9ª FERIA DE FALLAS

Ponce, amo y señor de Valencia, abre la puerta grande junto a López Simón

El diestro valenciano desorejó al cuarto de Juan Pedro Domecq en una nueva lección de toreo.

Alberto López Simón y Enrique Ponce en su salida a hombros este domingo en el penúltimo festejo de las Fallas de Valencia

Sixto Naranjo Sanchidrian

Publicado el - Actualizado

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Veinticuatro horas depués del alboroto que desató en Valencia, Enrique Ponce regresaba al coso de la calle Játiva para ser fiel a su plaza y a su afición. Detalle que seguro habrá agradecido la empresa Simón Casas Production. La baja de Cayetano la salvaba Ponce con su generoso detalle. La ovación que se le tributó tras el paseíllo reconocía el gesto.

Tuvo movilidad en los primeros tercios el toro que abrió plaza. Una movilidad con cierto desorden al no entregarse en los engaños. La faena de Ponce comenzó con una tanda de tanteo a media altura pero rompió cuando después se decidió a atacarle por abajo. Rompió también a humillar el de Juan Pedro en dos tandas que tomó con más entrega y en las que el torero le llevó largo y templado. Después llegó el molesto viento, un cambio de terrenos y el acople entre toro y torero se perdió. Tampoco se retomó en el toreo al natural. Media caída y cuatro golpes de descabello acabaron con esta primera función.

Pero donde llegó la borrachera de toreo fue con el cuarto, un toro vareado y al límite de las fuerzas. Resultó fundamental la administración de alturas y tiempos que ofreció Ponce. Asentado ya el toro, el de Chiva volvió a dictar una lección de toreo cadencioso y acompasado. En redondo, aprovechando la clase del 'juampedro' para desgranar series de gran despaciosidad. Al natural después, cambiando el vuelo de la muleta para engarzar los muletazos. Y de nuevo en redondo para dictar una lección de naturalidad y toreo. Varios cambios de mano surgieron majestuosos. Estaba totalmente entregado Ponce, al que le sonó un aviso antes incluso de cambiar la espada. Las poncinas y todavía un último intento de toreo de rodillas fueron el epílogo de un trasteo que culminó de una estocada caída. No importó al público y al desnortado palco. Los dos pañuelos asomaron para hacer sumar la puerta grande número treinta y nueve de Ponce en Valencia.

No comenzó con suerte la tarde de Miguel Ángel Perera. La endeblez de su primer oponente hizo que el palco optase por devolver al toro. El sobrero, también de Juan Pedro, resultó un animal bajo de raza al que siempre le faltó fuelle para aguantar el exigente guión que imprime el torero extremeño a sus faenas. El trasteo navegó entre el intento de Perera de conducir con mando al toro y la decreciente intensidad de la embestida de éste. Hubo buen trazo en los muletazos pero faltó la chispa necesaria que no puso el toro para que aquello prendiese en los tendidos. Una estocada trasera y desprendida dejó en una ovación final el reconicimiento para el torero.

Puso toda la carne en el asador Perera con el quinto. Inició la faena con sus ya clásicos cambiados por la espalda y continuó exigiendo al toro por abajo en tandas a derechas de asfixiante mano baja. El toro se movía, pero sin ritmo y sin terminar de rebosarse en su embestida. Al natural también aplicó la misma receta el de Puebla de Prior. El escaso fondo de casta del animal hizo que la intensidad del trasteo decayese. Lo exprimió en las distancias cortas pero se atascó con la espada. Cinco pinchazos sumó antes de la estocada definitiva.

Alberto López Simón volvía un año después del indulto de 'Pasmoso' de Domingo Hernández. El madrileño también vio como su primer toro regresaba a los corrales tras mostrar una falta de fortaleza más que evidente. Corrió turno para lidiar el destinado a cerrar el festejo. El de Juan Pedro Domecq tuvo grandes dosis de nobleza y una duración que fue posible al liviano mando que imprimió López Simón. Eso sí, la gran virtud del trasteo fue la ligazón, lo que hizo que los aficionados respondiesen a su quehacer. Un final de cercanías y una estocada entera cobrada al encuentro dieron paso a una oreja con sabor fallero.

Con la puerta grande entreabierta, López Simón lidió en sexto lugar el de Parladé que estaba preparado como segundo sobrero. Todavía Ponce se entretuvo en este toro de cuajar un quite de garbosas chicuelinas que abrochó con una preciosa media. Este animal del segundo hierro de Juan Pedro fue, por volumen, el padre de toda la corrida. De rodillas prologó la faena el torero madrileño antes de construir una labor en tono decreciente, como el juego del toro. Hubo más toreo de acompañamiento que mando en los muletazos. A izquierdas hubo una tanda más reunida que fue el cénit de la obra de López Simón. Una estocada entera puso en sus manos la oreja que le valía para acompañar a Ponce.

Valencia, domingo 18 de marzo de 2018. 9ª de Fallas. Tres cuartos de plaza.

Cinco toros de 

, el segundo como sobrero, y un sobrero (6º bis) de Parladé al devolverse el tercero y correrse turno. Correctos de presentación aunque desiguales de hechuras. De juego manejeble en conjunto aunque todos muy bajos de raza. Por duración y clase, destacó el cuarto.

Enrique Ponce, que sustituía a Cayetano, silencio y dos orejas tras aviso.

Miguel Ángel Perera, saludos tras aviso y silencio tras aviso.

Alberto López Simón, oreja tras aviso y oreja.

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