SEVILLA

El toreo brutal de Roca Rey

El diestro peruano cortó dos orejas y se le pidió el rabo del notable sexto de Cuvillo. Castella fue silenciado y Manzanares ovacionado en su lote.

Rotuno derechazo de Roca Rey al sexto toro de Cuvillo al que cortó las dos orejas

Sixto Naranjo Sanchidrian

Publicado el - Actualizado

4 min lectura

Una tarde de toros no finaliza hasta que termina la última faena de Andrés Roca Rey. Es la máxima que se viene repitiendo a golpe cantando en los últimos años. No puede hacerse balance de un festejo hasta que el peruano no dice su última palabra.

Así ha ocurrido este viernes en Sevilla. La tarde se iba por el sumidero de la desesperanza. La corrida de Núñez del Cuvillo solo rompió con dos sobreros que habían sustituido a los titulares corridos en tercero y quinto lugar. Pero la moneda de la corrida y de la tarde la cambió el sexto. “Encendido”, un toro fino de cabos y astifino que rompió a bueno en el último tercio.

A Roca Rey esta vez no le hizo falta esta vez tirar de artificios y ligerezas. Desde que se echó de rodillas en el inicio de faena y en la posterior tanda a derechas, el peruano exigió todo por abajo al toro del hierro gaditano. Y este respondió. Vaya que si respondió. A mayor exigencia, mayor respuesta. Una tanda al natural ayudándose de la ayuda fue la explosión de la mecha que venía prendiéndose. Rotundo y profundo. Y después una tanda a derechas ligada en un palmo de terreno sin dejar que el toro viene más que muleta. La Maestranza en pie. La siguiente mantuvo el nivel. Y la estocada, un punto desprendida, que tiró literalmente al ‘cuvillo’. El delirio se apoderó de los tendidos sevillanos. El doble pañuelo del tirón y la plaza pidiendo el rabo. El palco se mostró firme en su decisión de las dos orejas. Pero el recuerdo del faena de Roca Rey, más allá despojos, perdurará en el tiempo.

Antes, con el sobrero que hizo tercero, se la jugó ante un animal encastado al que fue sometiendo en una labor presidida siempre por el valor sincero. Pudo haber sumado una oreja de no haber sido por un feo metisaca anterior a la estocada definitiva.

Delantero de cuerna y bien hechurado saltó el primer toro de Cuvillo. Sin terminar de apretarle Sebastián Castella con el capote, el toro claudicó en varias ocasiones en el saludo a la verónica. La falta de fuerzas era evidente pero el palco aguantó al toro. La faena de muleta del francés fue un simulacro. No se sostenía en pie el astado. Lo avío de media arriba y se agradeció la brevedad.

También se protestó al cuarto, el ejemplar más lavado de cara del sexteto de Cuvillo. Éste fue otro astado de nulas fuerzas con el que el galo se alargó en una faena sin argumento alguno. Sumó muchos pases sin decir nada en ningún momento. El domingo le queda la ‘miurada’ como gesto.

De bonitas hechuras salió el segundo. Un ejemplar que tuvo un buen pitón derecho. José María Manzanares se apercibió pronto de ello y por ahí inició su faena. No fue hasta la tercera tanda cuando hubo conjunción entre toro y torero. Puesta la muleta en la cara y tirando de la embestida. Parecía que podía romper el trasteo. Pero no fue así. Al natural llegaron las dudas y cuando volvió a la diestra el toro había agotado sus reservas de energía. Se confió Manzanares con la efectividad del estoconazo en la suerte de recibir. Tardó en caer el toro y llegó a sonar el segundo aviso. La ovación final recompensó lo que hizo el alicantino.

En quinto lugar, José María lidió el segundo sobrero de la corrida de Cuvillo. Un ejemplar que tuvo veinte arrancadas más que aprovechables. Lo toreó con ampulosidad en las formas y escaso ajuste en los embroques. Pero el toro seguía con cierto celo la muleta y parecía pedir guerra. El fuelle le duró al toro, al torero y a la faena esos veinte muletazos. Después todo fue cayendo en picado hasta el contundente volapié con la que finiquitó al animal.

Sevilla, viernes 3 de mayo de 2019. 5ª de abono. Lleno de ‘No hay billetes’.

Toros de 

, tercero y quinto jugados como sobreros. De desiguales hechuras y comportamiento. Buenos los sobreros, con su punto de casta. Y encastado y noble el entregado sexto, ovacionado en el arrastre.

Sebastián Castella, silencio y silencio.

José María Manzanares, saludos tras dos avisos y saludos.

Roca Rey, saludos y dos orejas con petición de rabo.

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