1ª FERIA DE SAN MIGUEL
Desvalorizada Puerta del Príncipe para Talavante
El extremeño le cortó las dos orejas a “Dalia”, el toro de Victoriano del Río premiado con la vuelta al ruedo, y sumó el apéndice del quinto. Sebastián Castella y Daniel Luque pasearon una oreja.
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Manuel Viera | Sevilla
Ocurre que, a veces, de inmediato, inesperadamente, uno se topa con la inspiración y el arte que hace brotar el toreo. Talavante lo esbozó con el quinto, un toro noble, como toda la corrida de Victoriano del Río, con el que pudo trazar ese natural profundo, despacioso y notablemente rematado con su característico pase de pecho. Hubo momentos de esa tauromaquia demasiadas veces olvidada por el extremeño. Detalles suficientes para sumergir al público en ese estado que hace creíble las situaciones soñadas. Muletazos diestros con naturalidad, cambios de manos y, sobre todo, un toreo de izquierda para enmarcar.
No obstante, el gran toro fue el segundo. “Dalia” mostró una calidad inmensa en su nobles embestidas. No fue un toro fiero por encastado, ni mucho menos, pero si era un dulce “bombón” para ejecutarle el toreo. A Alejandro le faltó sentimiento en muchas fases de la lidia. Su toreo mecánico combinó con esa lentitud que le imprime a su muleta. De todas formas su desigual obra dejó huella en un público que jaleaba lo mismo lo bueno que lo malo. Público que después pidió las orejas con verdadera pasión por una faena más de detalles que contundente y excelente. Es lo que hay, y así está el toreo. El extremeño paseó las dos orejas, y al toro le dieron merecidamente la vuelta al ruedo. Dos, que sumada a la del quinto, le daban pasaporte para salir por la Puerta del Príncipe. Premio excesivo por lo hecho y visto en el ruedo.
Tuvieron calidad las embestidas del tercero, pero también sosería en el recorrido hacia los engaños. Con este toro se pudo observar cómo Daniel Luque, inexorable testigo de tiempos pasados, expresó de manera diferente ese universo de sensaciones que laten en su toreo. Un toreo que mostró trascendente en el trazo de natural. Inmenso el toreo de izquierda, ajustado, hilvanado y rematado. Su valor indiscutible, mostrado una vez más, provocó la emoción en los tendidos cuando acortó las distancias, atornilló las zapatillas en la tierra de albero e hizo pasar la embestidas por espacios inverosímiles, ora con la derecha, ora con la izquierda, ora con circulares y adornos. Tras la estocada, la oreja supo a poco.
Con el sexto, el peor de la corrida, los intentos por torear fueron en valde. Lo vio desde el principio y abrevió.
Castella paseó una oreja de su primero tras una faena que empezó bien y acabó de forma anodina. Gustaron los estatuarios con los que prologó la lidia, además de un toreo diestro templado e hilvanado. Detalles de calidad en los cambios de manos, pero mal con la izquierda. No fue bueno el natural muy hacia fuera y vulgar. Tras el arrimón la estocada encandiló al publico y lo pañuelos afloraron una vez más.
El cuarto se defendió mostrando su mala condición. Sebastián lo brindó al público, pero para nada le sirvió. Ni con la derecha ni con la izquierda hubo nada para destacar.