SEVILLA

Álvaro Lorenzo, el temple en un natural

Mala corrida de El Pilar. Sólo Álvaro Lorenzo dio una vuelta al ruedo. Pepe Moral y Ginés Marín fueron silenciados.

Natural de Álvaro Lorenzo durante su actuación este martes en la Real Maestranza

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

Fue tarde esaboría. De esas de las que uno no sabe que escribir. Cómo explicar. Cómo decir que allí abajo, en el ruedo, no paso nada para destacar. O sí. Tal vez el gozo de ver cómo un toro galopa en la distancia al cite del picador. Y este ejecuta la suerte a la perfección mientras el morlaco empuja con codicia de bravo el peto del caballo. “Mirador” repitió la acometida incluso a mayor distancia del montado en la segunda vara. Bravura le llaman, y bien que la demostró el cuarto ejemplar de El Pilar en la cabalgadura que montaba Juan Antonio Carbonell, que hizo la suerte a la perfección.

También fue un deleite la lentitud efímera del natural de Ávaro Lorenzo al segundo de la tarde. El toledano descubrió el buen pitón izquierdo del noble y soso toro de la familia Fraile para trazar brillantes y templados trazos que acabarían muy atrás de la cadera. Una forma de mostrarse a gusto con tan interesante toreo zurdo con el que definió su buen concepto. Y poco más en la desabrida tarde, que, para colmo, lucía casi la mitad de los tendidos de la plaza vacíos.

Y es que todo quedó en una suerte de varas y en el sensible y lento natural. Porque Álvaro Lorenzo tras lo dicho con la izquierda, prologó la faena al hilo del pitón luciendo después su derecha con templados muletazos hilvanados. No fueron muchos, porque de inmediato el torero de Toledo cambió a la izquierda. Ligazón y cambios de mano muy quieto y un pinchazo antes de la estocada acabaron con la lidia.

También intentó el toreo con el noble e incierto quinto. Lo hizo con la derecha ejecutando algún que otro muletazo expresivo. Le imprimió gusto a la lidia con los cambios de mano y los pases de pechos. También pudo hilvanar el natural dejándole la tela muy cerca del hocico a la finalización de cada pase. Pero lo hecho no tuvo consistencia por la sosería manifiesta del animal. La espada la hundió sin contemplaciones.

No hubo forma de que Pepe Moral disipara sus dudas en la faena de muleta al encastado cuarto. Con todas sus ganas lo toreó decidido a la verónica para, después, ya quedó dicho, lucirlo en el caballo. La lidia no pudo empezar con mejor ánimo y esperanza con la mano derecha. Lo intentó también con la izquierda. Pero todo se esfumó entre tanta indecisión. Quizá, no se entendieron, y todo acabó con el acero haciendo su función.

Al flojo y manso primero le echó ganas y sapiencia sin conseguir nada a cambio. La baja estocada afeó su conclusión.

Ginés Marín se debió contagiar de la sosería extrema de sus respectivos toros. Y así, con el flojo tercero, un toro muy mal lidiado en todas las suertes, atisbó el toreo diestro a media altura sin conseguir mantener el toro en pie. Un compendio de pases anodinos compuso la lidia.

Con el descastado sexto, que lucía astifinos pitones en su anatomía de novillo, su toreo no encontró acomodo dentro de ese manual de pases con despreocupada trivialidad. Para olvidar.

Sevilla, martes 7 de mayo de 2019. 9ª de abono. Media plaza.

Toros de 

, de desigual presentación, nobles, sin fuerza y mansos. Destacó el cuarto, bravo en el caballo y encastado.

Pepe Moral, silencio y silencio.

Álvaro Lorenzo, vuelta al ruedo y saludos tras aviso.

Ginés Marín, silencio y silencio.

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