MADRID

Damián Castaño y ‘Mochuelo’ de Valdellán, luz en la tormentosa tarde de Las Ventas

El salmantino da una vuelta al ruedo ante en bravo segundo de Valdellán en un desafío ganadero con poca historia.

Natural de Damián Castaño ante el bravo segundo de Valdellán en Las Ventas

Sixto Naranjo Sanchidrian

Publicado el - Actualizado

3 min lectura

El septiembre torista de Las Ventas tuvo este domingo su primer capítulo tras la suspensión de la pasada semana. Un desafío ganadero entre dos hierros castellano-leoneses que a los puntos se llevó Valdellán, que lidió un notable ejemplar y con el que Damián Castaño estuvo a punto de tocar pelo.

Abrió plaza un toro de Valdellán de armónicas y entipadas hechuras. Algo que no gustó a los que piensan que todos los encastes deben salir en Madrid con 600 kilos en la báscula y dos pitones cual búfalo. La diversidad de sangres hay que predicarla con conocimientos y no con tópicos trasnochados. El caso es que éste primero del hierro leonés estuvo al límite de las fuerzas. Pudo haber vuelto perfectamente a los corrales por su flojedad evidente en los cuartos traseros. Lo aguantó el palco y el toro después sacó cierto fondo de nobleza. Paco Ramos volvía a Madrid tras años de travesía por el desierto y los ecos recientes de una buena actuación en la Feria de Julio de Valencia. Estuvo solvente y con oficio el castellonense, mas el trasteo no terminó de romper. Con la espada no estuvo muy fino.

Se abrieron los cielos de Madrid durante los primeros tercios del cuarto toro. Tremendo el aguacero que vacío los tendidos con la gente poniendo rumbo a los vomitorios. El de Juan Luis Fraile, cornalón y astifino pero sin un átomo de bravura. Abrevió Ramos aunque de nuevo pegó un sainete con los aceros.

Un toro bravo. Así se comportó como tal el segundo de Valdellán. Se arrancó con prontitud al caballo y tomó dos varas con celo, riñones y clase. Perfectos los puyazos de Rafael Agudo, en toda la yema. Se salió más allá de las rayas del tercio Damián Castaño con gusto y torería en una apertura de faena muy jaleada desde los tendidos. El trasteo fue muy medido. Dos tandas a derechas y tres a izquierdas. Precisamente al natural llegaron los mejores pasajes del salmantino. Relajada la figura, echando los vuelos y corriendo la mano con expresión y profundidad. Los oles rugían desde arriba. Pero un pinchazo y una estocada caída dejaron en una vuelta al ruedo lo que iba camino de premio gordo. La ovación al toro, camino del desolladero, sonó a reconocimiento menor visto su comportamiento.

El quinto fue una prenda. De enorme trapío y seriedad por delante, el de Juan Luis sacó siempre malas intenciones. Se le fue un par de veces al pecho a Damián, que salvó como pudo las dagas del toro del hierro salmantino. Pero no pudo zafarse del gañafón a la hora de entrar a matar. El pitón apuntó al pecho, aunque no caló afortunadamente en la anatomía del diestro.

Se aplaudió de salida al tercero de Valdellán, más descarado de pitones y con cuajo que sus dos hermanos de camada. Salió suelto del caballo por dos veces y llegó al tercio de muleta con cansina nobleza. Luis Gerpe se mostró templado y firme, intentando alargar unas embestidas que cada vez eran más cortas. Al final de la faena llegó el susto en forma de voltereta. Suerte que el toro se quedó encelado con la muleta y no hizo por el toledano cuando quedó tendido sobre el ruedo. Lo avío de más de media estocada trasera.

Con el deslucido y flojo sexto de Fraile, y de nuevo bajo la lluvia, el toledano se afanó en un quehacer de poca sustancia.

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