3ª FERIA DE FALLAS

Oreja para Borja Collado, corneado como San Román, en Valencia

El novillero valenciano Borja Collado cortó una oreja y recibió una cornada al igual que el mexicano Diego San Román.

Momento de la cogida sufrida por Borja Collado este martes en Valencia

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

4 min lectura

Pero hubo bastantes más detalles de interés en este festejo azaroso y accidentado de ciclo fallero, pues, más allá de la estadística y de los partes médicos, el buen toreo se hizo presente en varios momentos, a pesar de la falta de raza y de clase de la basta novillada de El Parralejo.

Por ejemplo, trascendió la faena de muleta de San Román, que asentó a plomo las zapatillas sobre la arena para aguantar y llevar muy toreadas las oleadas de un primer novillo bravucón que se quedó prácticamente sin picar.

Valiente de verdad, el mexicano puso todo de su parte para someter y gobernar a un ejemplar engañoso que denotó su verdadero fondo de manso al colarse y soltar cabezazos cuanto más le sometía el novillero.

Fue en una de esas cuando el animal se le vino directamente al cuerpo y, sin derribarle, le propinó un seco y certero pitonazo a la altura del gemelo derecho, del que San Román, sin ninguna teatralidad, no se dejó atender hasta darle muerte, dejando así de nuevo en esta plaza la imagen de torero más que prometedor.

Y si también fue estimable la labor de Collado con el quinto, del que se llevó la única oreja de la tarde, más aún lo fue la soltura con que se manejó con el capote durante toda la tarde, algo que no es habitual en los novilleros actuales.

El valenciano, que se presentaba con picadores en su ciudad, movió con precisión, criterio y temple la capa, tanto en las verónicas con las que meció en los vuelos la embestida de su primero, como en el acompasado galleo por chicuelinas con que lo llevó al caballo.

Y, para confirmarlo, o hizo también en los variados quites en los que intervino, todos pausados y ajustados, e incluso en las largas cambiadas, en el tercio y a portagayola, con que recibió a los dos del lote.

Tuvo Colado la mala suerte de que su primero, que pareció el más potable, se partiera la mano derecha en un pase cambiado al inicio de la faena de muleta, pero supo remontar con el quinto, un novillo rajado al que acertó a sujetar con facilidad para aprovechar muy compuesto los pocos resquicios que le ofreció.

En cambio, la suerte compensó, para bien, en la espeluznante cogida que sufrió al entrar a matar a este en la suerte de recibir, cuando el novillo le prendió por la ingle y le campaneó del pitón derecho con la sensación de haberle inferido una cornada mucho más grave de lo que finalmente resultó.

También se presentó con picadores en su tierra Miguel Senent, Miguelito, que, finalmente, por el percance de San Román, tuvo que estoquear tres novillos. Y lo hizo con desigual acierto, ya que se fue centrando y asentando más a medida que avanzaba el festejo.

Muleteó sin gran trascedencia al descastado y aburrido segundo, no acabó de cogerle el pulso al afligido y noble cuarto y se creció definitivamente con el sexto, al que saludó muy animoso con una larga a portagayola y otras tres más de rodillas en el tercio.

Luego, las dos primeras series de muletazos del trasteo mantuvieron ese tono de entusiasmo, con el novillero más seguro y aplomado, pero el último de los descastados Parralejos también se vino pronto abajo, y con él la propia faena de Miguelito.

Valencia, martes 12 de marzo de 2019. 3ª de Feria. Un cuarto de plaza.

Novillos de 

, de muy desigual presentación, con varios ejemplares de bastas hechuras frente a otros de trapío más armónico. Al conjunto le faltó raza y clase, hasta el punto de que algunos se rajaron y otros tuvieron un temperamento de bravucones pero con poca entrega. El tercero se inutilizó al partirse una pata en el inicio de la faena de muleta.

Diego San Román, ovación tras aviso en el único que lidió.

Miguelito, vuelta por su cuenta, silencio tras aviso y ovación.

Borja Collado, silencio y oreja.

EnfermeríaDiego San Román fue atendido en la enfermería de una cornada superficial de dos trayectorias en la parte interna del gemelo derecho, de pronóstico reservado. Y Borja Collado de una cornada envainada a la altura de la ingle, que, en una primea estimación no revistió mayor gravedad.

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