están riñendo por lo que dejan de ver. Qué bonito es eso, ¿no?”, devolviéndole la confianza.
“¿Y cual es la mejor tarde de su vida?” le volvió a inquirir Herrera. “Han sido muchos toros, entonces embestían; hoy no habría sido torero; son elefantes y entonces eran bajitos y con los pitones por delante”, contestó el camero. “Eso ha desaparecido y ahora hay que hacer un toreo que a mí no me va, hay que estar muy cerquita de ellos y el torero es distancia…”
“Te pones delante del toro, con el viento, con la gente diciéndote lo que tienes que hacer…un día me preguntaron qué público me gustaba más si el de Sevilla o el de Madrid y yo respondí que el del tenis”. “Es que yo necesito ese silencio; de pensar en ir a Pamplona me entra dolor de cabeza”, espetó el torero.
Pero había que abordar otros aspectos, como el ataque de los antitaurinos. “La violencia que utiliza el animalismo es inaudita”, señaló Carlos Herrera. “Me llama mucho la atención que en la puerta de las plazas se ponga gente a llamar asesino al que va a los toros”, insistió Carlos Herrera recordando que él había estado a punto de ser asesinado dos veces. “Cuando hemos ido a manifestarnos contra los asesinos de verdad nunca hemos visto a esa gente”, sentenció el periodista. “Esos sonidos se están incorporando como parte de una tarde de toros”, ironizó el comunicador que confesó su ausencia en la tarde de las dos últimas orejas que cortó Romero en la plaza de la Maestranza. “Tuve que ir a la boda de mi compadre en Madrid y me la perdí pero Curro me regaló el capote de aquella tarde”.