BILBAO

Oreja al toreo sin artificios y al sabor de Diego Urdiales

El diestro arnedano paseó el único trofeo de un festejo en el que Ginés Marín firmó un buena faena al sexto, al que pinchó.

Preciosa media verónica de Diego Ventura durante su actuación este martes en Bilbao

Sixto Naranjo Sanchidrian

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Mejoró la entrada en Vista Alegre respecto a estos primeros días. Media plaza escasa. Poca gente para un cartel que reunía a dos de los dos ‘consentidos’de la afición bilbaína como eran Enrique Ponce y Diego Urdiales junto a un Ginés Marín al alza tras sus últimos triunfos. La verdad es que acertaron los que optaron por no asistir al festejo. La corrida de Zalduendo defraudó tanto por su pobre presentación como por su descastado comportamiento. Siete años llevaba sin venir a Bilbao este hierro. Y otros siete podrían pasar sin que nadie le eche de menos.

Ponce, al que hicieron saludar tras el paseíllo, se las vio con un primer ‘zalduendo’ que derribó en sus dos primeros encuentros con el caballo. El toro estaba cogido con alfileres, por lo que el valenciano tiró de su sapiencia técnica para primero mantener en pie a su oponente para después atacarlo en dos tandas de buen trazo en redondo. Pero hasta ahí llegó el toro. No regaló más embestidas pese a la insistencia del torero. Lo cazó de una estocada entera algo desprendida que desató una petición de oreja que el presidente no consideró mayoritaria.

El cuarto, más levantado del piso por zancudo, siempre embistió sin clase ni entrega y con la tendencia a huir a tablas. Ponce se esforzó en un trasteo de más fondo que forma. Cuando lo atacó de verdad, el animal dijo nones definitivamente.

Se protestó con razón la escasa y fea presencia del segundo toro. Para empeorar todo, tampoco estaba sobrado de fuerzas. Pero Urdiales, al que habían sacado a saludar en recuerdo de su triunfo en pasado año, tornó las protestas en ovaciones cuando cogió la muleta. La suavidad en el inicio de faena fue fundamental para que el toro cogiese confianza y rompiese a bueno. Muy encajado, lo mejor llegó al natural, en varias tandas ligadas y profundas. Y todo preñado de esa naturalidad que destila el torero riojano. Un trincherazo y varios pases de la firma rezumaron aroma a toreo caro. Y antes de entrar a matar, otra tanda a pies juntos y citando de frente. La estocada viajó algo caída, pero no importó para que cayese una oreja que tuvo sabor a premio cabal.

No pudo redondear Urdiales con el descastado quinto. Un animal que pareció de primeras que podía romper a embestir con buen son pero que rápido tiró de freno de mano. Se puso el arnedano por ambos pitones y hubo algún muletazo bien trenzado en el inicio de faena. Pero rápido el de Zalduendo dijo nones y no hubo opción de armar faena.

Ginés Marín se las vio en primer lugar con un toro de Zalduendo que apenas si tuvo diez arrancadas potables antes de pararse. Lo intentó el diestro, pero su empeño no tuvo correspondencia por la nula entrega de su oponente.

El sexto fue el toro más aparatoso de cabeza y sacó buen fondo en el último tercio. Esa buena condición la aprovechó Ginés para levantar un trasteo de intensidad creciente en el que dejó tandas de notable temple y expresión. Primero en redondo y después al natural, donde llevó muy toreado al animal. Pero la espada le alejó de la posibilidad de haber tocado pelo.

Bilbao, martes 20 de agosto de 2019. 4ª de Feria. Media plaza.

Toros de 

, de desigual presentación y juego. Blando pero manejable el primero; de buen juego el segundo; un tercero sin fondo y parado; descastado el cuarto; de pocas opciones el quinto; y un sexto noble.

Enrique Ponce, saludos tras petición y silencio.

Diego Urdiales, oreja y silencio.

Ginés Marín, silencio y silencio tras aviso.

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