SEVILLA

El toreo como mito reencarnado en el pregón de Félix de Azúa

El profesor, escritor y catedrático catalán protagonizó el pregón taurino de Sevilla este Domingo de Resurrección.

Félix de Azúa durante el Pregón Taurino de Sevilla este Domingo de Resurrección

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Félix de Azúa ha invocado el carácter mítico y sacrificial del toro, el toreo y la corrida para pregonar la fiesta de los toros en el tradicional pregón que organiza la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, en colaboración con el Ayuntamiento de la ciudad, tres años después del último celebrado.

Azúa, que ya había sido designado para tal fin en 2020 antes de que la pandemia obligara a aplazar casi todos los resortes de la vida cotidiana, ha dado así el definitivo pistoletazo de salida a la temporada taurina hispalense, que también recupera la normalidad perdida con el cartel conformado por Morante de la Puebla, Juan Ortega y Pablo Aguado, que estoquearán un encierro de Juan Pedro Domecq.

El pregonero no pudo ser presentado por el premio nobel peruano Mario Vargas Llosa, baja de última hora por efecto del covid, que fue suplido por Juan Carlos Cabrera, concejal delegado de Fiestas Mayores en el Ayuntamiento de Sevilla, quien además de resaltar los méritos literarios y académicos del pregonero definió a la Tauromaquia como “cultura en estado puro y motor económico de nuestra ciudad”.

Los pasodobles ‘Churumbelerías’ y ‘Nerva’, interpretados por la Banda Sinfónica Municipal de Sevilla, dieron paso al pregonero, que trazó un texto erudito en el que destacó siempre el origen mítico de la fiesta de los toros, desde el mundo cretense a nuestros días.

“Se puede sentir respeto por el toro a través de la vida mítica o simbólica, por la fabulosa relación que mantenemos los humanos con los toros bravos”, señaló de Azúa afirmando que el toro que sale a la plaza cada año, con vocación cíclica, “es la reencarnación del toro del año pasado, del anterior, de varios cientos de años anteriores”.

En ese sentido, remachó el pregonero, “todo renace con la llegada de la Resurrección”. Pero su texto ahondó en otros aspectos de la evolución de las fiestas taurinas sin abdicar del tópico que une la españolidad a lo taurino, “como la ópera a un mafioso”, bromeó. Félix de Azúa habló de la evolución del recinto taurino hasta llegar “al círculo presidido por el torero y el toro en el que no hay lugar para nadie más”.

“Hay quien cree que al toreo le sobra la muerte”, reflexionó el pregonero antes de argumentar que “sin ella el torero se convertiría en un bailarín” además de afirmar que “sólo hay arte verdadero cuando el artista arriesga al máximo su talento”. “La vida del toro depende del matador como la vida del torero depende del toro”, sentenció Félix de Azúa.

El pregonero, citando a Ortega, también hizo un recorrido por la etimología del verbo matar decantándose por su vertiente sacrificial.

Era la recta final de un texto en el que aún hubo sitio para otras reflexiones. “El arte nos libra de la muerte; todo está destinado a ennoblecer a la víctima para que en la próxima primavera pueda reencontrarse en una vida nueva”, apuntó el escritor.

Estaba a punto de terminar su pregón, que no estuvo exento de numerosas notas de humor. “Vamos a la plaza porque un instante de gloria da sentido a una vida entera”, finalizó Félix de Azúa antes de que los himnos de Andalucía y de España pusieran el colofón a un acto que, con la Semana Santa, devuelve la normalidad a la primavera sevillana después de tres años.

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