JAÉN

Récord en los toros ensogados de Beas de Segura, con 145 reses

Las fiestas de los toros ensogados de la localidad jienense batirán este año un nuevo récord de reses por sus calles.

Toro ensogado por las calles de Beas de Segura (Jaén)

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

2 min lectura

Las fiestas de los toros ensogados de Beas de Segura (Jaén) batirán este año un nuevo récord, con 145 reses que se soltarán por las calles del municipio.

La localidad lleva ya varios días de celebraciones de un festejo que recibe cada año a miles de visitantes y está catalogado como Fiesta de Interés Turístico de Andalucía, aunque aspira a su declaración como Fiesta de Interés Turístico Nacional.

Se trata de un festejo único entre los de su especie tanto por el número de reses que se corren como por la forma de hacerlo: atadas por los cuernos con una sola soga de unos 25 metros.

Las reses son adornadas con collares de cascabeles y campanillas que avisan de su llegada y aparejos y frontiles con telas y bordados de vivos colores carreras en función del instinto del animal.

“Si hay algo que hace realmente único a este festejo taurino es que una parte son reses bravas cruzadas que los vecinos crían expresamente para las fiestas”, explica Juan Heredia Castaño, autor del libro ‘Historia de San Marcos’.

Otra particularidad es que las reses están exentas del sacrificio obligatorio que exige la legislación vigente y son devueltas al campo a la espera de ser corridas en años posteriores, conservando así el rasgo más distintivo y ancestral de estos festejos: la crianza y doma de ganado bovino cruzado para el laboreo de los campos y que luego era utilizado en la fiesta de San Marcos.

Los investigadores asocian el origen de este festejo a la presencia en Beas de Santa Teresa de Jesús en 1575 para realizar la primera fundación carmelitana de Andalucía, el convento de San José de El Salvador.

Los vecinos lo celebraron corriendo en su honor varias reses vacunas ensogadas, seleccionadas por su acometividad entre las que utilizaban para las faenas agrícolas.

Llegadas las fiestas, los gañanes (hombres que domaban el ganado vacuno con el que araban los campos) uncían a sus animales con el ubio (yugo) formando parejas (yuntas), que se colocaban delante de ellos y, usando la voz y una larga vara para dirigirlos, recorrían a pie los caminos hasta el pueblo, donde la gente esperaba con ansiedad su entrada.

A la entrada del pueblo las yuntas eran desuncidas, quedando las reses atadas por los cuernos con una soga de unos veinte metros que servía a la cuadrilla para guiar las carreras y evitar posibles cogidas, como recuerda Juan Heredia.

A partir de ese momento las carreras se sucedían durante la tarde del 24 y todo el 25 de abril, corriendo unas reses mientras otras descansaban en sus cuadras y cuando la tarde iba cayendo y la fiesta tocaba a su fin, los gañanes, con habilidad y parsimonia, quitaban a sus animales los collares, aparejos y frontiles y les daban suelta para que guiados por su instinto regresaran a sus cortijos.

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