FINAL FERIA DE MONCALVILLO

Chicharro y Marco Pérez consolidan su liderazgo saliendo a hombros en San Agustín del Guadalix

Noble encierro de Montealto con un novillo, el cuarto, premiado con la vuelta al ruedo.

Marco Pérez, el mayoral de Montealto y Alejandro Chicharro, a hombros en San Agustín del Guadalix

@feria_moncalvillo

Marco Pérez, el mayoral de Montealto y Alejandro Chicharro, a hombros en San Agustín del Guadalix

Sixto Naranjo Sanchidrian

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Alejandro Chicharro y Marco Pérez volvían a la plaza de toros Antonio Ronda este lunes tras ganarse ayer domingo su puesto en la final de la Feria de Moncalvillo de San Agustín de Guadalix.

Dos novilleros en sazón, líderes del escalafón novilleril que se veían las caras en un mano a mano cargado de alicientes. El resultado final del festejo consolida ese liderazgo.

Chicharro abrió el marcador de la tarde ante un novillo de Montealto que tuvo buena condición por su nobleza y clase, aunque se echó en falta un punto de motor. El de Miraflores estuvo sobrado de sitio y templó las embestidas del utrero por ambos pitones. Paseó una oreja.

Dos más sumó con el encastado tercero, un novillo al que Chicharro inició faena de rodillas y al que exigió mucho por abajo en las dos primeras tandas en redondo. Pese a rebajar revoluciones, hubo acoplamiento después al natural, con ajuste y ligazón. Amarró el triunfo con la espada.

Marco Pérez se las vio en primer lugar con un pupilo de Agustín Montes manejable aunque se rebrincaba tras los embroques. Muy fácil el salmantino, que limpió siempre los muletazos y acabó exprimiendo al novillo en un final de cercanías que llegó mucho al tendido. Pero dos pinchazos previos a la estocada redujeron el premio final a una ovación desde el tercio.

La gran faena de Marco llegó con el buen cuarto, un ejemplar al que dibujó un soberbio recibo capotero a la verónica, acompañando con cintura y tronco las embestidas del novillo. Después inició la faena de muleta de rodillas y lo cuajó en tandas rotundas por su temple, expresión y cadencia. Siempre intentando redondear los muletazos rematándolos detrás de la cadera. Faena larga que acabó con los tendidos entregados a la capacidad del novillero charro. Dejó una estocada arriba y se le concedieron las dos orejas. Incluso se le llegó a pedir el rabo. Lo que se concedió, como premio al conjunto, fue la vuelta al ruedo al novillo de Montealto.

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