ANIVERSARIO

Fandiño, un año sin el León de Orduña

Hoy domingo se cumple un año de la muerte de Iván Fandiño tras su cornada en Aire Sur L’Adour.

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Sixto Naranjo Sanchidrian

Publicado el - Actualizado

2 min lectura

Sábado 17 de junio de 2017. El mundo del toro ese día volvía a mirar a Las Ventas. La Corrida de Cultura, bajo un calor incendiario, centraba la atención de los aficionados días después de la conclusión de San Isidro. Sin embargo, todo quedó eclipsado por lo que ocurría en la pequeña plaza de toros francesa de Aire Sur L’Adour.

Pronto, los ecos de lo que acontecía comenzaron a acallarse y las miradas de preocupación y los primeros ojos llorosos comenzaban a asomar. Un toro había herido de mucha gravedad a Iván Fandiño. Pronto se iba a conmemorar el primer aniversario de la muerte de Víctor Barrio en Teruel y nadie quería creerse que otra vez podíamos estar asistiendo a un desenlace similar.

Pero ocurrió. La cornada de ‘Provechito’ de Baltasar Ibán desencadenaba todo. Una primera atención en la enfermería de la plaza de Aire Sur L’Adour y un posterior traslado de urgencia hacia el hospital de Mont de Marsan. No hubo nada que hacer. Iván Fandiño moría y el toreo se volvía a vestir de luto.

Iván Fandiño, aquel niño que soñaba con ser pelotari en su Orduña natal, se convertía en mito de un mundo tan apasionante como duro como es el de la Tauromaquia. La muerte, aquí, es parte consustancial  del espectáculo. La grandeza, pero también la dureza.

Fandiño llegó a lo más alto, pero pagó un peaje por ello. Nadie se lo puso fácil. Su apoderado y fiel escudero, Néstor García Poveda, fue el primero que le hizo ver que para alcanzar la gloria primero había que sufrir. Después, el propio mundo del toro. La independencia, a veces, es el camino más largo para alcanzar los objetivos.

Pero él logró sus sueños. Esa Puerta Grande en Las Ventas en 2014 compensaba tanta dureza y tanto sacrificio. La plaza de Madrid recuerda ahora con un azulejo al torero “que entregó la vida por la gloria del toreo.

Él tuvo el toreo en sus manos una tarde de marzo. El León de Orduña llenó la plaza de Las Ventas él solo para torear un Domingo de Ramos seis toros de ganaderías legendarias. La apuesta salió cruz. Y algunos se lo hicieron pagar.

Pero para quien era inconformista por naturaleza, aquello no le alejó de la pelea. La remontada había comenzado y Fandiño volvía a mirar a lo más alto.

‘Provechito’ lo truncó todo. Pero no el recuerdo y la leyenda de un torero que será recordado por una generación de jóvenes que vio en él un ejemplo y un referente. Una forma de entender la vida. Gloria a Iván Fandiño. Gloria al Toreo.

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