CULTURA

Rubén Amón: “Los toros son un espectáculo civilizado y civilizador”

El periodista defiende en su último libro, ‘El fin de la Fiesta’, el valor ético de la tauromaquia dentro de una sociedad “mojigata” por influencia del animalismo.

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Sixto Naranjo Sanchidrian

Publicado el - Actualizado

5 min lectura

Cree que ha escrito un libro “para todos los públicos” con el que defender la tauromaquia. Rubén Amón retrata en ‘El fin de la Fiesta” (Ed. Debate) un hecho cultural transgresor por lo que representa y por cómo lo presenta ante una sociedad anestesiada por el mal entendido ecologismo.

Amón hace referencia al torero como “el último héroe” aunque también hace autocrítica como aficionado y como periodista. La fiesta tiene futuro por los valores que encierra y si sabe abrirse y explicar con argumentos claros, sin subterfugios, la verdad que encierra la lidia de un toro bravo.

¿Qué puede encontrar un taurino y un antitaurino en su libro?

A los aficionados trato de tranquilizarlos y demostrar que no tienen nada de lo que avergonzarse. Hay una defensa de la tauromaquia en su integridad y esencia, que contempla el hecho de la muerte y en respuesta a ella, toda la dimensión estética con la que la sublimamos. Los toros es un espectáculo cruento, crudo y extremo, pero de gran significado ético y estético. Es un libro para laicos, para los que no son ni aficionados ni antitaurinos, porque pueden ver reflejados aquí a los últimos héroes, que son los toreros. Y para los antitaurinos, quiero explicarles que los toros son un espectáculo que preserva el medio ambiente y porque la extinción del toro sería una aberración para nuestro ecosistema.

¿La sociedad se ha distanciado de la tauromaquia o la tauromaquia de la sociedad?

A partes iguales. Primero porque el mundo de los toros, en nuestra etapa de suficiencia, nunca consideró peligrosa la hostilidad de la sociedad. Y vivir de esas rentas ha sido peligroso. Y también porque teníamos un enemigo inequívoco que era el antitaurino. Pero ahora el antitaurino forma parte de algo más inquietante como es el animalismo.

Vivimos en una sociedad donde no se muestra la muerte. Lo hemos podido ver durante esta pandemia. En los toros sí está presente la muerte a cada instante, ¿por esos los toros son motivo de escándalo?

Efectivamente, escandalizan porque nos recuerdan que la muerte existe. Y estamos lejos los taurinos de percibir a los toros como un espectáculo necrófilo. Al contrario, nos ofrece una experiencia que trae la dialéctica entre lo creativo y lo mortal. Entre lo erótico y lo cruento. Todo ello se resume en el impacto, en la sacudida que provoca un muletazo que identifica a toda una plaza en un ‘ole’. La violencia extrema se percibe en cómo a través de lo lúcido, superamos la muerte. Todo ello hace de los toros un espectáculo civilizado y civilizador.

Sin embargo, los taurinos recurrimos en exceso a los tópicos a la hora de defender la tauroamaquia…

A los toros hay que defenderlos desde lo que son, no desde sus afluentes. El Amazonas es el Amazonas, y para referirnos a él no recurrimos a sus pequeños torrentes o arroyelos. De los toros hay que decir que representan un fenómeno civilizador porque transforman el hecho cotidiano e industrial del hacinamiento y sacrificio de los animales en mataderos, en un fenómenos estético y ético. A los toros hay que defenderlos desde el punto de vista artístico. Renuncio cada día más a los debates de causas finalistas, como decir que si se acaba el toro se pierden no sé cuántos puestos de trabajo. No soporto ese argumento. Porque los puestos de trabajo también los daba la industria del genocicio. No podemos apoyarnos en argumentos alternativos al esencial. Y ese es que, en una sociedad puritana, mojigata y amanerada, nada hay más transgresor y atractivo que la tauromaquia como reflejo de un mundo extremo.

¿Qué hace más daño, un político atacando a la fiesta o defendiéndola?

A los toros le está pasando como a la monarquía. No sabes de quién fiarte, si de los cortesanos o de los regicidas. Y eso es una desgracia. Por un lado, me parece escandaloso que la izquierda, uniéndose a la bandera del mal entendido animalismo, haya hecho de los toros un objetivo antagonista con el delirio de Pablo Iglesias y del presidente del Gobierno que dijo a Jorge Javier Vázquez que nunca le veríamos en una plaza de toros. Y por otro lado, los defensores, que tratan de simplicar a la Fiesta como algo identitario de la españolía. Menos mal que tenemos un torero peruano…

¿Estamos ante la generación de toreros más preparada en los ruedos de la historia pero menos influyente en la sociedad que les ha tocado vivir?

La parajoda que planteas es cierta desde el tópico de la ganadería actual. Nunca ha salido del toril un toro tan exigente y completo como el de hoy. Que por cierto, ya está bien de presentar la idea de que el encaste Parladé ha degradado el campo bravo. La situación del toro actual está en una situación de privilegio por su nivel de bravura. Y ahí lo entronco con lo que dices. Tenemos un escalafón superdotado. Dando por hecho que José Tomás sigue en activo y que Morante es uno de los grandes toreros de la historia, sin embargo, Roca Rey puede pasear por la calle sin que la gente sepa quien es. O que Pablo Aguado vaya tranquilamente por cualquier ciudad y nadie pare para saludarle si no le conoce. Eso significa que el torero ha dejado de convertirse en ídolo. Y el último que lo ha sido, José Tomás, optó por el hermetismo para convertirse en mito. Los toreros no forman parte de los iconos sociales. Y cuando lo son, es por motivos extravagantes.

¿Sobrevivirá la fiesta a España o España a la fiesta?

La fiesta va a sobrevivir porque creo que no debe faltar mucho para que este péndulo de la corrección del puritanismo esté recorriendo sus últimos metros. Creo que llega un momento en el que el corsé a la sociedad está apurando sus últimos momentos. El tema de prohibir los toros, para quien es partidario de ello, es más problema del verbo y no del predicado. Que los prohibicionistas sean conscientes del peso que tiene el verbo prohibir. La existencia de un especio alternativo, casi subversivo, como es una plaza de toros, puede convertirse en un atractivo indiscutible para la Fiesta. La sociedad está fingiendo tanto, que los toros pueden convertirse ante tanta falsedad en una respuesta por su verdad.

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