6ª FERIA DE OTOÑO

Roca Rey, herido de gravedad, se impone a la intransigencia que nace del desconocimiento en Las Ventas

El peruano corta una oreja y sufre una cornada de dos trayectorias en el glúteo. Víctor Hernández también pasea un trofeo. Ureña se va de vacío.

Sixto Naranjo Sanchidrian

Publicado el - Actualizado

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Muy serio y cuajado de carnes saltó el primero de Fuente Ymbro. Frio de salida, sin fijeza en los engaños. Se fue calentando algo tras su paso por el peto e incluso metió la cara con cierta humillación en los capotes. Pero luego, cuando Paco Ureña se quedó solo con él, el fuelle del toro fue muy limitado. Correcto el murciano, sin más. Un par de naturales de buen trazo como lo único rescatable. Al entrar a matar quedó prendido del brazo derecho. Pero aunque los gestos algo desmesurados del diestro hicieron temer algún puntazo, finalmente todo quedó en un susto.

Pronto y en la mano. Se echó de rodillas Roca Rey para iniciar la faena. Ajuste al máximo, imposibles los espacios entre toro y torero. Ya en pie, el peruano se exigió ante la exigencia del pupilo de Ricardo Gallardo. Entonces llegaron las protestas desde el desconocimiento. Las protestas sin sentido desde unos altos del 7 que quieren cobrar protagonismo a base de populismo sin base taurina. Neoaficionados que creen haber aprendido de toros a través de historias de instagram y mensajes en X. Y ahí emergió la raza del peruano. Compromiso y valor a espuertas. Atalonado, ganando el paso para acallar bocas. Así llegó la voltereta. Voló Andrés por los aires con la cornada presentida antes de que el toro se ensañase con él ya sobre ruedo. Un milagro que el pitón solo rasgase la chaquetilla a la altura de la hombrera cuando le buscó con saña. Rompió la plaza, enfrentándose ante la imposición de unos pocos y volcándose con el diestro , que cojeando visiblemente, fue capaz todavía de enjaretar una nueva tanda en redondo preñada de sinceridad y mando. Un pinchazo previo a la estocada no fue óbice para que la mayoría de los tendidos solicitasen el premio que el palco otorgó. RR agarró la oreja y puso rumbo a una enfermería de donde ya no salió.

Con la plaza aún en shock y dividida tras la actuación de Roca Rey, Víctor Hernández se las vio con un animal estrecho de sienes y con movilidad en todos los tercios. La faltó entrega, bien es verdad, pero transmitió en sus embestidas. La faena del joven diestro tuvo momentos buenos por templados y empacados. En otras ocasiones hubo más desajustes en ese temple y en colocación. Fue arrollado Víctor cuando preparaba las bernadinas finales y el toro se le vino aún con pies. Se recompuso para terminar la suerte y enterrar después una estocada trasera de la que salió el toro muerto. La oreja tuvo sabor a domingo ferial venteño.

El cuarto fue un toro medio que tuvo sus dosis de nobleza y también sus dosis de sosería. Ureña firmó algunos naturales largos y profundos, pero el conjunto no terminó de rematar.

El quinto sacó buen son en sus embestidas. Se venía recto, pero si se le tocaba a tiempo seguía con bondad el engaño. Víctor Hernández se mostró preclaro en la limpieza de los muletazos a media altura, aunque faltó más mando en el tramo fundamental del trasteo, donde se define el devenir de todo. Saludó una ovación tras dos pinchazos y una estocada. Su crédito creció de cara a la próxima temporada.

El sexto, que hubiese correspondido a Roca Rey, fue un animal manso y deslucido, que se iba directamente al bulto. Ureña tuvo que abreviar con la noche ya echada sobre Madrid.

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