OBITUARIO

Jaime Ostos, adiós al torero del "valor agigantado" con una personalidad arrolladora

El matador de toros fallecido este sábado en Colombia fue una de las principales figuras del toreo de las últimas décadas del siglo pasado.

Jaime Ostos antes del paseíllo en la tarde de su confirmación de alternativa en Las Ventas

Agencia EFE

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Jaime Ostos Carmona, conocido en los círculos taurinos por su valor hasta el punto de popularizarse el alias de Jaime Corazón de León, era miembro de una acomodada familia de labradores ecijanos, y su vocación taurina se acabó imponiendo a la carrera de aviador civil para la que había llegado a preparase.

Vistió su primer traje de luces en su localidad natal el 1 de junio de 1952 junto a su paisano Bartolomé Jiménez Torres; al año siguiente ya se encontraba toreando con picadores, aunque tuvo que esperar hasta 1955 para lograr la regularidad necesaria y acceder al doctorado el 13 de octubre de 1956 en Zaragoza de manos de Miguel Báez, Litri, que le cedió un toro de Urquijo en presencia de Antonio Ordóñez.

La temporada de 1958 sería también la de su verdadera consolidación profesional: el 17 de mayo de aquel año confirmó su alternativa de manos de Antonio Bienvenida con Gregorio Sánchez de testigo estoqueando un toro de Juan Cobaleda.

En los siguientes años se mantuvo en los puestos de vanguardia llegando a liderar el escalafón de los matadores en 1962 junto a una de las figuras del momento, el sevillano Diego Puerta.

El 17 de julio de 1963 recibió una grave cornada en Tarazona de Aragón que le tuvo varios días entre la vida y la muerte.

Aquella tremenda cornada no le impidió seguir en la primera línea del toreo entre 1964 y 1966, aunque acabaría adscrito a ese grupo de matadores asiduos de las llamadas corridas duras.

Su lenguaje taurino, según el testimonio de los críticos de la época, se fundaba en un valor sin cuento, desnudo no sólo de estética, sino también de cualquier efectismo tremendista.

Ostos fue un torero castigadísimo por los toros; el rosario interminable de heridas iría minando progresivamente la contundencia estoqueadora de sus mejores años, así como ese justo sitio de valiente que se había ganado.

Esas circunstancias acabarían postergándole a matar los hierros menos apetecidos disminuyendo progresivamente el número de sus actuaciones hasta llegar a una sola tarde en la temporada de 1971.

Sin embargo, a partir de 1972 y hasta 1980 torearía intermitentemente llegando a pisar con dignidad los ruedos de Sevilla y Madrid.

Posteriormente acabaría enfundándose aún el traje de torear en ruedos sin trascendencia en contadas ocasiones y sin que se llegara a producir una retirada formal.

Su última actuación de luces fue el 1 de noviembre de 1986 en Arcos de la Frontera (Cádiz) sin la menor repercusión taurina, aunque esa decadencia profesional coincidió con su presencia multiplicada en las revistas y los programas del corazón después de su segundo matrimonio con la doctora María de los Ángeles Grajal.

Ese rol de famoso acabaría enmascarando el recuerdo de un torero valeroso que, al borde de la muerte, encogió el corazón a todo un país en la década de los 60.

El periodista y escritor Néstor Luján lo definió como un "torero de valor agigantado, de una creciente torpeza técnica y de una gran honradez en el momento de herir. Es una figura audaz, sellado con sangre de infinitas cornadas".

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