MADRID
Juan de Castilla sobresale en la esperpéntica 'concurso' improvisada de Las Ventas
El colombiano da la única vuelta al ruedo de un festejo en el que saltaron al ruedo un total de diez toros de hasta cinco hierros.
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Sobre el papel, un buen cartel. Tres toreros jóvenes que han destacado a lo largo del año en Madrid. Juan de Castilla, Isaac Fonseca y Molina. Y ante ellos, una ganadería que en su bagaje venteño contaba con más de un toro destacado. Antonio Bañuelos. Pero el festejo previo a la Feria de Otoño ha sido un pestiño de tomo y lomo por varios motivos. El primero, la nula fuerza de varios de los toros del hierro burgalés y de varios de los sobreros que han saltado al coso madrileño. En segundo, por un quite a destiempo y exigente de Molina al primer toro de Fonseca. Y tercero, por la falta de paciencia de un palco que una vez más ha dado síntomas de un desnortado rumbo que ya dura mucho tiempo en Madrid. Entre el quite y la decisión del presidente saltó todo por los aires y llegó el esperpento. Diez toros de hasta cinco hierros saltaron al ruedo de Las Ventas. Pero vayamos por orden.
De primeras se ovacionó con fuerza el amplio trapío del primer toro de Bañuelos cuando saltó a la arena. Cara de señor mayor y astifina testa acompañadas de una rematada anatomía. Se fue calentando el toro según transcurrió su lidia. Y pareció que iba a tener faena cuando Juan de Castilla le propuso el toreo a derechas. Templada y ligada fue esa tanda. Pero hasta ahí duró el toro. En la siguiente serie se quedó cortó y llegó a voltearle. Se rajó el animal y el colombiano hizo bien en abreviar. Saludó una ovación tras una estocada en la yema.
El primero del lote de Isaac Fonseca sacó movilidad y nervio en el saludo a la verónica y después en el primer puyazo que tomó, del que salió blandeando. Por eso no se comprendió el quite tan exigente de Molina del que salió el toro por los suelos. Corrió turno el mexicano y el que iba a hacer quinto de Bañuelos también volvió rumbo a toriles por su manifiesta invalidez. Eran casi las siete de la tarde cuando asomó el primer sobrero de Montalvo, cercano a los seis años, corraleado y con 610 kilos a cuestas. Muy poquita raza y empuje sacó el del hierro salmantino. Fonseca se puso por los dos pitones sin rédito alguno.
A Molina el karma le devolvió un primer toro blando de inicio que se partió la mano derecha en la tanda de apertura de faena. Hubo de finiquitarle con prontitud. Quedó feo que los paisanos aplaudiesen la nada…
El sainete se consumó en el cuarto. Juan de Castilla tuvo que recibir de capote a un toro de Bañuelos inválido, a un sobrero de Carmen Valiente tan feo como blando y a un sobrero tris de Las Ramblas de horrendas hechuras y al límite de fuerzas, pero que al no emplearse por abajo no perdió las manos. Ahí se salvó del fielato del pañuelo verde. Dentro de su contado poder, el del hierro albaceteño sacó nobleza pajuna y permitió a Juan de Castilla templarlo a su altura en tandas de trazo limpio y bien ligados los muletazos. Al natural hubo más ajuste en dos series en las que creció la intensidad del trasteo. Y le funcionó la cabeza para resolver con un cambio de mano cuando volvió a la diestra y se le quedó corto el toro. Epilogó la faena con manoletinas de rodillas antes de dejar una estocada trasera, tendida y suelta. Lo tumbó al segundo golpe de verduguillo y, aunque hubo una leve petición de oreja, la vuelta al ruedo tuvo su importancia de cara a reafirmar lo conquistado esta temporada por Juan y de cara a volver a Madrid el próximo año.
En quinto lugar saltó un sobrero manso de solemnidad de Couto de Fornilhos que huía de los capotes como alma que lleva el diablo. Ni capotes ni caballos, porque hacer entrar al toro al caballo se hizo eterno ante el nulo celo y acometividad del astado portugués. Por entonces el reloj marcaba ya las 20.25 horas. Juan de Castilla tomó las riendas como director de lidia e hizo entrar por el aro al toro. La ovación fue más que merecida. Tras su paso por el caballo y la buena brega de Curro Javier durante el tercio de banderillas, el de Couto fue otro. Más afligido y sin poder alguno, Fonseca solo pudo mostrar voluntad antes de fallar estrepitosamente con la espalda.
A las 20,42 horas saltaba el sexto del hierro titular. Y lo hacía con buen estilo al capote de Molina, que toreó con expresión a la verónica. Al de Bañuelos le faltó motor después, en el último tercio. El de Albacete no acertó con un inicio de faena de nuevo muy exigente por abajo del que el toro salió afligido y con medios viajes ya en las siguientes tandas. Dos minutos restaban para las nueve de la noche cuando cayó el último toro de un festejo para olvidar.