5ª FERIA DE OLIVENZA
La mejor versión de Manzanares, a hombros en el cierre de Olivenza
El alicantino abrió la última puerta grande de la Feria de Olivenza tras cuajar una faena notable al mejor toro de la pobre corrida de Cuvillo. Oreja para Morante y Roca Rey.
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En la tarde de resaca post-ferrerista con la encastada corrida de Victorino, se volvió al espectáculo de las figuras y su medio toro. Cualquier comparación es odiosa y más, cuando el envío de Cuvillo tuvo tan pocas virtudes que cantar y contar.
Pronto se vio que el primero iba a durar un suspiro. Vamos, desde el saludo de capote de Morante. Perdió las manos el de Cuvillo, que estuvo cogido con alfileres durante toda su lidia. Ni fuerzas ni casta. Y el de La Puebla en esa nueva faceta de torero funcionarial en la que tiene que justificarse a diario en faenas tan insustanciales como alejadas de su concepto. Lo mejor fue el espadazo con el que tumbó con rapidez al torejo.
El jabonero que enlotó en primer lugar José María Manzanares fue otro animal ayuno de raza y fuerzas. Tras el trámite del picotazo, la faena del alicantino transcurrió entre enormes pausas entre tanda y tanda y un toreo periférico de nulo ajuste. Pero ni por esas. El ‘cuvillo’, pese a la clase que atesoraba perdía las manos cada dos muletazos, imposibilitando cualquier atisbo de ligazón. Eso si, el sopapo en forma de volapié con el que despenó al toro fue de libro.
Bajó el trapío con la salida del tercero, que tuvo movilidad y empujó con riñones al peto, aunque con la cara a media altura. Lo dejó crudo en el caballo Roca Rey y por eso tuvieron mérito los dos pares que colocó Antonio Chacón. Tras un inicio ajustadísimo por estatuarios, al toro se le acabó el fuelle, pero no las malas intenciones. Sin clase ni celo, la faena del peruano fue a puro huevo. Bragueta para aguantar con firmeza la aspereza y los medios viajes del toro. Le volteó de fea manera y le tuvo a merced después sobre el ruedo. No caló el pitón afortunadamente. Volvió a la cara Andrés para terminar de imponer su mando en la distancia corta con la plaza de Olivenza rendida. La suerte suprema estuvo correctamente ejecutada aunque la espada viajó desprendida en su colocación. Lo descabelló al segundo intento y, pese a que la petición fue timorata y no parecía alcanzar la mayoría necesaria, le fue concedida una oreja.
Gustó el galleo por chicuelinas de Morante al cuarto, otro ejemplar al borde de la invalidez, con el que él sevillano no se aburrió de estar delante de él. No hubo tandas compactas porque no había rival a la altura, pero sí pinceladas de su toreo empacado y preñado de torería. Una estocada rinconera al segundo intento fue mortal de necesidad. La oreja que premio al conjunto no hubo por dónde cogerla más allá del agradecimiento a Morante por estar dos tardes en Olivenza.
El quinto, al que no llegaron ni siquiera a sangrarle en el picotazo que tomó en varas, tuvo nobleza y clase a raudales. Lo aprovechó Manzanares para cuajarle a placer. Esta vez en su mejor versión. Se lo pasó de verdad por la faja en series de limpio trazo con ese compás tan ‘manzanarista’. Gustó y se gustó el alicantino, que bordó los remates de las series. Dejó media estocada en la suerte de recibir y necesitó de un golpe de verduguillo. Dos orejas paseó Manzanares.
El sexto no tuvo entrega y Roca Rey tuvo que volver a jugársela a carta cabal a base de un valor seco, sin alharacas. Ese ansia de triunfo le llevó a alargar en demasía la faena. No hubo estocada hasta el tercer intento y se esfumó la posibilidad de la puerta grande.
Olivenza (Badajoz), domingo 6 de marzo de 2022. 5ª de Feria. Lleno de ‘No hay billetes’
Toros de Núñez del Cuvillo, de muy desiguales hechuras y remates. Conjunto muy bajo de casta y fortaleza. El mejor, en noble y enclasado quinto.
Morante de la Puebla, saludos y oreja.
José María Manzanares, saludos y dos orejas.
Andrés Roca Rey, oreja tras aviso y silencio.