sevilla
Ruiz Muñoz corta cuatro orejas en su encerrona solidaria en Guillena
El diestro gaditano triunfa en un festejo a beneficio de la Asociación de Daño Cerebral Adquirido. Vuelta a un toro de Bohórquez.
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Ruiz Múñoz toreando a la verónica durante su actuación en solitario en Guillerna
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La corrida de toros celebrada este sábado en la localidad sevillana de Guillena se ha saldado con la salida a hombros del diestro José Ruiz Muñoz que se había encerrado en solitario con cuatro toros de distintos hierros a beneficio de la Asociación de Daño Cerebral Adquirido.
El propio matador chiclanero, sobrino nieto de Curro Romero, está viviendo muy cerca esa problemática que atañe a su propia mujer que permanece en coma desde el nacimiento de su segundo hijo. Ésa fue la principal motivación para organizar este festejo que ha contado con el apoyo y la presidencia simbólica de la infanta Elena de Borbón.
Con más de media hora de demora, Ruiz Muñoz iba a despachar en primer lugar un ejemplar marcado con el hierro de El Retamar que paró con lances templados empleando un capote rotulado con lemas alusivos al daño cerebral. Después del brindis se empleó en una faena de voluntarioso planteamiento condicionada por la brusquedad del animal.
El segundo, un entipado y nobilísimo ejemplar de Bohórquez, le iba a permitir gustarse en el galleo y las personales verónicas del quite antes de torearlo de muleta enmonterado y desmayado, acompasado al fandango que cantaban desde el tendido en una faena de acento personal que remató de estocada desprendida. Cortó las dos orejas y al toro le dieron la vuelta al ruedo.
El tercero, de Santiago Domecq y mayor presencia que los anteriores, sí iba a adolecer de fuerza. Mejor por el lado izquierdo que por el derecho obligaría al diestro a esforzarse en una entregada, densa e intensa labor que no estuvo exenta de detalles de buen gusto, ilustrada musicalmente con una marcha procesional.
Quedaba el cuarto, de Juan Pedro Domecq, al que cuajó excelentes lances de capa antes de brindarlo con un largo parlamento dirigido al público. Empleó una atípica muleta rematada con madroños en sus vuelos en el inicio de una labor en la que el sentimiento, acentuado por el cante, no siempre estuvo aliado con la resolución pero sirvió de broche para una tarde de emociones y objetivos cumplidos.