Maestría de Puerto, arreón de Garrido y un 'Aguaclaro' en Almagro

Almagro sigue navegando en aguas bien distintas, a las que no hace tantos años la convertían en la cita más importante del calendario taurino de la provincia de Ciudad Real. Por la máxima categoría del cartel tradicional del 25 de agosto y por todo lo que ello generaba, expectación, afluencia masiva de aficionados, impacto económico y social en la localidad… por desgracia un año más, sin el rastro de aquellas campanillas.

La tarde de este 25 de agosto giró en torno a la vuelta de Víctor Puerto, quien celebró en la tarde de ayer sus 25 años de alternativa, que la pandemia se encargó de fastidiar la pasada temporada.

Puerto apareció sobre el ruedo almagreño vestido de dos orejas en Madrid la tarde de su confirmación, apareció vestido de bellas emociones en otras dos orejas de Sevilla con aquel toro de Gavira. Puerto trenzó un paseíllo muy especial en Almagro, vestido hoy también, de blanco y oro, con 25 años de alternativa, 25 primaveras como matador de toros, y con 25 años de edad que ayer en Almagro tuvo Victor Puerto.

No más de 25 arrancadas buenas tuvo su primero, cogido con alfileres, con poquita vida, y al que Puerto mantuvo por la vía del temple, del tacto, del que posee un amplísimo bagaje técnico en su tauromaquia. La tauromaquia de los Puerto, y aquí nos ponemos de pie para mencionar a su tío, el maestro D. Antonio Sánchez Puerto, es amplia, extensa y de una riqueza tremenda en su contenido.

Recordó en el brindis a su querido amigo Domingo Serrano Dotor. Hubo atisbos de esa verónica cara que gasta Victor, sin encontrar al igual que en la muleta, poquita respuesta de su enemigo. Obtuvo una oreja tras una buena estocada.

Ante el cuarto apareció el termino lidiador de un torero. El castaño algo ahogadito de cuello y montado en su expresión, lanzó las manos y los pechos sin estilo en los capotes. Recetó un buen puyazo Juan Charcos. Julio Campano saludó montera en mano por la exposición de sus encuentros en banderillas. El emotivo brindis a sus hijos, Víctor y Paola.

Una vez solos, toro y torero, fue “arreglando” las dificultades sin definir de un animal informal, bajito de raza y al que había que someter sin exigir, y si sometes exiges, difícil facilidad con la que Puerto aprovechó los genios y embestidas sin franqueza del de Núñez de Tarifa. De nuevo oreja tras la estocada en una tarde especial y bonita para Víctor Puerto.

Jose Garrido se encontró en primer lugar con el toro de la corrida, “Aguaclaro”. Un coloradito bombón de “Núñez de Tarifa” bonito de hechuras, armónico y el cual iba a dejar sobre el ruedo almagreño una nota alta. Por transmisión, fondo, recorrido, ritmo y clase, por destacar algunas de las muchas virtudes que tuvo. Además, en el caballo se empleó con buen estilo, humillado y empujando de verdad con los riñones. Oscar Bernal le dejó caer la vara en la misma yema, demostrando porqué es un varilarguero tan demandado por el escalafón.

Garrido le dio fiesta a “Aguaclaro” de principio a fin. Intercaló verónicas a pies de juntos de recibo, con otras de compás abierto. Lo sacó del peto toreando por el palo del afarolado genuflexo, engarzado por gaoneras muy sentidas y acompasadas. Y es que las telas lacias de Garrido tienen eso, compas. Antonio Chacón saluda montera en mano tras dos buenos pares.

“Aguaclaro” se fue tras la franela de ayudados por alto con las dos rodillas en tierra, tras brindar al respetable por su debut en esta plaza. Le presentó con distancia la diestra, muy planita y llevando la franca y alegre embestida del animal. Garrido iba a echarse la muleta a la zurda, por donde siguió el de “Núñez de Tarifa” derrochando clase y entrega. El tres en uno fue el comienzo del final, en un epilogo de faena realmente bello. La espada viajo certera en un volapié que rubricó de manera excepcional el triunfo de Garrido. El palco presidencial ignoró o no quiso reconocer el comportamiento de “Aguaclaro” al que una vuelta al ruedo no habría molestado a nadie.

Ante el sexto hubo mayor contenido lidiador y de oficio del extremeño, ya que el animal no tuvo muchas virtudes más allá de un discreto cumplir. Garrido volvió a jugar con los vuelos, desde el minuto uno. La vistosidad del recibo se quedó enterrada por un quite artístico por Chicuelo. Artístico por Chicuelo, y por esas manos bajas que mezclaron el empaque único del «maestro» Manzanares y la gallardía y el garbo de Morante de la Puebla ¡casi nada el coupage de Garrido con este lance!

En la muleta tiró de técnica, de pausas, de trabajo con las alturas, y lo agradeció la poquita chispa de este sexto. De nuevo la espada funcionando, oreja al esportón y petición importante de la segunda.

Curro Díaz no tuvo suerte con su lote. Su primero hizo cosas extrañas, como perdiendo el objeto, o quizá motivado este comportamiento desconcertante por la luz artificial. Tan solo pudo el de Linares dejar cinco lances con medio capote lleno de torería y buen gusto. La voluntad de Curro y el espadazo fulminante le hicieron tocar pelo.

El que hizo quinto llegó a la muleta sin vida, siendo apuntillado sin apenas permitir opciones, y eso que le hicieron las cosas bien. Oscar Castellanos le dio distancia para ofrecerle los buenos caminos de su capote y Juan Carlos García saludo montera en mano tras parear de manera reunida y expuesta. Escuchó palmas de consuelo el torero de Linares que pechó con un lote sin apenas contenido que le permitiese brindar su concepto a la afición almagreña.

Almagro (Ciudad Real), miércoles 25 de agosto de 2021. Un tercio de entrada.

Toros de Núñez de Tarifa, desiguales de presencia, algunos de escaso trapío, destacando la categoría del tercero, de nombre “Aguaclaro” merecedor bajo mi punto de vista, de una justa vuelta al ruedo.

Víctor Puerto, oreja y oreja.

Curro Díaz, oreja y palmas.

José Garrido, dos orejas y oreja.