2ª FERIA DE COLOMBINAS

La encerrona soñada por David de Miranda: siete orejas, cinco estocadas y un indulto

El diestro onubense sale a hombros del coso de La Merced tras una tarde pletórica. Indultado el tercero de Pereda.

David de Miranda en su salida a hombros este jueves en Huelva

Sixto Naranjo Sanchidrian

Publicado el - Actualizado

4 min lectura

De blanco y plata y a las ocho y cinco de la tarde (el eterno retraso del reloj de La Merced) apareció David de Miranda sobre el ruedo. Más allá de las palmas por Huelva cuando llegó bajo el palco presidencial, se echó en falta algo más de apoyo por parte de los tendidos con el torero de la tierra. En cantidad y calidez. Pero todo cambió cuando fueron asomando por chiqueros los seis toros preparados. Y no digamos, el ambiente que se vivió dos horas y tres cuartos después cuando se abrió de par en par la puerta grande para David de Miranda.

Y que a Santiago Domecq le embisten hasta los gatos de la ganadería se demostró con el animal que abrió la encerrona. De paupérrima presencia con un pitón destrozado, bizco y sin perfil… pero qué manera de embestir desde que salió por chiqueros. Con humillada entrega y repetición, con desbordante casta. David dejó su primer quite por gaoneras antes de trenzar una vibrante primera mitad de faena. Largos los muletazos, ligando en un palmo de terreno y con los de pecho más obligados que nunca. Así hasta que el toro en esas distancias cortas protestó y volteó al de Trigueros. Fuerte el topetazo contra el albero y ágil el torero para hacer la “croqueta” cuando el astado hizo por él en el suelo. Salió indemne aparentemente del trance y todavía tuvo resuello para un final de faena que finalizó de un notable volapié. La primera oreja supo a gloria después del susto.

Se ovacionó el buen trapío del segundo de Loreto Charro, serio, hechurado y de generoso cuello. Por saltilleras el quite y un notable inicio muleteril al natural directamente, ralentizando las buenas embestidas del astado del hierro salmantino. El izquierdo era el pitón del toro y por ahí abundó el de Trigueros. Apabullante de sitio fue el final de faena en los terrenos del animal haciendo este ‘ochos’ alrededor del cuerpo del torero. La coda, por bernadinas de espacios inverosímiles que pusieron a hervir a la plaza. Tras otra estocada de contundente ejecución y fulminante desenlace, los dos pañuelos asomaron desde el palco presidencial.

De José Luis Pereda fue el tercero y con él llegó el cenit de la tarde. Un toro que tomó un puyazo empujando con codicia y que despues fue una máquina de embestir con prontitud, transmisión y recorrido por ambos pitones. Quizá faltó un punto de clase a tan encastadas embestidas. Por poner un pero. A los sones de la marcha “Mi amargura”, David lo cuajó de principio a fin. Expresión, temple y, sobre todo, rotundidad. La mejor versión del torero onubense salió a flote mientras comenzó una petición de indulto que el palco no dilató en su concesión. El perdón de la vida para ‘Barba Verde’ y los máximos trofeos para De Miranda.

Tras el éxtasis, llegó el toro de Victorino Martín, el primero que lidiaba el hierro de la ‘A coronada’ en Huelva. Fue bravo y se empleó mucho en el caballo. Demasiado quizá, ya que dada vez que se le intentaba sacar del peto, en cárdeno volvía a él empujando con pujanza. En la muleta tuvo las complicaciones de la casta derivadas de este encaste. Reponía mucho y obligaba a un esfuerzo a David, que se mostró muy firme con el toro. Cuando comenzó a salir desentendido de los engaños, dio por finalizada la labor y volvió a hundir la espada arriba al primer envite.

Los pies y movilidad que sacó

en los primeros tercios el ejemplar de Villamarta quedó en nada en cuanto llegó al de muleta. Medias arrancadas, contado poder y escaso fuelle. El torero solventó la papeleta con oficio y con un arrimón final que llegó al tendido. Lo tumbó de otro gran volapié que valió la oreja casi por sí solo.

Hasta la puerta de chiqueros se encaminó David para recibir al sexto con una larga cambiada que tuvo su valor al salir muy parado y pensativo el de Domínguez Camacho. El del hierro onubense tuvo prontitud y nobleza pero no supo conjugar el verbo humillar. Fresco de ideas aún, el diestro lo pasó de muleta con solvencia y limpieza. Otra estocada le valió para pasear el séptimo trofeo previo a la apoteósica salida a hombros. Cuando el reloj marcaba las 22:45 horas, el objetivo estaba cumplido para David de Miranda..

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