FERIA DE OTOÑO

Convence Colombo y gusta Ochoa en su debut en Las Ventas

La terna de novilleros, por encima de una novillada de El Ventorrillo baja de raza

Derechazo de Jesús Enrique Colombo durante su actuación este miércoles en Las Ventas

Sixto Naranjo Sanchidrian

Publicado el - Actualizado

3 min lectura

Abrió plaza un novillo de discreta presencia de El Ventorrillo que aguantó poca pelea. Jesús Enrique Colombo, a las puertas de la alternativa, banderilleó con facultades y después firmó un inicio de faena lleno de gusto y temple. Pero su oponente se apagó demasiado pronto y pese a la pulcritud del trasteo del venezolano, aquello no llegó a los tendidos. Con lo que no falló Colombo fue con la espada. Un cañón. Se le ovacionó aunque él no quiso saludar desde el tercio.

Embistió con encastada entrega al capote el segundo y lo embarcó perfectamente Leo Valadez en un buen saludo a la verónica. El toro pareció dañarse la mano izquierda y fue cuidado en varas. Para empeorar todo, un toque brusco del mexicano en el inicio de faena acabó con el novillo dando una vuelta de campana. Pese a la buena condición que se intuía al animal, le lastró esa endeblez de remos. Valadez quiso armar faena, pero no hubo opción. Un pinchazo y un feo bajonazo acabaron con la función del novillero azteca.

El burraco tercero fue un utrero de escasa raza pero que se dejó mucho. Sin embargo a sus embestidas les faltó emoción. Carlos Ochoa se presentó ante la Cátedra venteña mostrando la credencial del temple como arma. Muy asentado, corrió la mano con limpieza por ambos pitones aunque a veces se le afeó forzar excesivamente la figura. Lo mejor, el perfecto espadazo con el que pasaportó al novillo.

A punto estuvo de prender seriamente el cuarto a Colombo en el inico de faena de rodillas. Muy descompuesto el novillo, que lo arrolló aunque sin calar el pitón. Después fue un continuo toma y daca entre ambos. Se impuso la firmeza del novillero, que a base de oficio fue limando las asperezas del de El Ventorrillo. Un pinchazo precipitado y otra buena estocada dieron paso a otra ovación que esta vez sí recogió desde el tercio.

El salpicado que hizo quinto fue un astado noble y con duración. Hubo un conato de competencia en quites entre Ochoa y Valadez que quedó más en las intenciones que en la resolución de ambas apuestas capoteras. Valadez después no terminó de apurar las nobles embestidas del utrero, demasiado superficial y abusando de unos recursos técnicos bien aprendidos. Solo al natural en una tanda hubo algo más de reunión y mando en los muletazos. Demasiado poco. Tampoco con la espada mejoró lo hecho anteriormente.

Los mejores muletazos surgieron de la muleta de Ochoa en el sexto. Tuvo asentamiento y hondura una primera tanda en redondo. El toro se afligió por el mando impuesto por el novillero madrileño. La faena bajó en su intensidad, pero la recobró al coger la zurda, por donde se volvió a encajar Ochoa. Todo un punto acelerado por las ganas del joven chaval, que le llevaron a ser volteado incluso. La entrega fue indudable. La ovación final reconoció el esfuerzo y el concepto.

Madrid, miércoles 27 de septiembre de 2017. 3a de Feria. Dos tercios de plaza.

Novillos de 

, bien presentados pero de muy desiguales hechuras. Conjunto manejable en distintos grados pero bajo de casta. 

Jesús Enrique Colombo, ovación y saludos.

Leo Valadez, silencio y silencio tras aviso.

Carlos Ochoa, ovación y saludos.

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