23ª SAN ISIDRO

La complejidad de una corrida dura y correosa de Victorino Martín

Paco Ureña da una solitaria vuelta al ruedo y Borja Jiménez no aprovecha el mejor toro de la Corrida de la Prensa ante la presencia de Felipe VI.

Momento de apuro de Paco Ureña ante uno de los toros de Victorino Martín

Sixto Naranjo Sanchidrian

Publicado el - Actualizado

3 min lectura

Corrida de la Prensa y nuevo lleno en Las Ventas. Y van 11 ya oiga. Su Majestad el Rey quiso presidir este festejo desde el palco real tras anunciar su ausencia en la próxima Corrida de Beneficencia. Entre las personas que le acompañaron, Francisco Rivera Ordóñez en el 40 aniversario de la muerte de su padre.

Para este festejo se había vuelto a apostar por un encierro de Victorino Martín que propicio una emocionante tarde el pasado año. Y de nuevo, aunque menos clara que aquella, la corrida de la 'A coronada' no dejó indiferente a nadie. Toros duros de patas, correosos, complejos por lo cambiante de su condición según avanzaban sus lidias. Algunos encastados, otros mansos... pero una corrida para hacer pensar a los de arriba y hacer pasar un mal rato a los de abajo. Y vaya si lo pasaron... Tampoco ayudaron las malas bregas y lo mal picados que fueron algunos toros.

A Paco Ureña y Borja Jiménez se les hizo cuesta arriba la tarde, les acabó pesando la dureza de los grises de Victorino y con la sensación de desfondamiento en el tramo final del festejo por el esfuerzo realizado.

El murciano lidió como abreplaza un toro tobillero y exigente de medias arrancadas con el que tuvo que poner agilidad de plantas ante las emboscadas que le tendía el astado, que llegó a prenderle por la parte baja de la taleguilla sin llegar a calar el pitón. Con el descabello hubo un apagón y llegó a escuchar dos avisos.

El trasteo de más fondo llegó con el cornalón que hizo tercero. Un animal encastado al que había que tocar de manera suaves y llevarle siempre por abajo, algo que no siempre consiguió el torero de Lorca. Un toma y daca emocionante que culminó de una estocada fulminante tras la cual se pidió sorprendentemente una oreja. La petición no cuajó en mayoritaria y la vuelta al ruedo aquilató la obra de Ureña.

El quinto pareció tomar los engaños de salida con buen son y profundidad, pero en cuanto le plantó cara el diestro, dijo nones. Comenzó a salir de los muletazos con la cara por arriba y aquello no terminó de despegar.

Borja Jiménez llegó a Las Ventas vistiendo un terno calcado en color y bordados al que lució El Niño de la Capea en su encerrona con 'victorinos' en la Corrida de la Prensa de 1988. Un guiño que no acabó de terminar con idéntico balance artístico al que logró el maestro salmantino.

El sevillano se estiró a la verónica con su primer toro, firmando los lances de capote más vibrantes de toda la tarde y rematando con una sabrosa media que levantó a los tendidos de Las Ventas. Toro de casta seca pero agradecido al mando, que tuvo unas embestidas profundas cuando se le llevó sometido por abajo. Borja no siempre lo consiguió ni lo aplicó. En cuanto vaciaba por arriba algún muletazo, el astado punteaba el engaño y había que volver a empezar. Así que la continuidad de la faena nunca se logró.

El cuarto, manso y mirando a tablas, no terminó nunca de entregarse y se vino siempre andando a la muleta de un Borja Jiménez que estuvo solvente con él y lo mató con habilidad, sin más. Y al sexto, que había apuntado nobleza y buen son de salida, le masacraron en varas y, pese a ello, todavía regaló varias embestidas que no fueron aprovechadas por el de Espartinas, ya superado por la tarde a esas alturas del festejo.

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