Dos tandas de toreo caro al natural de Alejandro Mora destacan en Valdilecha

Abrió plaza un toro cuajado de carnes de Javier Gallego. Tuvo su nobleza pero le faltó motor para desplazar su amplia anatomía. El peruano Alfonso Simpson, que se presentaba en España como matador de toros, mostró su buen concepto y temple para conducir las embestidas de su oponente. Fue silenciado tras no estar hábil con los aceros.

El peruano vio como el cuarto de Salvador Domecq regresó a chiqueros tras partirse un cuerno por la cepa en el saludo capotero. El sobrero, del mismo hierro, fue un inválido con el que Simpson se justificó sin más.

Alejandro Marcos quedó inédito con un primero de Salvador Domecq que se descaderó en el tercio de quites y llegó lastrado de los cuartos traseros al de muleta. Imposible armar faena.

El salmantino se fue de Valdilecha sin poder pegar ni un muletazo ya que el quinto de Gallego fue un manso que no tuvo ni un pase. Se lo quitó de enmedio como pudo.

Alejandro Mora se echó por delante al ofensivo tercero de Salvador Domecq, que humilló desde salida pero que no estuvo sobrado de fortaleza. Quien había entrado a última hora en el cartel por la lesión de Álvaro Alarcón, cuajó una sabrosa faena cimentada en el temple y el gusto. Le cogió perfectamente la distancia y las alturas que el toro demandaba y firmó dos notables series a izquierdas, con naturalidad en las formas y largura y redondez en los muletazos. Una postrera tanda en redondo mantuvo el nivel y el concepto. Pinchó antes de dejar una estocada caída que tumbó al de Salvador Domecq. Supo a poco la ovación final tras una petición que no llegó a ser mayoritaria.

El sexto de Javier Gallego fue un ejemplar descastado y deslucido que se iba al bulto descaradamente. Se quiso poner Alejandro en un ejercicio de fe sin réditos.